viernes, 15 de julio de 2016

NUEVOS MÁRTIRES POSCONCILIARES

 (Montoneros y Rahnerianos)

CATAPULTA

El 2 de julio de 1976 Montoneros hizo estallar una bomba en un comedor de la Policía Federal Argentina. Murieron 23 personas -entre ellas un invitado civil – y hubo 60 heridos.

Dos días después, durante la noche del 4 de julio, un grupo armado entró en la Iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano, y ultimó a los sacerdotes Pedro Duffau, Alfredo Leaden y Alfie Kelly y a los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos palotinos.

Desde aquellos tiempos se habla de “La masacre de San Patricio”, sin vincularla con la bomba en el comedor policial.

Y el aparato publicitario de la progresía política, con la complicidad de la jerarquía eclesiástica, se encargó de difundir el bulo de que los muertos de San Patricio eran mártires.

En la misa de conmemoración del episodio dijo el cardenal Poli: “Los hermanos palotinos llevaron con fidelidad una lógica de vida y alegría. Vivieron en compromiso con los débiles y los pobres”,

“La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”,

“Por qué no pensar que se entregaban a la vida fraterna aquellos palotinos de los que hoy hacemos memoria”

La misa fue concelebrada por el obispo de Chascomús y secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Carlos Humberto Malfa, y los obispos Jorge Lozano (Gualeguaychú), Oscar Ojea (San Isidro), Fernando Maletti (Merlo-Moreno), Gabriel Bernardo Barbas (Gregorio de Laferrere), Carlos Tissera (Quilmes) y Guillermo Rodriguez-Melgarejo (San Martín); los obispos auxiliares Martín Fassi (San Isidro), Joaquín Sucunza (Buenos Aires), Enrique Eguía Seguí (Buenos Aires), Alejandro Giorgi (Buenos Aires) y Jorge Torres Carbonell (Lomas de Zamora), además de unos 50 sacerdotes, en su mayoría palotinos”.


Durante la celebración se leyó un mensaje de Bergoglio que decía:

“Hacer memoria de estos testigos puede ser un estímulo para todos nosotros; nos presentan una vida entregada, olvidada de sí; que, como en el servidor del Evangelio, busca estar donde está su Señor, entre los últimos. http://www.aica.org/23975-el-papa-se-unio-la-misa-por-los-cinco-religiosos.html

Para la Comunidad Palotina:

“El compromiso de fe los llevó a defender el valor de toda vida y promover los valores evangélicos de la justicia, de la paz y del compromiso con los indefensos de la humanidad”.

Y esto solicita Juan Antonio Velasco, postulador de la causa de beatificación (y de canonización posconciliar y ultrarrápida):

“Formulamos un pedido a las autoridades de Roma para que el trámite se inicie. Tenemos el respaldo del cardenal Mario Poli. Nuestra postura es que la canonización corresponde por el martirio que padecieron los cinco”,

“Cuando la causa es de martirio no necesariamente buscamos probar ningún milagro. Lo que tenemos que probar es el martirio. Se supone que quien murió mártir vivió las virtudes heroicas en vida”,


Pero veamos en qué andaban los seminaristas “mártires”:

“Emilio Barletti era un querido compañero de la Juventud Peronista y Montoneros que prestaba el recinto de la parroquia para reuniones de jóvenes que se oponían a la dictadura militar y además facilitaba el mimeógrafo existente para confeccionar proclamas de resistencia a los genocidas. Emilio trabajaba pastoralmente en las villas de emergencia de la zona Sur del Gran Buenos Aires y era integrante de un importante grupo que se estaba gestando en el seno de la Iglesia de Cristo perseguida y que se denominaba “Cristianos para la Liberación”.

Su primera participación política (antes de 1972) fue en el Movimiento de Renovación y Cambio liderado por Raúl Alfonsín. Luego cansado del guitarreo y la sanata, emigró al peronismo revolucionario”.


Sobre Barbeito escribe Horacio Verbitsky, en uno de sus libros:

“La guerrilla creó un organización de superficie que se llamó Cristianos para la Liberación en la que había sacerdotes como Jorge Adur,Vicente Adamo,Emilio Neira y Pablo Gazzari; y seminaristas como el palotino Salvador Barbeito”… (Verbitsky (a) “Capitán Salazar” conoce mucho del tema: fue uno de los responsables del atentado a la Policía Federal)


Por su parte el párroco Kelly no desconocía las actividades de los seminaristas y tampoco ignoraba que en su parroquia servía de centro de reclutamiento de los Montoneros y es difícil creer que los padres Duffau y Leaden, que vivían en el templo, no lo supiesen. Todo indica que los seminaristas tenían directa relación con la célula que planificó la voladura de la dependencia policial. De allí la inmediatez y ferocidad de la represalia, algo que debe enmarcarse en la brutal guerra revolucionaria que asoló a nuestra Patria desde los años 60, con el apoyo del castrocomunismo. Y debe recordarse que uno de los brazos de la subversión fue el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en cuyas filas militaron más de 400 sacerdotes y religiosos, varios de ellos involucrados en acciones armadas.

Déjense de macanear Bergoglio, Poli y sus paniaguados con el cuento de los “mártires”. Basta de Mugicas y Angelellis. Intenten ser honrados -sé que no les será fácil- y acuérdense de Genta y de Sacheri, que sí murieron por Cristo.

Notas catapúlticas

1)Rahner propuso la “ampliación del concepto de martirio” en un artículo publicado en el número 183 de la revista «Concilium» (Marzo de 1983).

Para el heresiarca: “…También cuando se cae luchando por las convicciones cristianas constituye la muerte un testimonio en favor de la fe caracterizado por una decisión sin reservas; tal decisión integra en la muerte toda la existencia, está inspirada y sustentada por la gracia de Dios y se toma en medio de la más profunda impotencia interna y externa, que el hombre acepta resignadamente. Todo ello puede aplicarse también a la muerte sufrida en la lucha, ya que, en la vivencia de su fracaso, estos combatientes experimentan y sufren su propia impotencia y el poder del mal, lo mismo que el mártir paciente en sentido tradicional”.


2)Para uno de los validos de Bergoglio, el cura villero “Pepe”Di Paola, los palotinos “eran personas muy comprometidas en la vida de la Iglesia, con los pobres: son de las tantas personas que padecieron la violencia del Estado. Ellos tuvieron una vida sencilla, de compromiso serio, de vida comunitaria. vencieron sus propios miedos, y cumplían la tarea que como iglesia tenían que tener. Vivían en comunidad: 5 personas con personalidades distintas pero con un mismo objetivo. Por todo eso creemos que están en el camino y deberían ser proclamados por la Iglesia como testigos de la fe”