(Montoneros y
Rahnerianos)
CATAPULTA
El 2 de julio de 1976 Montoneros hizo estallar una
bomba en un comedor de la Policía Federal Argentina. Murieron 23 personas
-entre ellas un invitado civil – y hubo 60 heridos.
Dos días después, durante la noche del 4 de julio, un
grupo armado entró en la Iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano, y
ultimó a los sacerdotes Pedro Duffau, Alfredo Leaden y Alfie Kelly y a los
seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos palotinos.
Desde aquellos tiempos se habla de “La masacre de San
Patricio”, sin vincularla con la bomba en el comedor policial.
Y el aparato publicitario de la progresía política,
con la complicidad de la jerarquía eclesiástica, se encargó de difundir el bulo
de que los muertos de San Patricio eran mártires.
En la misa de conmemoración del episodio dijo el
cardenal Poli: “Los hermanos palotinos llevaron con fidelidad una lógica de
vida y alegría. Vivieron en compromiso con los débiles y los pobres”,
“La sangre de los mártires es semilla de nuevos
cristianos”,
“Por qué no pensar que se entregaban a la vida
fraterna aquellos palotinos de los que hoy hacemos memoria”
La misa fue concelebrada por el obispo de Chascomús y
secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Carlos
Humberto Malfa, y los obispos Jorge Lozano (Gualeguaychú), Oscar Ojea (San
Isidro), Fernando Maletti (Merlo-Moreno), Gabriel Bernardo Barbas (Gregorio de
Laferrere), Carlos Tissera (Quilmes) y Guillermo Rodriguez-Melgarejo (San
Martín); los obispos auxiliares Martín Fassi (San Isidro), Joaquín Sucunza
(Buenos Aires), Enrique Eguía Seguí (Buenos Aires), Alejandro Giorgi (Buenos
Aires) y Jorge Torres Carbonell (Lomas de Zamora), además de unos 50
sacerdotes, en su mayoría palotinos”.
Durante la celebración se leyó un mensaje de
Bergoglio que decía:
“Hacer memoria de estos testigos puede ser un estímulo
para todos nosotros; nos presentan una vida entregada, olvidada de sí; que,
como en el servidor del Evangelio, busca estar donde está su Señor, entre los
últimos. http://www.aica.org/23975-el-papa-se-unio-la-misa-por-los-cinco-religiosos.html
Para la Comunidad Palotina:
“El compromiso de fe los llevó a defender el valor de
toda vida y promover los valores evangélicos de la justicia, de la paz y del
compromiso con los indefensos de la humanidad”.
Y esto solicita Juan Antonio Velasco, postulador de la
causa de beatificación (y de canonización posconciliar y ultrarrápida):
“Formulamos un pedido a las autoridades de Roma para
que el trámite se inicie. Tenemos el respaldo del cardenal Mario Poli. Nuestra
postura es que la canonización corresponde por el martirio que padecieron los
cinco”,
“Cuando la causa es de martirio no necesariamente
buscamos probar ningún milagro. Lo que tenemos que probar es el martirio. Se
supone que quien murió mártir vivió las virtudes heroicas en vida”,
Pero veamos en qué andaban los seminaristas
“mártires”:
“Emilio Barletti era un querido compañero de la
Juventud Peronista y Montoneros que prestaba el recinto de la parroquia para
reuniones de jóvenes que se oponían a la dictadura militar y además facilitaba
el mimeógrafo existente para confeccionar proclamas de resistencia a los
genocidas. Emilio trabajaba pastoralmente en las villas de emergencia de la
zona Sur del Gran Buenos Aires y era integrante de un importante grupo que se
estaba gestando en el seno de la Iglesia de Cristo perseguida y que se
denominaba “Cristianos para la Liberación”.
Su primera participación política (antes de 1972) fue
en el Movimiento de Renovación y Cambio liderado por Raúl Alfonsín. Luego
cansado del guitarreo y la sanata, emigró al peronismo revolucionario”.
Sobre Barbeito escribe Horacio Verbitsky, en uno de
sus libros:
“La guerrilla creó un organización de superficie que
se llamó Cristianos para la Liberación en la que había sacerdotes como Jorge
Adur,Vicente Adamo,Emilio Neira y Pablo Gazzari; y seminaristas como el
palotino Salvador Barbeito”… (Verbitsky (a) “Capitán Salazar” conoce mucho del
tema: fue uno de los responsables del atentado a la Policía Federal)
Por su parte el párroco Kelly no desconocía las
actividades de los seminaristas y tampoco ignoraba que en su parroquia servía
de centro de reclutamiento de los Montoneros y es difícil creer que los padres
Duffau y Leaden, que vivían en el templo, no lo supiesen. Todo indica que los
seminaristas tenían directa relación con la célula que planificó la voladura de
la dependencia policial. De allí la inmediatez y ferocidad de la represalia,
algo que debe enmarcarse en la brutal guerra revolucionaria que asoló a nuestra
Patria desde los años 60, con el apoyo del castrocomunismo. Y debe recordarse
que uno de los brazos de la subversión fue el Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo, en cuyas filas militaron más de 400 sacerdotes y religiosos,
varios de ellos involucrados en acciones armadas.
Déjense de macanear Bergoglio, Poli y sus paniaguados
con el cuento de los “mártires”. Basta de Mugicas y Angelellis. Intenten ser
honrados -sé que no les será fácil- y acuérdense de Genta y de Sacheri, que sí
murieron por Cristo.
Notas catapúlticas
1)Rahner propuso la “ampliación del concepto de
martirio” en un artículo publicado en el número 183 de la revista «Concilium»
(Marzo de 1983).
Para el heresiarca: “…También cuando se cae luchando
por las convicciones cristianas constituye la muerte un testimonio en favor de
la fe caracterizado por una decisión sin reservas; tal decisión integra en la
muerte toda la existencia, está inspirada y sustentada por la gracia de Dios y
se toma en medio de la más profunda impotencia interna y externa, que el hombre
acepta resignadamente. Todo ello puede aplicarse también a la muerte sufrida en
la lucha, ya que, en la vivencia de su fracaso, estos combatientes experimentan
y sufren su propia impotencia y el poder del mal, lo mismo que el mártir
paciente en sentido tradicional”.
2)Para uno de los validos de Bergoglio, el cura
villero “Pepe”Di Paola, los palotinos “eran personas muy comprometidas en la
vida de la Iglesia, con los pobres: son de las tantas personas que padecieron
la violencia del Estado. Ellos tuvieron una vida sencilla, de compromiso serio,
de vida comunitaria. vencieron sus propios miedos, y cumplían la tarea que como
iglesia tenían que tener. Vivían en comunidad: 5 personas con personalidades
distintas pero con un mismo objetivo. Por todo eso creemos que están en el
camino y deberían ser proclamados por la Iglesia como testigos de la fe”