Claudio Savoia
Clarín, 20-12-15
El nombramiento del escribano Gustavo Arribas y la ex diputada del PRO Silvia Majdalani como conductores de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) no logró apagar el fuego que envuelve a la casa de los espías desde la traumática partida de su ex hombre fuerte Antonio “Jaime” Stiuso, cuyas llamas no pararon de crepitar durante 2015. Mientras otros agentes poderosos fueron despedidos o jubilados en las últimas semanas, arde la guerra interna por el futuro de las decenas de militantes de La Cámpora nombrados en el verano por Oscar Parrilli.
El limbo en el que flotan los 2.500 espías –un número elástico que se estiraría largamente con agentes inorgánicos, informantes y otras gamas del gris– multiplicó las internas y también las operaciones y zancadillas entre las distintas facciones que cohabitan en el organismo.
Durante dos semanas de recolección de datos y chequeos, Clarín pudo saber que ya terminó de sacar sus pertenencias el ex director de Reunión Interior y adversario interno de Stiuso, Fernando Pocino; y que el jefe de Gabinete de Parrilli, José Luis Vila también abandonó la AFI. Esta última partida movió los sensores de la política, porque Vila -cercano al operador radical Enrique “Coti” Nosiglia- sonaba para un cargo importante en la nueva etapa.
Pero en la calle 25 de Mayo 11 y sus bases satélites también hay gente que llega. Y esta primera horneada de nombramientos, que tomarán sus posiciones entre enero y febrero, sin duda causará problemas al Presidente. Como director de Finanzas fue designado Juan José Galea, un contador muy cercano al ex subjefe de la SIDE Darío Richarte y por encima de él a Nosiglia, que ya ocupó ese mismo puesto en el gobierno de la Alianza y que estuvo involucrado en el supuesto pago de coimas a senadores para aprobar una ley laboral en el 2000. De la mano de Richarte, Galea fue luego directivo del grupo de medios kirchnerista Veintitrés, de Sergio Szpolski.
Para el área de Crimen Organizado el elegido fue el comisario retirado Edgardo Aoun, ex director de Defensa y Protección al Consumidor porteño, que según averiguó este diario sería cercano al ex comisario federal Jorge “Fino” Palacios. El gobierno lo desmiente con vehemencia.
Para la dirección de Contrainteligencia habrían designado a Dalmau Pereyra, un hombre de excelente relación con operadores judiciales del macrismo.
Les espera una tarea monumental, que en principio sus antecedentes no ayudan a encarar. Aunque pocos lo vieron, Arribas está trabajando todos los días junto a Majdalani, definiendo el futuro organigrama de la AFI y los nombres que lo vestirán.
La nueva estructura tendría entre cuatro y seis Direcciones Operacionales. Cada una, a su vez, estaría dividida en Direcciones. Un árbol administrativo que fue cuidadosamente diseñado por el ex director de la AFI Oscar Parrilli y su segundo, Juan Martín Mena, quienes durante 2015 funcionaron como portaviones de unos 700 nuevos empleados que en su mayoría reportan en las filas de la Cámpora.
Muchos de ellos, que treparon alto en la estructura, ahora comenzaron a despintarse los tatuajes K que hasta el balotaje electoral lucían con orgullo.
Al camporista Santiago Eguren, de la Dirección Operacional de Inteligencia contra el Terrorismo y Delitos contra el Orden Constitucional, lo vieron sacando de su oficina del cuarto piso los posters de Néstor y Cristina abrazándose. También mutaron los fondos de pantalla de las computadoras, y los termos con la leyenda “Clarín miente”.
Federico Chedrese, un ultrakirchnerista cercano a Aníbal Fernández, estaría a cargo de la Dirección Operacional de Inteligencia Exterior o, debajo de ese cargo, en la Dirección de Delegados Internacionales. La sorpresa fue que el 10 de diciembre organizó un inesperado brindis por Macri. Tal vez fue una técnica de distracción digna de James Bond, quién sabe.
Otro nombre importante de este lote es el de Esteban Orestes Carella, hasta ahora director de Contrainteligencia Institucional dentro de la Dirección Operacional de Contrainteligencia, que protege (un verbo que en la ex SIDE se lee “controla”) a jueces, legisladores y funcionarios del Poder Ejecutivo. Y Natalia Kucich, a cargo de una dirección en el área de Recursos Humanos, con un salario de seis dígitos.
Por su ignorancia de los entresijos del espionaje, los camporistas -muchos provenientes de La Plata, como Alicia Alonso, protegida de “Larry” Parrilli- desembarcaron en las segundas líneas de cada dirección. Y por ahora ahí siguen.
Los rumores decían que hasta Mena había pedido mantenerse dentro de la AFI en una delegación en el extranjero, pero fuentes cercanas al organismo dicen que se fue nomás. Y que fue muy amable en la transición. “Ojo, se muestran colaborativos, abiertos, pero están aguantando para desestabilizar al gobierno. Ya lo hablaron después de la primera vuelta electoral”, dicen a Clarín dos viejos agentes que habrían asistido a esos conciliábulos.