por Gabriela Pousa
Informador Público, • 16/10/2015
Queda poco y nada para un comicio
crucial aunque no haya cabal percepción de que así sea. Quizás sea la primera
vez en Argentina que una elección no define únicamente un cambio de dirigentes,
define un modo de vivir, de ser, en síntesis podría decirse que el próximo
resultado electoral, nos define como sociedad.
Sin embargo, pese a la trascendencia de la renovación
de Presidente, causa desencanto, por no decir espanto, escuchar que el
empresariado en el marco del coloquio de IDEA, ya está satisfecho por cuanto
cree que gane quien gane habrá un cambio en la concepción del mando. Un credo
infantil en demasía aunque muy característico de un país donde todo se acepta
con resignación, donde todo parece dar lo mismo.
A propósito de lo dicho, recién un noticiero de TV
entrevistaba a un vecino que salía de comprar velas para paliar el corte de
luz. El hombre sonreía y se encogía de hombros mientras decía que “es siempre
lo mismo”, “¡qué le vamos a hacer!”. Es posible que así sea pero eso no
invalida que no debiera ser de esa manera, hay infinidad de países donde no se
vive así. Se puede vivir mejor, se puede aspirar a una calidad de vida
superior. La resignación y la aceptación ciega de la decadencia no cooperan al
impulso vital necesario para cambiar.
Pero volviendo al coloquio de IDEA, se observa que
gran parte de los empresarios están satisfechos con el solo hecho de que
Cristina Kirchner deje el despacho de la Casa Rosada. Como si la ausencia
física de Cristina cambiase el escenario actual de barbarie, incertidumbre y
cortoplacismo como enfermedad. Es casi como que un enfermo de cáncer se
contente con una aspirina y suponga que esta lo curará.
Ya analizamos hace una semana que no todo es lo mismo,
que hay dos posibilidades por delante: el cambio y la continuidad. En términos
concretos: Cambiemos o el Frente para la Victoria. Lo demás son caballos de
Troya jugando solapados y siendo funcionales a lo que hay.
Ahora bien, que el empresariado se contente y
argumente que si gana Scioli igual habrá un cambio en el ambiente no tiene
asidero y dista de ser verdad. Doce años atrás, ese mismo sector se fascinó
porque en frente tenían una oradora que hablaba de corrido y sin leer. Quedaron
subyugados por atributos que poco o nada importan a la hora de elegir un jefe
de Estado, un administrador. Así nos va. Vivimos de apariencias no de lo
esencial.
Hoy parece bastarles un candidato que no grita, no
alza la voz y se muestra “con fe, con esperanza, con trabajo“… Es verdad que la
fe mueve montañas pero no es cierto que la fe convierta a la Argentina en un
país pujante. Dejemos el misticismo y el optimismo injustificado de lado, de lo
contrario que gane Nicolás Del Caño que tampoco grita ni agrede…
Daniel Scioli puede prometer lo que quiera pero está
eligiendo para su gabinete, es decir para que gobierne, personajes que
representan sino lo peor, lo más mediocre del kirchnerismo. Desde el gobernador
de Misiones, Maurice Closs que compraba seguidores en las redes sociales con
los fondos para la copa de leche de los comedores escolares, el mismo que fue
fotografiado en Brasil durante el mundial de fútbol mientras su provincia
estaba bajo el agua; hasta Alejandro Granados que pretende ir a Defensa cuando
en materia de seguridad la provincia hace mella.
Scioli no tiene equipo propio, de asumir gobernará con
Sergio Urribarri que nunca pudo explicar su incremento patrimonial, con Carlos
Zannini que no es sino la personificación del kirchnerismo más explícito, con
la sombra de Cristina y La Cámpora invadiendo ministerios, secretarias y hasta
el congreso. ¿Dónde está el cambio que vislumbran los dirigentes empresarios?
Ah sí, en el tono de voz.
Si vamos a atravesar una elección solo para cambiar el
dislate dicho en forma de alarido por el dislate dicho más suave, más bajito,
dejémonos de llamarnos sociedad y asumámonos como tribu porque del hombre de
paleolítico hasta acá nada hemos aprendido en verdad.
Por otra parte, el equipo económico que propone el
gobernador de Buenos Aires es el que lo acompaña y acompañó en la
administración provincial. Ahora bien, la provincia está quebrada. Vaya
antecedentes y curriculum de quienes ingresarán a administrar todo el
territorio argentino.
No hay lógica en creer que Daniel Scioli puede
oxigenar el teatro donde vivimos. Scioli es Alperovich y es Diego Bossio, Gildo
Insfran y Capitanich. Una cosa es la expresión de deseo y otra muy distinta
convencerse de que el deseo es lo que ha de pasar si no hay sustento racional.
No sirve sacar a Alí Baba si quedan los 40 ladrones detrás.
Se dice a su vez que es lo mismo pues cualquiera que
gane tendrá que ajustar y devaluar. Pero tampoco eso es tan real ya que el
ajuste y la devaluación lo estamos experimentando hace rato sin necesidad de
votar. En definitiva, antes de emitir sufragio es menester una elección interna
de todos los sectores de la sociedad donde elegir si se quiere o no cambiar.
Porque es verdad que hay gente que ha ganado mucho
dinero con el kirchnerismo aun teniendo que aguantar aprietes y extorsión al
por mayor. Y hay a quienes doce cuotas para consumir cualquier cosa, les basa
para creer que todo está bien.
En una de esas, el billete pesa más que la dignidad.
Por eso quizás, la elección principal pase por ese lado, pues lo que reflejen
las urnas será, más allá del nombre del candidato, ese resultado que nos
mostrará sin máscara, ni maquillaje, sin disfraz.