- Por Santiago O´Donnell, 9 de octubre de 2015
El 16 de febrero de 2013, a propósito de una reunión
que Daniel Scioli había mantenido con el ex vicepresidente Julio Cobos, el jefe
de gabinete del gobernador de Buenos Aires, Alberto Pérez, emitió un breve
comunicado: “Los que quieren saber de qué se habló en esa cena, sólo tienen que
leer los cables de WikiLeaks y el libro de ArgenLeaks, de Santiago O’Donnell,
para darse cuenta de que Scioli tiene el mismo discurso público y privado.
Scioli es un político que ha demostrado coherencia, coraje, lealtad y una clara
vocación por resolver los problemas”. Es cierto, los cables de la embajada
estadounidense filtrados por WikiLeaks parecen confirmar que Scioli mantiene el
mismo discurso en público y en privado. Pero que el gobernador bonaerense tenga
un discurso coherente, valiente y leal, como dice su jefe de Gabinete, es
discutible. Más bien, el discurso de Scioli parece oscilar entre la defensa
acrítica del proyecto kirchnerista y los gestos de disgusto, victimización y
diferenciación del gobierno nacional.
En junio de 2008, en pleno enfrentamiento entre el
gobierno de Cristina Kirchner y las patronales del campo, Scioli ofreció una
muestra de su estilo amplio y cambiante cuando dio vuelta su discurso ante la
embajada en apenas veinte días. Primero, según un cable, fue un entusiasta
defensor de la posición del gobierno y hasta dijo que la disputa agrícola
formaba parte de un “debate” sobre la distribución de la riqueza que la
sociedad “puso sobre la mesa” gracias al “éxito económico” del modelo K. Pero
veinte días más tarde, otro cable de la embajada dice que Scioli, amable pero
disgustado, “se negó a defender al gobierno”, tomó distancia y señaló que la
pelea lo dejaba mal parado con sus “electores”.
Según un cable fechado el 19 de junio de 2008, Scioli
se reunió el 5 de junio de ese año con el entonces embajador Earl Anthony
Wayne, el entonces gobernador de Alabama, Bob Riley, y una delegación de
empresarios de ese Estado de visita en la Argentina. Scioli acudió acompañado
por su entonces secretario de Promoción Industrial, Alberto Atanasof. El
escrito no dice dónde tuvo lugar la reunión, pero asegura que Scioli, bromista
y bien predispuesto, defendió sin medias tintas la decisión del gobierno
nacional de aumentar las retenciones a las exportaciones agrícolas, que había
derivado en un fuerte enfrentamiento político con representantes de productores
rurales. El gobernador bonaerense llegó a decirles a los estadounidenses que el
gobierno estaba siendo cuestionado por haber sido demasiado exitoso en su
instalación del debate acerca de la distribución de la riqueza.
Scioli bromeó que su experiencia con las lanchas de
carreras fue un buen entrenamiento para las turbulentas aguas del entorno
político argentino. Señaló el carácter cíclico de la política y la economía de
la Argentina. Ante la posible escasez de alimentos y energía, instó a que la
Argentina se convirtiera en un productor de valor agregado. Scioli sostuvo la
línea del gobierno respecto del conflicto con el sector agropecuario. Le contó
a la delegación cómo el éxito de soja había desplazado la producción de otros
productos agrícolas.Scioli sugirió que el conflicto con el “campo” terminaría
pronto porque era demasiado perjudicial. Scioli observó una tendencia argentina
a politizar y escalar problemas antes de llegar a soluciones. Reflexionó que el
discurso respetuoso de los candidatos demócratas estadounidenses durante la
última campaña contribuyó a tranquilizar al público. Tanto Scioli como Atanasof
mencionaron la importancia de la recuperación de la crisis económica de 2001 en
la Argentina y cómo el éxito económico a partir de 2001 pone hoy sobre la mesa
el debate acerca de la distribución de la riqueza y los recursos.
Muy distinta fue la postura de Scioli apenas tres
semanas más tarde, el 26 de junio de 2008, cuando recibió en la sede de la
Gobernación en La Plata al entonces gobernador de South Carolina, Mark Sanford,
quien llegó acompañado por el Encargado de Negocios de la embajada en aquel
tiempo, Tom Kelly. El cable muestra a Scioli comprensivo con la posición de las
patronales del campo y enojado e impaciente con el gobierno nacional.
Scioli comenzó su reunión con Sanford, que tuvo lugar
en sus oficinas en la capital provincial de La Plata, señalando que el país
estaba enredado en un “cara a cara” entre el gobierno nacional y el sector
agrícola, que empezó, según él, “como resultado de las medidas fiscales que el
gobierno insistió en implementar”. No defendió la posición del gobierno de la
Argentina, sino que observó con amargura que un 93 por ciento del territorio de
su provincia está ocupado por agricultores y que la soja, el cultivo en el
corazón de la crisis actual, es un cultivo importante para muchos de sus
votantes.
El repentino
giro en el discurso de Scioli no pareció tomar por sorpresa a la embajada. Más
bien, los diplomáticos parecían preocupados por el nivel de estrés que aquejaba
al gobernador. Según el cable, la “huelga de los granjeros”, o sea el paro
agropecuario, había aplastado el ánimo de Scioli.
A pesar de su amabilidad hacia el gobernador
visitante, Scioli era un desastre, sudando profusamente, perdiendo el hilo de
sus pensamientos, como si no hubiera dormido en días. No era el suave y sereno
ex vicepresidente del gobierno de Néstor Kirchner, a quien conocemos tan bien.
Nuestra mejor estimación es que la huelga agrícola ha hecho mella en él.
Para el autor del cable diplomático, en su versión
insomne y desaliñada, Scioli no mostró coherencia, coraje ni lealtad, como
diría Alberto Pérez. Según el despacho, Scioli cambió de discurso porque su
imagen estaba en picada, y volvería a cambiar de bando cuando fuera necesario
con tal de preservar sus ambiciones presidenciales.
(Scioli) está caminando por la cuerda floja entre sus
electores pobres en los barrios obreros que rodean el área metropolitana de
Buenos Aires y el campo desafiante que cubre gran parte del territorio que
gobierna. Sus intentos de mediación han sido desactivados y saboteados por los
Kirchner. Ahora tiene que sufrir en silencio mientras los Kirchner tratan de
forzar la sumisión de los agricultores (entre ellos, muchos de sus electores).
Se sabe hace mucho tiempo que Scioli tiene ambiciones presidenciales y nuestros
contactos dicen sus mejores posibilidades para intentarlo en 2011 es romper con
los Kirchner más temprano que tarde. Los índices de aprobación de Scioli han
recibido un duro golpe durante la prolongada disputa con el campo, cayendo a 34
por ciento (58 por ciento antes de la huelga agrícola) mientras que la
calificación de “neutral” subió a 46 por ciento (de 22 por ciento).
Al final, las “fuentes” de la embajada sugieren que el
gobernador va a romper con los Kirchner, pero el autor predice correctamente
que Scioli hará lo que siempre hace: amagar, quejarse, arreglar y quedarse.
Nuestras fuentes opinan que si el sector agrícola no
es apaciguado por el nivel de retenciones agrícolas votado en el Congreso, Scioli tendrá que romper con los Kirchner
para sobrevivir políticamente. Dada la dependencia financiera de su provincia
con el gobierno federal, sin embargo, no está claro que esté dispuesto a dar el
salto.