por Carlos Pissolito
Informador Público, • 03/09/2015
“El mayor reto intelectual que un estadista y un comandante tienen que hacer es establecer la clase de conflicto en el cual se está embarcando; sin confundirse, ni tratar de convertirla en algo contrario a su naturaleza.” Carl von Clausewitz.
SITUACIÓN:
Desde un tiempo a esta parte se consolida la tendencia de la militarización de la seguridad en varios países, tanto del mundo, pero especialmente los de nuestra región. Ello se verifica por dos caminos convergentes. Por un lado, el que consiste en la progresiva militarización de las fuerzas policiales, aspecto que se evidencia en su adiestramiento y equipamiento, el que es cada vez más parecido al de los militares. Y por el otro, con el empleo de fuerzas militares; ya sea en trabajos de apoyo a las fuerzas policiales o en la realización de tareas propiamente policiales.
Los justificativos para estas tendencias son varios. Empezando por una creciente virulencia del crimen organizado, especialmente del narcotráfico, que viene exigiendo -a partir de sus propias capacidades- una mayor capacidad operativa a las fuerzas que lo enfrentan.
Por otro lado, tampoco pueden negarse las objeciones a la materialización de esta tendencia. Mayormente provenientes de sectores motivados ideológicamente en teorías progresistas, abolicionistas o garantistas extremas; que sostienen la doctrina de una división tajante entre la Defensa (enemigo externo) y la Seguridad (enemigo interno). Aunque, no en pocas ocasiones, es la misma conducción de esas fuerzas militares la que se muestra reacia a ese empleo, en función del denominado paradigma clausewitziano.
Como vemos nos encontramos ante un tema complejo y que merece y debe ser analizado.
PROBLEMA:
En función de lo expresado se hace necesario analizar si es conveniente o no y en cuyo caso, en qué medida, la militarización de las fuerzas policiales, especialmente cuando enfrentan organizaciones criminales poderosas como las del narcotráfico.
ANÁLISIS:
Disponibilidad: Un punto a favor del empleo de las fuerzas militares en tareas policiales es su gran disponibilidad y relativo bajo costo. Ellas, simplemente, están ociosas. Por las razones que ya hemos explicado con anterioridad en otros artículos. Pero que vale la pena volver a recordar. La guerra convencional, vale decir la lucha contra una fuerza armada perteneciente a otro Estado, casi se ha abolido a sí misma. Por el contrario, los enfrentamientos intraestatales se han multiplicado por doquier, tanto en el mundo como en la región.
Misión, Adiestramiento y Equipamiento: Un punto en contra para el empleo de los militares es su carencia de una misión, de un adiestramiento y de un equipamiento acorde para ser empleadas en forma eficiente en tareas policiales.
Vayamos por partes.
El tema de la misión es vital. Pero, depende básicamente de una concepción y de una doctrina que se deriven de ella. En este sentido, nada impide que no se les pueda cambiar la misión a las fuerzas armadas. De hecho, esto ha venido sucediendo a lo largo de toda su rica historia. Es más, no hacerlo implicaría un serio desajuste que les impediría adaptarse con una realidad siempre cambiante como la es la de los conflictos.
Ya hemos dicho que el paradigma clausewitziano, en el que la mayoría de ellas fueron formadas y educadas, ha caducado. Hoy, ellas tienen que adaptarse para sobrevivir y para volver a ser un organismo útil a sus sociedades. La estrategia es, por definición, un asunto interactivo. En el que intervienen, al menos, dos voluntades. La nuestra y la de nuestro enemigo o adversario. Ergo, no se puede organizar, equipar e instruir a una fuerza sin tener presente a quienes o a quienes deberá enfrentar. Es más, puede ser- como parece ser este el caso- que esta elección del enemigo no sea enteramente libre para nosotros. Dado, el simple hecho de ser desafiados por la otra parte. Tal como previsiblemente sucederá con el narcotráfico, quien ya le disputa al Estado el monopolio de la violencia, entre otras cosas. Las fuerzas armadas, en consecuencia, se deben preparar en vistas a este que es su conflicto más probable a enfrentar. No para aquellos en los que se sientan más cómodas.
Tal como ya se lo ha hecho para que participen en una operación de paz. De hecho, hay grandes similitudes entre ambas tareas.
El tema del adiestramiento es clave y es la falencia más grave de las fuerzas armadas para ser empleadas con eficiencia en tareas de seguridad interna. Pero valen las siguientes aclaraciones. La primera, es que esas fuerzas nunca podrán ni deberán reemplazar a las policiales en sus tareas más especificas, como lo son la investigación criminal y la detención de personas. Ergo, su empleo se deberá orientar a tareas de apoyo y de complementación de las tareas policiales. Pese a lo expresado las fuerzas militares deberán recibir el adiestramiento necesario para poder operar con eficiencia. El mismo incluirá desde aspecto morales y legales, como el respeto de los DDHH; hasta técnicos relacionados con sus procedimientos de empleo.
El tema del equipamiento es el más sencillo de todos. Simplemente, hay que adquirir aquellos materiales necesarios para la misión. Los que van desde los protectivos hasta las armas no letales. Esto se complementa con la adquisición de material de uso dual. Vale decir que sirve tanto para la guerra convencional como para la tareas de seguridad interior. También, en esta categoría ingresan, por ejemplo, los radares de vigilancia -que sirven tanto a la aviación civil como al control de los vuelos irregulares; hasta los aviones de transporte que son utilizados para el transporte, tanto de los contingentes militares como de carga o personal civil.
Legalidad: La legalidad puede ser un impedimento para el empleo de las fuerzas militares en tareas de seguridad interna. O peor aún, como es el caso de nuestro país, plantear contradicciones y peligrosos vacíos legales que dificulten su empelo concreto. La solución es obvia. Se deben crear los instrumentos legales que respalden el uso legitimo de la fuerza por parte de las fuerzas militares. En forma paralela, esas fuerzas deberán ser instruidas en este marco legal y en el respeto irrestricto de los DDHH. Tal como se lo hace cuando se las prepara para una operación de paz. Y se desarrolla en sus integrantes los criterios necesarios para aplicar en forma correcta las denominadas “reglas de empeñamiento”.
PROPUESTA:
Nuestra propuesta se orienta hacia lo siguiente:
Misión: Asignarles a las Fuerzas Armadas la misión de colaborar y participar en operaciones de seguridad interior. Especialmente, en aquellas que por su complejidad escapen a las capacidades de las fuerzas policiales y de seguridad. Tales como: el control de los espacios aéreos, marítimos y terrestres sensibles para la seguridad nacional, entre otras. Además, darle el comando y el control de las tareas mitigación en caso de desastres naturales y emergencias y servir de núcleo de elementos interdisciplinarios que tengan por finalidad realizar acciones que reafirmen la presencia del Estado nacional en aquellos lugares que sea necesario y participar en la construcción de obras de infraestructura en lugares de difícil acceso.
Cabe señalar que esta misión no será única y será paralela con el manteniendo de una adecuada capacidad de disuasión contra potenciales enemigos convencionales.
Adiestramiento: Proporcionarle el adiestramiento correspondiente, por similitud a lo que se realiza para la preparación de los contingentes para operaciones de paz complejas.
Equipamiento: Proporcionarles un equipamiento específico, preferentemente de uso dual, que le permita cumplir con las exigencias de la misión.
Marco Legal: Sancionar el marco legal coherente que incluya desde una nueva Ley de Defensa hasta reglas de empeñamiento acordes con ella.
CONCLUSIÓN:
Sostenemos que las sociedades no se suicidan. Enfrentadas con un desafío es solo cuestión de tiempo que adopten las medidas conducentes para su supervivencia. En nuestro caso en particular y relación al conflicto que nos encontramos a punto de enfrentar, podemos agregar que cuanto antes adoptemos las previsiones para hacerlo de la mejor manera posible, menores serán los costos a pagar por todos nosotros.