Aica, 23 Jul 2015
Con motivo de que el próximo 30 de julio es el Día
Mundial contra la Trata, el Servicio Jesuita a Migrantes difundió un informe
sobre este problema mundial, elaborado por el Instituto Universitario de
Migraciones de Comillas, en el que se revela que el tráfico de personas mueve
ya casi tanto dinero como el de drogas y armas; que el comercio de seres
humanos mueve entre 7.000 y 10.000 millones de dólares al año; que hasta 2
millones de niños están sujetos a la prostitución en el comercio sexual
mundial; y que 20.900.000 personas son víctimas de trabajo forzoso (55% son
mujeres y niñas).
El tráfico ilícito de personas es el comercio que está
experimento un crecimiento más rápido, convirtiéndose en un “floreciente
negocio que no deja de crecer dentro de la nueva economía global”, advierte el
informe del Servicio Jesuita a Migrantes. Según la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), combinando el tráfico a larga distancia con el contrabando
transfronterizo, surge un panorama global de “comercio de seres humanos"
que afecta al menos a 4 millones de personas cada año, por un valor económico
de entre 7.000 y 10.000 millones de dólares. Aunque la forma de trata detectada
con más frecuencia es la explotación sexual (79%), existen otras dos formas de
explotación de personas: la que tiene como fin la explotación laboral y la
trata para el tráfico de órganos.
Si a la cifra del comercio de seres humanos se sumasen
los beneficios obtenidos del tráfico de migrantes, según la Organización
Internacional de Policía Criminal (Interpol), la cifra ascendería a 39.000
millones de dólares al año, “cada vez más cerca del tráfico de drogas y el de
armas”.
Así lo señala el informe del Servicio Jesuita a
Migrantes “La trata de seres humanos. El negocio del comercio con personas”,
redactado por María José Castaño Reyero, investigadora del Instituto
Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de
Comillas.
Aunque todavía el narcotráfico constituye la forma más
rentable de comercio ilícito, el aumento del comercio ilícito de personas es
muy preocupante, dice el informe, y advierte que “la trata de personas,
convertida en la nueva esclavitud del siglo XXI, constituye la más sórdida de
las formas en que se desplaza la mano de obra en el mundo”.
La trata de seres humanos constituye un mecanismo
mediante el cual se consigue esclavizar a una persona. Pero la esclavitud y la
trata no son lo mismo. Así una de las peculiaridades de la trata es la ausencia
de un hecho violento en el momento de reclutamiento, puesto que suele
realizarse con el engaño de obtener un empleo. Si bien en los últimos años
también se han utilizado métodos de control en la trata como el empleo del
vudú.
El ciclo de la trata incluye no sólo el reclutamiento
o captación, sino también el trasporte y la explotación de las víctimas. Algo
que también la diferencia del contrabando de migrantes. Otra diferencia con
respecto a este último es que mientras el tráfico ilícito de migrantes tiene
carácter transnacional, los supuestos de trata de personas, no requieren el
cruce de fronteras. Así, durante los últimos años se ha detectado un aumento de
víctimas de trata nacionales en países como Holanda o Alemania.
Mujeres y niños, principales víctimas
Debido a la feminización de la pobreza es más fácil
que una mujer caiga víctima de la trata que un hombre. La Organización
Internacional de las Migraciones cifra en 500.000 el número de mujeres que
entran todos los años en Europa Occidental para ser explotadas sexualmente.
La mayoría proceden de países en subdesarrollo y su
trayectoria desde ellos es degradante. Los encargados de reclutarlas –que
pueden llegar a cobrar hasta 500 dólares por cada una– generalmente lo hacen
con falsas promesas de empleo como modelos, secretarias o dependientas en un
país rico. Pero también algunas de ellas saben que se marchan al extranjero
para ejercer la prostitución, y lo hacen, no sólo con el mero consentimiento de
sus familias, sino con su respaldo entusiasta.
El informe cita algunas de las numerosas rutas de
esclavitud sexual como la que va de Myanmar (Birmania), China y Camboya hasta
Tailandia; la que va de Rusia a los Emiratos del Golfo; la que va de Filipinas
y Colombia al Japón; o la que se mueve desde Brasil, Paraguay, Colombia y
Nigeria hacia España. El informe también señala que "desde la desaparición
de la Cortina de Hierro, decenas de miles de mujeres y niñas han sido 'exportadas'
desde Rusia, Ucrania, Moldavia y Rumanía para ser explotadas en ciudades de
Europa Occidental y Japón".
En el negocio de la trata con fines de explotación
sexual existe otro sector particularmente vulnerable: los menores. Según
Unicef, hasta dos millones de niños están sujetos a la prostitución en el
comercio sexual en el mundo. Pero la trata de menores presenta otras
manifestaciones muy graves: la adopción ilegal de niños extranjeros; el tráfico
de órganos; el secuestro de menores para ser utilizados en los conflictos
armados (menores soldados) o en el ejercicio de la mendicidad, a menudo
acompañada de la comisión de actividades delictivas. Entre los menores víctimas
se hallan en especial situación de vulnerabilidad los nacidos en el entorno de la
trata, los llamados “bebés ancla”, utilizados por falsos padres para facilitar
su entrada y permanencia irregular en un territorio, o el de los menores
utilizados por los tratantes para coaccionar a su madre a ejercer la
prostitución.
Trabajo forzoso
La segunda forma de explotación de personas detectada
con más frecuencia es la trata con fines de explotación laboral. Según la
organización Mundial del Trabajo (OIT) el dato global de personas víctimas de
trabajo forzoso -que para esta organización se asimilaría a la trata- alcanza
la cifra de 20.900.000 personas. Esta explotación se efectúa en sectores como
la construcción, la agricultura, la industria textil, el servicio doméstico,
las empresas de transporte y la mendicidad. Esta trata no es una simple violación
de los derechos de los trabajadores, sino que sus víctimas están sometidas a
unas condiciones de trabajo inhumanas: horarios abusivos, bajísimos salarios o
inexistentes, trabajo en lugares que no cumplen las mínimas medidas de higiene
ni de seguridad, situaciones de servidumbre por deudas. Los casos denunciados
son aún pocos, mientras que la explotación sexual de mujeres sigue siendo
objeto de denuncias más frecuentes y, por ello, es el tipo de trata más
documentado en las estadísticas globales.
El informe señala también que tras un período de
indiferencia y desinterés, la comunidad internacional empieza a tener en cuenta
el problema y señala algunas leyes aprobadas a tal fin. Por último, el informe
concluye con esta frase: "El comercio transatlántico necesitó 400 años
para llevar al Nuevo Mundo a doce millones de esclavos africanos, sin embargo,
en apenas diez años, se calcula que cerca de treinta millones de mujeres y
niños han sido objeto de trata en el Sudeste Asiático".+