Sergio Abrevaya
Clarín, 28-10-15
La salida de la crisis del año 2001 estuvo marcada por
la conformación de la Mesa del Diálogo Argentino, convocada por la Iglesia Católica
junto con las Naciones Unidas. Bastaron solo tres reuniones para consensuar que
las retenciones financiarían el Plan Jefes y Jefas de Hogar, que beneficiaría a
miles de desocupados.
Si la Mesa de Diálogo hubiera virado en una
institución permanente que tratase las prioridades a mediano y largo plazo del
país (energía, transporte, impuestos, etc), hoy tendríamos una herramienta para
afrontar las situaciones de crisis con un vasto recorrido.
Este tipo de instituciones conocidas como Consejo
Económico y Social existen en distintos lugares del mundo; hace 40 años en
Holanda y Francia, y hace 30 en España.
Allí, el Consejo Económico y Social tiene tanto peso
que opina sobre cada proyecto de ley que se envía al Parlamento. Así es como se
resguarda la estrategia a mediano y largo plazo con el respaldo de los actores
económicos y sociales. Esta opinión no es vinculante, y si en quince días el
Consejo no opina, sigue adelante con el proceso.
Hoy nuestro país está atravesando una situación tanto
institucional como económica sumamente delicada. El final de la era K, donde
todo se hizo discrecionalmente en detrimento de la fortaleza de todas las
instituciones, nos lleva a una situación de extrema sensibilidad social. Todo
ello sumado al estancamiento económico, la caída en la producción y la falta de
inversión, que ya es un hecho.
Se acerca un fin de ciclo. Y el comienzo de otro. Es
hora de dejar atrás el método de la imposición para hallar coincidencias,
profundizar el diálogo y el respeto por la diversidad de voces.
Es una extraordinaria oportunidad para que quien gane
el balotaje convoque con generosidad y espíritu cooperativo a un proceso de
diálogo institucional para consensuar medidas de fondo que requieren de urgente
solución.
Así como también es fundamental que esta clase de
institución sea liderada por algún referente que tenga la madurez y la
preparación para proponer una agenda de acuerdos estratégicos de largo plazo y
que oriente la implementación de las políticas públicas.
En la Ciudad de Buenos Aires, el Consejo Económico y
Social funciona desde el año 2012. Está conformado por 26 instituciones en las
que confluye una multiplicidad de voces. Allí aprendimos a convivir las
distintas posturas políticas, empresarias, gremiales y religiosas para consensuar
puntos de vista que a veces incomodan. Es por esta exitosa experiencia que
considero que un Consejo Económico y Social Nacional sería una excelente
herramienta para modificar temas de fondo con un consenso amplio de todos los
sectores comprometidos con el desarrollo de nuestro país.
Y para eso necesitamos compatibilizar los intereses de
la producción y los del trabajo para que se complementen en un ámbito en el
cual se sepan interpretar las necesidades para potenciarlas.
Sergio Abrevaya es presidente del Consejo Económico y
Social de la CABA