Clarin.comOpinión11/06/15
Nuestro país tiene una de las industrias gasíferas más maduras del mundo, y el gas natural puede recuperar el rol estratégico que tuvo en las últimas décadas.
Los principales flujos marítimos mundiales están relacionados a la energía, y los flujos energéticos están dominados por el transporte del petróleo (80%). Los movimientos de gas natural licuado vía marítima sólo representan el 10% de los flujos de energía, el otro 10% lo mueven las transacciones de carbón mineral y de productos derivados del petróleo. Pero atención, las proyecciones futuras de las principales usinas de información energética están previendo que, hacia mediados de siglo, la fuente de energía fósil que más crecimiento relativo tendrá será el gas natural. Carbón, petróleo y gas natural tendrán alrededor del 25% cada uno de participación en la matriz primaria mundial.
Analizando estos escenarios futuros la IIASA (International Institute for Applied System Analysis) prevé que hacia el 2050 el gas natural dominará las transacciones internacionales de energía.
Paul Isbell, de la Johns Hopkins University, en una reciente exposición en el CARI, revalorizando la importancia relativa de la Cuenca Atlántica en el futuro geopolítico mundial, destacó que la realidad de la revolución del gas no convencional (shale gas) había desplazado el eje del futuro potencial gasífero mundial desde Medio Oriente y Rusia (que hoy poseen el 74% de las reservas probadas de gas) hacia los continentes bañados por el océano Atlántico (Norte, Centro y Sudamérica, Europa y África) que poseen el 71% de los recursos de gas no convencional y el 47% de los recursos técnicamente recuperables totales. El epicentro de toda esta transformación del mapa energético tuvo lugar con la revolución de los no convencionales en Estados Unidos; revolución del gas antes que del petróleo.
Si hacia mediados de siglo los flujos marítimos gasíferos predominan sobre los de petróleo (lo que es compatible con una transición intra-fósiles para reducir la emisión de gases de efecto invernadero) y hay un mercado internacional de gas natural con creciente participación relativa del gas no convencional en la producción mundial, es muy factible que la región formadora de precios del gas en el mundo sea la cuenca Atlántica.
Hoy no existe un mercado internacionalizado del gas natural, y, salvo en Estados Unidos, donde la cotización del gas (Henri Hub) se desvinculó de la del petróleo, en el resto del mundo el precio del gas sigue asociado a la evolución del precio del crudo.
La Argentina tiene una de las industrias gasíferas más maduras del mundo, y el gas natural puede recuperar el rol estratégico implícito que tuvo en las últimas décadas.
La Argentina se gasificó porque las reservas de gas natural a partir del descubrimiento del Yacimiento Loma de la Lata (1977) superaron a las de petróleo permitiendo sustituir líquidos en el mercado doméstico.
Por la abundancia relativa de este recursos se desarrollaron las redes de gas domiciliarias, se promovió el gas natural vehicular, se instalaron plantas de electricidad de ciclo combinado y aumentó su uso petroquímico. En los 90 se autorizaron exportaciones de gas a la región, a Chile en especial. La demanda no ha cesado de crecer, pero la oferta empezó a declinar a mediados de la década pasada y las reservas probadas se desplomaron.
La política energética cortoplacista entrampó el desarrollo gasífero. Hoy casi no exportamos gas, y, en cambio, tenemos que importar desde Bolivia y por barcos casi el 30% del consumo (datos del 2014).
Pero la naturaleza vuelve a reafirmarnos que aquella intuición geológica de que podíamos ser un “país gasífero” no estaba equivocada. Nuestras reservas probadas que se agotan son de alrededor de 2.000 millones de barriles de petróleo equivalente (bpe), pero el potencial de recursos de gas no convencional es de 143.000 millones de bpe (54.000 millones en Vaca Muerta). Desarrollando reservas probables y posibles en los campos productivos y un 10% de los recursos de Vaca Muerta podemos duplicar la producción actual de 112 millones de metros cúbicos días en los próximos 15 años.
El potencial da para volver a exportar saldos a la región y relanzar el desafío de conformar mercados regionales de gas y electricidad pensando en el futuro protagonismo de la Cuenca Atlántica.
Hasta ahora la apuesta al desarrollo de los no convencionales estuvo muy sesgada al petróleo por los condicionamientos de la política económica y energética. La nueva realidad de precios del petróleo en el mundo y la posibilidad de replantear la política energética en una estrategia de largo plazo a partir de diciembre nos dan la oportunidad de devolverle atractivo a la inversión gasífera. Para recuperar reservas, aumentar la producción y afirmar el liderazgo tecnológico argentino en la cadena de valor de esta industria.
Daniel Gustavo Montamat, Ex Presidente de YPF y Ex Secretario de Energía