por Informador Público • 14/09/2015
“Una flecha sola puede ser rota fácilmente, pero
muchas flechas son indestructibles.”
— Gengis Kan, 1162-1227.
Los esfuerzos de los iluminados globalizadores durante
más de 50 años para demostrar al mundo que las civilizaciones rusa y china son
incompatibles y que estos dos países están destinados, según los think tanks de
EEUU y de la Unión Europea, a ser enemigos geoestratégicos, se ha convertido en
retórica vacía después del sólido acercamiento y entendimiento entre el
presidente chino Xi Jinping y su homólogo ruso Vladimir Putin.
Lo curioso de este proceso es que han sido
paradójicamente los mismos líderes norteamericanos y europeos los que han
orquestado este acercamiento en su esfuerzo de prevenirlo. Los “iluminados” se
equivocaron en su análisis de la coyuntura geopolítica actual y en su propia
capacidad desestabilizadora. Decidieron desatar una guerra mediática y
económica, primeramente contra Rusia, pero al no lograr su objetivo añadieron
en su lista de potenciales y reales enemigos de Washington a China, esto a
instancias del Pentágono y de paso socavaron el Sistema Global de Seguridad.
Supuestamente los estrategas estadounidenses están
preparando las sanciones económicas contra Pekín sin tomar en cuenta el efecto
de boomerang sobre la economía norteamericana que está ligada estrechamente a
la China. Se olvidan de los 1,3 millones de millones de dólares que posee China
en los bonos de la Reserva Federal. Tanto los neoconservadores como los
neoliberales norteamericanos, no prestaron ninguna atención a la experiencia de
la Unión Europea (UE) que perdió más de un millón de millones de euros al
aplicar las sanciones económicas a Rusia y con ello más de 500,000 puestos de
trabajo.
En estas condiciones, no le quedó otra alternativa
tanto a China como a Rusia a unir sus fuerzas para lanzar un proyecto
diametralmente opuesto a la visión de Estados Unidos para el futuro que está
orientada a unos 30 años de “guerra permanente” para balcanizar el mundo y
establecer su hegemonía hasta el fin del Siglo XXI. Los chinos y rusos optaron
por el plan de la integración de Rusia, China y Asia Central con la posterior
inclusión de la Unión Europea a través la zona de libre comercio en forma de la
nueva “Ruta de Seda”. Es decir, utilizar el comercio y el mercado como las
fuerzas opuestas al poder de las armas.
Tanto Moscú como Pekín saben perfectamente que la paz,
prosperidad y su proyecto de la “Ruta de Seda” no se podría realizar sin contar
con un adecuado poder bélico cuya presencia hará contener las aspiraciones
norteamericanas de expansión indefinida. La parada militar rusa del 9 de mayo
pasado conmemorando el 70 Aniversario de la Victoria sobre Alemania de Hitler y
la de China el pasado 3 de septiembre celebrando el 70 Aniversario de la
Victoria del Pueblo Chino sobre la Agresión japonesa, fueron diseñadas
especialmente para calmar las cabezas belicosas de los halcones de Washington.
Ambas paradas no eran antieuropeas, en el caso ruso, o antijaponesas, en
referencia a la de China, sino servían de advertencia a los norteamericanos
debido al rol de desestabilizador global que asumió Washington.
Estados Unidos, a su vez, apeló a la política de
ignorar y boicotear la parada de la Victoria en Rusia al no estar presente
ningún líder norteamericano o algún representante de peso de su satélite
incondicional: la Unión Europea en aquella celebración y lo mismo hizo con
China, siguiendo su ejemplo sus obedientes Japón y Filipinas en referencia a la
celebración en Pekín.
Los medios de comunicación corporativos globalizados
emprendieron una descarada y cínica campaña desinformativa contra ambos
eventos.
Rusia ha sido presentada como un país agresor que
invadió Ucrania y que se prepara para anexar a los países bálticos. A tal
extremo llegó la propaganda anti rusa de Reuters, CNN, ABC, BBC etc. que el 49
por ciento de los norteamericanos creen que Rusia representa el mayor peligro
para la seguridad de EEUU, según la reciente encuesta de Gallup. La misma
opinión tiene el 30 por ciento de estadounidenses respecto a China.
La prensa globalizada trató cínicamente de no dar
importancia a la parada militar china. Para la Voz de América “el desfile militar
en Pekín era un simple mercado o muestra de la tecnología robada” como lo
comentó el analista del Institute of Defense and Strategic Studies, Michael
Rasca. Otros medios de comunicación hablaban en términos sarcásticos anunciando
que “Otra vez los tanques en la Plaza Tiananmen” invocando las protestas en
esta plaza en 1989. Igual como en el caso de la parada en Rusia los periodistas
globalizados mostraron condescendencia, falta de objetividad y el uso de la
información falsa sobre la pasividad, indiferencia del pueblo chino, y
aburrimiento durante aquel evento.
El Pentágono mostró “indiferencia” al despliegue del
armamento moderno chino. Según el secretario de Prensa del Pentágono Peter Cook
que inclusive comentó que él personalmente no tuvo la oportunidad de ver la
parada. También Peter Cook afirmó que no era ninguna novedad el acercamiento
entre China y Rusia y que el departamento de Defensa “debe responder de forma
fuerte y balanceada a ciertas amenazas que provienen de Rusia”. Pero todas
estas posturas tratan de esconder la preocupación de Washington sobre el inicio
de una nueva época en las relaciones internacionales cuyos protagonistas son
China y Rusia.
Estos dos países tienen relaciones diplomáticas desde
1689 y en opinión de Alexander Gabuyev del Carnegie Center en Moscú la actual
unión de estos dos países es el “resultado del pasado compartido” a lo que
deberíamos agregar también el presente que están afrontando. Rusia perdió
durante la Segunda Guerra mundial entre 27 a 37 millones de habitantes y China
sufrió alrededor de 37 millones de víctimas durante la invasión japonesa entre
1931 y 1945. Lo que significa que la guerra hizo estragos en casi cada familia
china o rusa lo que se refleja, según Gabuyev en la sicología de Rusia y China.
Hoy día Rusia está bajo la presión de las sanciones
económicas impuestas por Washington y Bruselas por la reunificación de Crimea
con Rusia y por una supuesta y nunca comprobada intervención militar rusa en
Ucrania. Pekín en su turno es presionado por EEUU en relación a la reclamada
soberanía sobre 130 islas coralinas en el Mar de China Meridional y de las
islas Spratly reclamadas por Vietnam y Filipinas que están acercándose cada vez
más a EEUU.
Para Washington controlar el Mar de China Meridional
es de vital importancia porque en su subsuelo bajo las aguas, suponen que
existen reservas de petróleo y gas natural similares a las de Qatar. Además más
del 50 por ciento del tráfico mundial mercante navega por sus aguas. Esto es lo
que en realidad explica las amenazas norteamericanas de imponer sanciones a
China y no los supuestos robos cibernéticos de la tecnología norteamericana
como argumenta el departamento de Estado. Como lo afirmó el renombrado estudioso
norteamericano Noam Chomsky, la política exterior y militar norteamericana está
orientada al control de la mayor parte de la oferta mundial de petróleo como
“parte sustancial del dominio del mundo”.
Precisamente estas presiones norteamericanas obligaron
tanto a Rusia como China a estrechar su alianza estratégica, económica,
financiera y militar para no permitir a Norteamérica lograr una absoluta
hegemonía del mundo. Frente a las maniobras militares de la OTAN en los países
bálticos los rusos lanzan sus propios ejercicios militares y también junto con
la armada china hacen las maniobras en el Mar Mediterráneo. Desafiando a los
ejercicios militares de las naves estadounidenses en el Mar de China
Meridional, cinco buques chinos desfilaron sigilosamente por las aguas de
Alaska coincidiendo con la visita del presidente Barack Obama a este estado.
En la última reunión en Pekín de Xi Jinping con
Vladimir Putin ambos presidentes firmaron 32 tratados comerciales y varios
acuerdos militares dirigidos a estrechar la unión entre dos países para no
permitir a EEUU “balcanizar primero, a Rusia” y posteriormente “romper” a
China. Inmediatamente después del retorno de Pekín el presidente Putin asistió
al Primer Foro Económico Oriental celebrado en la ciudad rusa Vladivostok en el
que participaron más de mil hombres de negocios de Asia y Rusia, todos
interesados en el desarrollo del Oriente Lejano de Rusia extremadamente rico en
los recursos naturales y en especial los energéticos. China es uno de los
principales inversionistas en el proyecto de la creación del “Nuevo Oriente”
con el centro en Vladivostok para dar un nuevo impulso al comercio entre Asia y
Europa vía el Ferrocarril Transiberiano.
Entonces resulta, que mientras Estados Unidos está
dividiendo, desestabilizando (ya son ocho países se convirtieron en víctimas de
la política de Obama) y desintegrando el mundo, China y Rusia están tratando de
construir un mundo multipolar unido en su anhelo de lograr paz, prosperidad y
seguridad para sus habitantes.
Durante su discurso del 3 de septiembre pasado el
presidente Xi Jinping afirmó que “no importa cuán fuertes podamos ser, pero
China jamás buscará la hegemonía o la expansión”. Anteriormente el 9 de mayo
pasado el presidente Vladimir Putin expresó la necesidad de “crear un sistema
adecuado a las amenazas actuales, elaborado sobre una base regional, global
fuera de bloques. Solo entonces garantizaremos la paz y la tranquilidad en el
planeta”.
Actualmente el mundo está frente a dos caminos que
debe tomar, de su decisión dependerá el futuro de nuestro planeta y de sus
(Sputnik)