Víctor Hugo VALDA, ingeniero
catolicos-on-line, 24-5-16
Ante la nueva arremetida de la ideología de género en
Bolivia y ante la gravedad del tema me permito compartir algunas reflexiones
basada en el magisterio de la Iglesia Católica, con la esperanza de que estas
consideraciones nos ayuden a todos estar atentos ante tentativas de la
legalización de la uniones entre personas del mismo sexo y a no dejarnos
engañar con las falacias de los lobbys de la ideología mencionada,
La dignidad de la persona, el respeto y la no
discriminación a las personas homosexuales
En primer lugar, expreso mi profunda convicción en que
toda persona, por el puro hecho de serlo, es digna del máximo respeto y
consideración en cuanto fue creada por amor a imagen y semejanza de Dios, por
ello hombres y mujeres con tendencias homosexuales “deben ser acogidos con
respeto, compasión y delicadeza y que se debe evitar, respecto a ellos, todo
signo de discriminación injusta.”
Base Filosófica de la Ideología de Genero
La ideología de género, es una corriente ideológica
que menosprecia la grandeza y belleza de cada vida humana, la dignidad y el
valor de la familia y el matrimonio. Esta corriente es parte de una cultura de
la muerte que en el mundo pretende llevar a cabo una estrategia de marketing y
reingeniería social para confundir a la sociedad. En Bolivia, ya tiempo atrás
han iniciado con una campaña que busca equiparar el matrimonio con las uniones
entre personas del mismo sexo y legalizar el aborto y la eutanasia a través de
diferentes mecanismos.
Para la ideología de género “el sexo sería un mero
dato biológico: no configuraría en modo alguno la realidad de la persona. El
“sexo”, la “diferencia sexual” carecería de significación en la realización de
la vocación de la persona al amor”, y por consiguiente “el ser humano seria el
resultado del deseo de la elección, de manera que, «sea cual sea su sexo
físico», la persona -sea mujer o varón- «podría elegir su género» y modificar
su opción cuando quisiera: homosexualidad, heterosexualidad, transexualismo,
etcétera”3. Es decir, para esta ideología no existe naturaleza y la corporeidad
es insignificante.
Argumento tramposo de Discriminación y Justicia
Los propulsores de la legalización de las uniones
homosexuales pretenden engañar a la población utilizando descarada y muy
hábilmente la falacia “Ad Misericordiam” que es una apelación a la piedad o
lástima del interlocutor o público para que acepten su postura, ósea se recurre
a las emociones dejando de lado la lógica, el bien, la verdad y el
razonamiento.
Hemos escuchado en estos tiempos que algunos utilizan
a los principios de tolerancia y no discriminación para sostener la solicitud
de legalización de las uniones homosexuales, no obstante en estos casos no
puede invocarse estos principios ya que “distinguir entre personas o negarle a
alguien un reconocimiento legal o un servicio social es efectivamente
inaceptable sólo si se opone a la justicia”4; “dado que las parejas
matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son
por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un
reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no
exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no
cumplen dicho papel para el bien común”. Además, como todos los ciudadanos,
también las personas homosexuales, gracias a su autonomía privada, pueden
siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones
jurídicas de interés recíproco.
Por el contrario, “constituye una grave injusticia
sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes
que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del
cuerpo social”, “no es justo que actividades que no representan una
contribución significativa o positiva para el desarrollo de la persona y de la
sociedad puedan recibir del estado un reconocimiento legal específico y
cualificado.”
Pretenden obscurecer la comprensión de los principios
morales fundamentales.
Las leyes civiles son principios que estructuran la
vida del hombre en sociedad, para bien o para mal. Ellas “desempeñan un papel
muy importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de
unas costumbres”. “Las formas de vida y los modelos en ellas expresados no
solamente configuran externamente la vida social, sino que tienden a modificar
en las nuevas generaciones la comprensión y la valoración de los
comportamientos. La legalización de las uniones homosexuales estaría destinada
por lo tanto a causar el obscurecimiento de la percepción de algunos valores
morales fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial.”
El tema de la solicitud de la legalización de las
uniones de personas del mismo sexo no pretende solo la derogación y aprobación
de leyes conforme a la ideología de género sino que “busca, sobre todo,
impregnar de esa ideología el ámbito educativo. Porque el objetivo –para los
propulsores de la ideología de género- será completo cuando la sociedad –los
miembros que la forman– vean como “normales” los postulados que se proclaman.
Eso solo se conseguirá si se educa en ella, ya desde la infancia, a las jóvenes
generaciones.”
Por el bien de las futuras generaciones debemos
afirmar claramente el “carácter inmoral de este tipo de uniones y recordar al
Estado la necesidad de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en
peligro el tejido de la moralidad pública y, sobre todo, que no expongan a las
nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio,
que las dejaría indefensas y contribuiría, además, a la difusión del fenómeno
mismo”.
Afirmación del matrimonio entre varón y mujer por la
dignidad de la persona humana y el bien común
La ley natural y nuestra cultura boliviana nos deja
claro que el matrimonio solo es posible entre varón y mujer y que “ninguna
ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en
realidad existe únicamente entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de
la recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la
comunión de sus personas y a la generación y educación de nuevas vidas.”12 Y el
bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión
matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad.
“Reconocer legalmente las uniones homosexuales o
equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento
desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también
ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la
humanidad.”