por Miguel Ángel Boggiano
Informador Público, • 16/02/2016
¿Alguna vez escucharon a alguna persona a la que
estaban echando algo así como “en realidad es cierto… yo cobraba pero apenas
iba…” o “la realidad es que la tarea que hacíamos entre cinco la podían hacer
perfectamente dos”?
En los últimos 12 años, el empleo público pasó de 2
millones de personas a 3,5 millones. Pero más allá de este impresionante
crecimiento del 75%, hay algunos datos que sobresalen porque no resisten el
análisis más básico de razonabilidad.
En el año 2012, lo que entonces era la Secretaría de
Cultura, contaba con 2500 empleados. No hay información de la cantidad de
empleados en el 2013 (no es que yo no la tenga… simplemente ni siquiera el
gobierno tiene la información). En el año 2014, cuando se transformó en
Ministerio, los empleados llegaron a 3100 y para finales de 2015 ya eran 4064
personas.
De estas 4064 personas, solamente 500 están en planta
permanente y en blanco. De este Ministerio se echaron 494 personas, de las
cuales 400 habían sido nombradas en 2015. A su vez 40 de estas 400 habían sido
nombradas una vez que Mauricio Macri ya había ganado las elecciones. Como nota
de color podemos agregar que en el Ministerio se desayunaron de la existencia
de más de mil facturas impagas por un monto de $ 158 millones de pesos.
Aquí podemos evocar al conocido adagio que indica que
“para muestra alcanza un botón”. Esto que se vive en el Ministerio de Cultura
se refleja en un sinfín de lugares de la administración pública. ¿Por qué es
esto relevante?
Por lo pronto acá hay con claridad múltiples casos de
defraudación al estado, en donde los responsables son tanto quienes contrataban
como los contratados. Así mismo, sería muy ingenuo pensar que el total de gasto
destinado a los contratados, les llegaba efectivamente a ellos. Esto termina
siendo funcional para: maquillar el desempleo con tareas no genuinas y para
desviar fondos estatales.
Una última comparación, antes de enumerar diferentes
curiosidades de otras dependencias del Estado. Esta última comparación tiene
que ver con el Congreso de la Nación.
No hay una cifra oficial que indique la cantidad de
empleados que tiene el Congreso. Sin embargo, reconstruyendo el rompecabezas de
diferentes notas periodísticas, la estimación es que hay aproximadamente 15.000
empleados.
Para poner algunas cifras en perspectiva:
En el año 2007, los empleados totales del Congreso
eran 10900 y en 2011 la cifra había llegado a 12400.
Para tener una idea del obsceno número de empleados de
la Biblioteca del Congreso, basta mencionar que la British Library tiene 1490
empleados (menos que la del Congreso: 1.560) con la sutil diferencia de que tiene 147 veces más material para
exhibir a sus 16.000 usuarios diarios en sus 625 km de estantes.
La Imprenta del Congreso de la Nación (ICN) imprime
los Diarios de Sesiones de ambas Cámaras, Órdenes del Día, Trámite
Parlamentario, Diario de Asuntos Entrados, etc. ¿Alguien en su sano juicio cree
que se necesitan más de 500 empleados para realizar esta tarea?
Cómo si no fuera poco, el Congreso de la Nación es tan
grande que tiene su propia Obra Social. “Ayuda Social para el Personal del
Congreso”.
En la Cámara de Senadores hay 6000 empleados. Dado que
hay 72 senadores. Esto equivale a decir que hay 82 personas que asisten a cada
Senador Nacional. Bajo cualquier punto de vista, esto es una estafa. El
ideólogo detrás de este crecimiento desfachatado de los empleados del Senado ha
sido el célebre ex Vicepresidente, Amado Boudou.
¿Por qué es importante todo esto? Porque le pega
directamente a todos los contribuyentes. Porque los recursos son limitados, y
lo que se malgasta en tareas innecesarias es lo que se podría asignar a algo
más útil como más sueldos para maestros o más medicamentos. En cualquier caso,
en última instancia, podría significar una reducción mínima en el déficit
fiscal, que está en la génesis de la inflación de la Argentina.
Aquí otros puntos tristemente salientes del empleo público:
En el INDEC se detectaron 60 contratados con menos de
2 horas de trabajo promedio por día.
En Justicia, 50 contratados vivían en el interior y no
iban al ministerio, y encontraron 500 contratados sin funciones asignadas.
En Yacyretá descubrieron 130 contratados que no
asistían.
En el Senado había 2000 contratados en 2015, y no
tienen espacio físico ni para 1000.
En la Secretaría de Comercio, 130 contratados no
tienen tareas específicas.
En el Instituto Malbrán ingresaron 200 militantes de
movimientos sociales sin ir al trabajo, y en Fabricaciones Militares algo así
como 190.
En el Centro Cultural Kirchner hay 600 militantes sin
roles asignados.
En la Secretaría de Medios, 500 contratados convivían
en tres oficinas.
En el Organismo Regulador del Sistema Nacional de
Aeropuertos hallaron 35 contratados sin tareas asignadas.
En la Biblioteca Nacional había 1000 personas con
tareas superpuestas.
En lo que era Planificación, había un teléfono por
diez telefonistas.
En el BCRA echaron a 47 empleados que habían sido
puestos como efectivos sin concurso, entre quienes estaban la mujer y el hijo
del ex Presidente del Banco.
En Jefatura de Gabinete descubrieron que había diez
personas con funciones de fotocopiado para una sola fotocopiadora, y en
Cultura, 30 empleados hacían un resumen de noticias.