Con motivo de haber propuesto el Colegio de Ingenieros Civiles de Córdoba, un proyecto de construcción de un canal navegable desde esa provincia hasta el mar, recordamos otro viejo proyecto que sería importante concretar, para beneficiar el interés nacional.
Por Alberto Asseff*
El Bermejo es un río argentino-boliviano que nace en
la querida Tarija y desemboca en el río Paraguay. Son 1060 km. Mediante dos
canales laterales a cavar sería navegable. Discurre por un desierto verde, es
decir un desafío mayúsculo. Todo desierto debe convocar a la iniciativa
inteligente de un pueblo que se precie de tal para transformarlo en un vergel,
pero en esta región ubérrima abandonada a la manos de Dios, el reto se potencia
y excita la reflexión: ¿Qué nos pasa a los argentinos? Hablamos y lo seguimos
haciendo, por caso, de que necesitamos políticas de Estado, pero pasa el tiempo
y continuamos sin dárnoslas.
Lo del Bermejo es patético. Ya Sarmiento esbozó la
idea de transformarlo en navegable. El almirante Gregorio Portillo realizó el
proyecto y muchos estudiosos, singularmente entusiastas, profundizaron el plan.
Destaco a Nicolás Boscovich y a Santos Rosell. Muchos argentinos, casi
anónimos, con espíritu militante abrazaron la causa, hasta hoy perdida, del
Bermejo. Recuerdo al santiagueño Juan Rafael, por caso.
En rigor, el Bermejo son dos canales: uno paralelo al
río homónimo y el otro trazado por Salta, Santiago del Estero y Santa Fe, para
fluir en el Paraná.
El proyecto Bermejo tiene las siguientes
connotaciones: Navegación de barcazas en convoyes para transportar hasta cien
millones de toneladas año; Riego para 800 mil hectáreas, con cultivos de
hortalizas, citrus, banano, tabaco y otros; Colonización a través de un plan de
radicación ordenada de familias, desconcentrando las megaciudades y dando
oportunidad de arraigo a miles de compatriotas; agua potable para esos
argentinos que hoy casi vegetan en esos lares y para quienes irán a radicarse
en la región transformada; Contralor de sedimentos, esos que exigen costosos
dragados en la hidrovía del Paraná; regulación de inundaciones, en un río
irregular, que en estiaje alcanza hasta 15 mil m3 por segundo y en seca,
desciende a 6 m3; las obras asegurarán un caudal estable de 300 m3; energía
eléctrica instalando 2.500.000 kw. en la presa de Zanja del Tigre y otras
menores; desplazamiento hacia el norte del hinterland o corazón geopolítico y
geoeconómico de la Argentina, cuyo límite actual puede dibujarse por la línea
Mendoza, Córdoba, San Francisco, Rafaela, Santa Fe, Paraná; soldadura política
y económica con el sur boliviano y por extensión con todo el país vecino,
dándole una salida navegable y una vinculación integradora en todos los planos
productivos, apuntando hacia la integración política; posibilidad de participar
más activamente en la explotación del hierro de El Mutún; expandir el turismo
ecológico por toda la Región; desarrollo industrial a partir de la energía
disponible y de la óptima vía de comunicación que es el río navegable.
El canal Santiago del Estero debe trazarse desde Zanja
del Tigre, en Salta, pasando por Taco Pozo, en el Chaco, penetrando en Santiago
y Córdoba, para introducirse en Santa Fe y desembocar al norte de la capital
santafesina.
Transportar por camión irroga cinco centavos por km.
por tonelada; por FFCC, tres centavos; por barcaza, un centavo. Ni hablar del
ahorro en combustibles, unas siete veces menor en el agua que en el pavimento.
Más de 250 mil km2 de nuestro territorio que hoy están
casi como hace un siglo podrían transformarse en un portento. Tendríamos una
empresa colectiva que a la par de estimular nuestras ensoñaciones de cambio,
materializaría transformaciones que nos enriquecerán y nos darán oportunidades
de trabajo y de producción. Y haríamos una obra geoestratégica integradora con
Bolivia y, por añadidura, con Paraguay.
Zanja del Tigre recibirá las aguas del río Tarija. El
embalse elevará la cota del Tarija y del Bermejo. Así, el sur boliviano podría
construir su puerto. ¡Un sueño que puede realizarse! Y en Pichanal, Salta,
tendremos otro puerto interior.
En jurisdicción de Tarija también se puede represar
las aguas para generar más energía aún.
Se sabe que para obras transformadoras y biestatales -
binacionales, no, porque con Bolivia conformamos una nación con dos estados -,
los organismos crediticios internacionales, como el BID y la Corporación Andina
de Fomento, tienen líneas financieras disponibles, a buen interés. Es menester,
sí, honestidad, transparencia, proyecto sustentable, decisión y voluntad de
ejecución de una vez por todas.
Como no soy investigador, sino activador de ideas,
fogoneador de obras, no puedo decir con precisión la plata que llevamos gastada
en el proyecto Bermejo. Hace treinta años que en el ámbito del Ministerio del
Interior existe una Oficina que dice estudiar al Bermejo y sus obras. No hace
absolutamente nada más que devorar recursos del presupuesto. Son los famosos
burócratas parasitarios. Es tiempo, pues, de honrar a Portillo y a todos los
precursores, arremangarnos y transformar al desierto verde.
Quiero a gobernadores y presidentes que puedan decir
desde las tribunas y atriles: ahí está el Bermejo hecho; estamos justificados
ante la historia y ante el pueblo; nuestro paso por la gestión pública sirvió
para algo memorable.
Es tiempo para desconcentrar la demografía, el poder
político y económico y el desquicio que significa que en 7.000 km2 se amontonen
15 millones de argentinos y el 70% de nuestra producción industrial y
servicios, además de casi todo el manejo político.
Esta distorsión enferma a la Argentina. La medicina
son obras como el Bermejo. No más palabras o promesas.
Hace casi ochenta años Franklin Roosevelt impulso las
obras transformadoras del Valle del Tennesse. Lo hizo en medio de la recesión,
secuela de la crisis del treinta. Debe inspirarnos.
En estas obras del Bermejo-Santiago del Estero
deberemos constituir una Alta Autoridad que conduzca la ejecución y la
posterior administración con autonomía y autarquía. Debe incluir a Bolivia. En
sus objetivos deberá tener la máxima prioridad el de lograr que el Norte
argentino y el sur boliviano experimenten una formidable mutación hacia la
prosperidad y la articulación, de modo que el poder nacional se ensanche
geopolíticamente.
No me olvido, hablando de ríos, del Salado bonaerense,
eje de 17 millones de hectáreas de capacidad productiva excelente. El también
aguarda su canalización para que escurra sin devastar a la región, expandiendo
la superficie lechera y agrícola-ganadera. Y hasta para su navegación,
incluyendo la deportiva.
Tenemos que interesarnos más por lo fluvial y lo
marítimo. Quizás, debamos reencontrarnos con el almirante Storni y sus llamados
a la conciencia marítima (por extensión, la de todas las aguas, inclusive los reservorios
como el acuífero Guaraní o los glaciares).
Por ahora, así como nos causa alborozo la autovía
Rosario-Córdoba, la algarabía que tendremos con los canales navegables del
Bermejo será inenarrable, Diez, o no sé cuántas veces más.
*Dirigente del PNC UNIR
Unión para la Integración y el Resurgimiento