por Alberto Buela
Informador Público, • 20/10/2015
Con cierto orgullo de criollos porteños podemos
afirmar que Buenos Aires acaba de recuperar en el mercado de las traducciones
filosóficas un espacio que cedió hace ya unos largos veinte años a las
editoriales de Barcelona y Madrid, traduciendo y publicando el libro de Graham.
Harman (yanqui de 1968) titulado Hacia el realismo especulativo, Ed. Caja
Negra, 2015.
El autor es un joven e inquieto profesor de filosofía
que, por lo que cuenta en el libro, ha dado conferencias por todo el mundo,
siguiendo la estela aristotélica que signa a todo el pensamiento
anglo-norteamericano.
Claro está, que interpretando a Aristóteles a su gusto
e piacere, por ejemplo afirmando, sin ponerse colorado, que “Aristóteles no
puede darle el nombre de sustancia algo artificial como una máquina porque la
sustancia en él se limita a la naturaleza”. (1) Lo que confirma una vez más que
los scholars anglo-norteamericanos son grandes eruditos en Aristóteles (David
Ross, John Alexander Stewart, Baywater, Barnes, LLoyd, G. Murray, Joachim,
Rackham, Rosen, Burnet, Case, Heath, Allan, Erickson, W. Roberts, Gaisford,
Barker, et alii.) No ignoramos tampoco que ha habido filósofos de lengua inglesa
de la talla de Samuel Alexander, F. H. Bradley, Whitehead en Inglaterra, J. N.
Findlay en Sudáfrica y Josiah Royce y Charles S. Peirce en Estados Unidos, pero
ellos no han podido colorear el pensamiento expresado en inglés como lo han
hecho los cientos de scholars que durante los siglos XIX y XX desarrollaron sus
enseñanzas, prioritariamente, sobre la ética de Aristóteles.
Todo esto para afirmar, con temor a equivocarnos, que
tomamos con pinzas esta muy buena intención del joven Graham Harman de una
filosofía orientada a objetos.
Sin embargo nos parece sumamente valioso que se haya
constituido en estos primeros quince años del siglo XXI una corriente
filosófica autodenominada “de realismo especulativo”, porque eso indica una
clara reacción desde el centro del poder mundial, la alianza talasocrática
entre Usa e Inglaterra, ante el marasmo en que cayó la filosofía europea
continental. Al respecto la queja de Harman es brillante: “Mientras lo
filósofos se aporrean entre sí sobre la posibilidad de “acceso” al mundo,
mientras se siguen preguntando sobre la posibilidad de la posibilidad de salir
de sí para conocer el objeto, los tiburones persiguen al atún y los glaciares
golpean sobre la costa”. (2)
La descripción que hace Harman de desarrollo de la
filosofía en el siglo XX es laudable, pues reconoce el giro lingüístico como el
gozne que permitió a la filosofía del lenguaje de raíz inglesa reemplazar a la
filosofía de la conciencia típicamente continental. Así en lugar de seguir con
el ser humano, hijo de Descartes, elevado y distante, aparece el hombre dentro
de una red de significaciones lingüísticas y proyecciones históricas. Ahora
bien, este modelo satisfizo a dos corrientes antagónicas: a la filosofía
analítica inglesa y a la continental, a Frege y Davison y a Derrida y Deleuze.
Todo ello concluyó con la hermenéutica en donde la interpretación reemplazó a
la visión. Pero, y ésta el la objeción y el tema del realismo especulativo
propuesto Harman la filosofía sigue renunciado a tener una relación directa con
el mundo en sí mismo.
Harman no está solo en esta cruzada lo acompañan
autores de su mundo lingüístico como Iain Hamilton Grant, Ray Brassier, Quentin
Meillassoux (Después de la finitud), Manuel de Landa, Bill Martin y Nathan
Brown.
A nosotros desde el “mundo bolita” en que vivimos y
nos expresamos, nos llama la atención el reconocimiento y estudio de Harman
sobre dos filósofos españoles: Xavier Zubiri y Ortega y Gasset. En Zubiri
reconoce que fue quien le hizo dirigir su mirada hacia la interrelación entre
objetos inanimados y cognición humana. Y de Ortega y Gasset depende toda su
estética y lo reconoce expresamente en su ensayos La estética como cosmología,
y así lo expresa: “En el 2003 pude entender finalmente el ensayo de Ortega
(Ensayo de estética a manera de prólogo (1914) y reconocer que me había guiado
a lo largo de todo mi desarrollo filosófico. Su distinción entre imágenes y
realidad ejecutante, una distinción nueva por completo, muestra el camino hacia
mi propia distinción entre objetos sensibles y reales, y el rol clave del
lenguaje metafórico para proveer de un acceso siempre indirecto a lo real”. (3)
Su realismo especulativo expresado, específicamente,
en su filosofía orientada a objetos tiene su punto de apoyo y partida en el
análisis original que hace Harman del útil o la herramienta en Heidegger.
Es sabido que el “pitoniso de Messkirch” como lo llama
Roberto Walton, se ocupa del análisis del útil, Harman habla de herramienta, en
el parágrafo 22 de Ser y tiempo, titulado La especialidad de lo “a la mano”
dentro del mundo.
Un útil tiene antes que nada un sitio que le es
pertinente, está aquí o allí pero siempre “a la mano”. Forma parte del mundo
circundante en torno a nosotros y con el cual tenemos una relación de
familiaridad que no nos sorprende. Cuándo nos sorprende la herramienta, es
cuando no está en su lugar pertinente o cuando no funciona o funciona mal. Y
aquí nace la teoría de Harman toda percepción consciente es una variante de la
herramienta rota, pues la herramienta rota hace manifiesta su visibilidad. En
una palabra, nos damos cuenta de su existencia y nos preguntamos por su sentido
de ser cuando perdió su fiabilidad.
A partir de esta aguda observación, a Harman se “le
salta la cadena” termina afirmando que toda la filosofía de Heidegger “(la
cuestión del ser, el análisis del tiempo, el cúmulo de conceptos místicos como
Ereignis y das Geviert), no son más que variantes sofisticadas del análisis del
martillo y su disfunción”. (4)
El libro, un conjunto de conferencias unidas por el hilo
conductor de una filosofía dirigida a objetos, alterna intuiciones profundas
con dislates mayúsculos. Su aparato crítico es muy pobre y su sistema de
citaciones es perifrástico. Es un ensayo y no un tratado. Con las falencias que
tiende todo ensayo, como es llegar a conclusiones sin ocuparse mucho de probar
como se llega a ellas. Hay en el autor un desconocimiento de la historia de la
filosofía, que se ve a lo largo de todo el libro, pero al mismo tiempo, y ese
es su mérito, corre el riesgo del pensamiento intentando pensar con cabeza
propia.
Citemos al pasar algunos párrafos como ejemplos de
aciertos: la filosofía continental necesita repensarse por entero en nombre del
realismo…los objetos y no las redes , deberían ser el tópico principal de la
filosofía continental…lo que necesitamos no es más hermenéutica sino filosofía
orientada a objetos.
Veamos algunos párrafos errados: la distinción entre
cualidades primarias y secundarias es falsa…debemos evitar el concepto de
potencia…en realidad las sustancias no se contactan en absoluto…no se me ocurre
un solo filósofo de la tradición continental que haya hecho el esfuerzo de
defender la realidad independiente de las apariencias. (¿y Zubiri o Husserl a
quiénes admiran?)
En su filosofía orientada a objetos se detiene en
éstos distinguiendo entre objetos reales que nada tienen que ver con los
objetos de la realidad natural sino que son los objetos intencionales Husserl.
De modo tal que para Harman los objetos reales son los intencionales. Y cuando
habla de objetos intencionales se refiere a los que surgen de la relación
sujeto-objeto, y así afirma: toda relación forma un objeto en que los
componentes se encuentra en forma turbulenta… (5) lo que muestra la estructura
inherentemente volcánica de los objetos”. (6)
Se nota en Harman un esfuerzo terrible por superar la
fenomenología cuando afirma que: “el acto intencional unificado sólo puede ser
un objeto real, no intencional… (7) la estructura de la intencionalidad no está
en un cogito humano especial caracterizado por la conciencia lúcida”. (8)
Bueno, así estamos con estos nuevos filósofos de
lengua inglesa, con buenas intenciones, con algunas intuiciones pero, como
diría el gaucho: “perdidos como turco en la neblina” de la pampa de la
filosofía.
La carencia de una metafísica seria, acendrada,
clásica, pero que se ocupa de la realidad hic et nunc, tal como se manifiesta
en autores de nuestro tiempo como Zubiri, Heidegger, de Anquín, Aubenque, Berti
y tantos otros, es uno de los rasgos permanentes de la filosofía en lengua
inglesa y el joven Harman, no puede ser una excepción.
No se han dado cuenta que lo más genuino del
pensamiento continental como observó Leibniz en su Discurso de metafísica
(1686) se ha servido siempre en su debido tiempo y lugar de la solidez de la
metafísica que nos viene desde los griegos.
Así, si niego el concepto de potencia pero pretendo
defender la realidad, cuanto esta no es otra cosa que un conflicto de potencia
y acto. Cuando afirmo que las sustancias no pueden interactuar pero al mismo
tiempo quiero explicar el mundo bajo un sentido realista. Entonces estoy
entrando en contradicciones flagrantes que terminan en un amasijo ininteligible
de conceptos.
De todas maneras, sea bienvenida esta corriente de
realismo especulativo como un acicate a la adormecida filosofía continental,
arrastrada en gran parte por la propia decadencia de Europa en donde parece que
no sólo no florece ningún genuino filósofo europeo sino que ni siquiera le
quedará población autóctona.
Alberto Buela
arkegueta, aprendiz constante
buela.alberto@gmail.com
________________________
Hartman. G: op.cit. p. 100
Hartman, G: op.cit. p. 73
Harman, G.: op.cit. p.105
Harman, G.: op.cit. p.91
Harman, G.: op.cit. p. 138
Harman, G.: op.cit. p. 126
Harman, G.: op.cit. p. 136
Harman, G.: op.cit. p. 137