Urgente24, 12 de agosto de 2016
A partir de 2020, USA comenzará la producción de la
nueva bomba nuclear táctica de caída libre B61-12, ojiva que tomará el relevo
del armamento nuclear obsoleto de estadounidense en Europa. La B61-12 es una
bomba nuclear táctica de caída libre con una potencia de entre 10 y 340
kilotoneladas, dependiendo del objetivo. La cabeza nuclear 'Little Boy',
lanzada por las tropas estadounidenses el 06/08/1945 sobre la ciudad japonesa
de Hiroshima, era de entre 13 y 18 kilotoneladas. Para administrar semejante
poder, los presidentes de USA tienen una ventana de 4 minutos, durante los
cuales deben decidir si lanzan o no el apocalipsis irreversible. La humanidad
cabalga sobre un presente suicida y un futuro preocupante.
El show televisivo polémico de Joe Scarborough afirmó,
al aire, que se enteró que el candidato presidencial republicano Donald Trump
preguntó a un especialista en política exterior estadounidense, 3 veces durante
una reunión de 1 hora, el motivo por el cual, si USA tiene armas nucleares, no
puede usarlas.
La gente de Trump lo ha negado. Pero el general
Michael Hayden, ex director de la Central Intelligence Agency, salió al rescate
del republicano, y dijo que "el sistema" para lanzar armamento
nuclear “está diseñado para velocidad y decisión. No está diseñado para debatir
la toma de esa decisión”.
El asunto es harto peligroso. Hollywood ha logrado
instalar una apreciación errada, voluntarista y gentil, acerca del podder del
Presidente. En sus películas y series para TV, la industria del entretenimiento
audiovisual muestra a los protagonistas debatiendo durante minutos sobre cómo
responder a un ataque nuclear. El comando nuclear y sistema de control está
diseñado para funcionar bajo presiones de tiempo increíble. Y lo hace
removiendo cualquier oportunidad para que el Presidente mida sus opciones o
modifique los planes existentes. En la ficción, el Presidente decide acabar con
el mundo pero desarrolla la acción en una comedia de media hora.
USA está preparando la renovación de su arsenal
nuclear táctico en Europa. En 2020 comenzará la sustitución de las bombas
obsoletas B61-3, B61-4, B61-7 y B61-10 por el nuevo modelo B61-12.
Según el experto militar de la agencia rusa de
noticias TASS, Víktor Litovkin, el rasgo distintivo principal del nuevo modelo
será su posibilidad de controlar la explosión. Los pilotos podrán detonar la
carga de forma remota dependiendo de la misión prevista: bien se trate de un
objetivo en pleno vuelo hacia territorio del enemigo o de un objetivo en tierra
e incluso bajo tierra.
Además, las bombas B61-12 tendrán una nueva unidad de
cola que aumentará su precisión y su dirigibilidad.
El Kremlin no ha cuestionado abiertamente los planes
de renovación de los arsenales nucleares tácticos en Europa. Dmitri Peskov,
secretario de prensa del presidente de la Federación Rusa, ha señalado que la
necesidad de Rusia de responder a las acciones emprendidas por USA deben
valorarla los expertos militares.
“La B61-12 es una bomba nuclear táctica de caída libre
con una potencia de entre 10 y 340 kilotoneladas dependiendo del objetivo, es
decir, de si se trata de personas en el teatro de operaciones militares o de
poblaciones y silos de misiles”, comentó Litovkin a la publicación digital
RBTH.
Para ejecutar ataques contra instalaciones se
utilizarán los cazas de 5ta. generación F-22 Raptor y F-35 Lightning II, así
como el avión de asalto A-10 Thunderbolt y los cazas multifuncionales F-16.
“Los modelos anteriores se encuentran almacenados en
las bases de la US Air Force en Renania-Palatinado y Büchel (Alemania), así
como en Holanda, Italia, Bélgica y Turquía”, explicó Litovkin.
Según él, la potencia de la cabeza nuclear 'Little
Boy', lanzada por las tropas estadounidenses el 06/08/1945 sobre la ciudad
japonesa de Hiroshima, era de entre 13 y 18 kilotoneladas. Como resultado de
esta explosión de hace 71 años murieron más de 150.000 personas.
“La bomba 'Fat Man', lanzada sobre Nagasaki, se llevó
la vida de más de 80.000 personas. Y en estos datos no se cuenta a las víctimas
de la radiación. Imaginen de qué es capaz la nueva bomba nuclear, con una
potencia que puede alcanzar las 340 kilotoneladas”, añadió el analista militar.
¿Supone una amenaza para Rusia?
Según Vladímir Dvorkin, investigador principal del
Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, de la Academia Rusa
de Ciencias, la modernización del armamento nuclear táctico estadounidense es
un procedimiento rutinario y no conlleva mayor amenaza para la seguridad de
Rusia.
“Todos los tipos de armamento tienen un plazo de
garantía en el servicio militar. En este caso, se trata de la sustitución
planificada de las ojivas obsoletas por nuevas municiones modernizadas”,
explicó.
Según Dvorkin, la bomba atómica en manos de potencias
civilizadas es un arma de contención, no de ataque. “Los estadounidenses están
sustituyendo la bomba B61 para después olvidarse durante otros diez años del a
necesidad de renovar sus arsenales nucleares tácticos en Europa”, añadió
Dvorkin.
¿Tomará Rusia alguna medida como respuesta?
Según los expertos, Moscú no emprenderá ninguna medida
militar como respuesta.
“Rusia está llevando a cabo la modernización
planificada tanto de las fuerzas nucleares como de los sistemas de defensa
antiaérea y antimisiles. Estas medidas permiten centrarse en el componente
diplomático de los problemas, y no en el militar” –opina el observador militar
de Izvestia Dmitri Safónov.
Según él, no existe ningún acuerdo internacional entre
Moscú y Washington DC que regule los potenciales cualitativos y cuantitativos
del armamento nuclear táctico.
El asunto es casi descabellado. La clave para entender
el comando y el sistema de control es que fue diseñado para cumplir con un
requisito conocido como “lanzar bajo ataque” un escenario muy específico para
atemorizar a Rusia de tratar de noquear los misiles balísticos
intercontinentales de USA (ICBMs) lanzando un ataque nuclear masivo sin
consecuencias.
El "lanzar bajo ataque" es la idea que
detiene a Rusia de intentarlo: para iniciar el curso de las acciones, USA sólo
necesita detectar un lanzamiento de un ICBM de Rusia para lanzar su represalia
antes de que el ICBM de Rusia llegue al blanco estadounidense, unos 30 minutos
de vuelo. Y presuntamente, ya que conoce que no será gratis su ataque, Rusia
pensará 2 veces en disparar su ICBM.
Inspirándose en un capítulo del libro que Walter
Slocombe escribió hace casi 30 años, se construyó una línea de tiempo sobre
cómo sería todo.
Para empezar, un misil ruso demora 1 minuto en llegar
a la altitud capaz de quedar identificado por un satélite de USA, y 1 minuto
más transcurre hasta que sucede ese alerta satelital y su reporte a una
estación terrestre en Alemania.
Luego, 2 minutos transcurren hasta que el Comando de
Defensa Aeroespacial estadounidense, cuya actividad consiste en "rastrear
a Santa Claus" (con sus renos atravesando las nubes en Nochebuena),
confirma que un ataque contra USA ha comenzado, y se lo notique al Presidente.
Si el Presidente decide, de inmediato, contraatacar,
tiene que formatear su orden como mensaje de acción de emergencia (EAM) y
transmitirlo a la tripulación de lanzamiento, que deberá autenticar el EAM
apenas recibido, ejecutar la secuencia de lanzamiento y disparar los ICBMs para
que queden fuera de los silos antes de que las armas rusas empiecen a caer.
Todos esos pasos imprescindibles para que la respuesta
disuasoria funcione como tal, dejan al Presidente escasos 8 minutos desde que
recibe el alerta hasta que define su acción.
Pero una porción de esos 8 minutos se pierden en la
propia comunicación al Presidente.
Ocurre que el llamado a la Casa Blanca no es al
Presidente sino a la persona designada por el Presidente para recibir el
mensaje y evaluarlo en cuestión de segundos. Es probable que esa persona demore
1 minuto entre que recibe y transmite el alerta. Entonces el Presidente ya no
tiene 8 minutos.
En noviembre de 1979, esa persona era Zbigniew
Brzezinski -más tarde asesor de Seguridad Nacional de James Carter-, quien aún
recuerda su dilema de saber que tenía 3 minutos para decidir o no informar al
Presidente, para que después el Presidente tuviera 4 minutos para decidir tomar
represalias o no.
Brzezinski -quien había defendido apoyar al ya
debilitado Sha de Persia, llegando a sugerir una intervención armada de USA en
Irán para mantenerlo en el poder, y al fracasar urdió el fortalecimiento de
Saddam Hussein para atacar a Irán, y convenció a los Gobiernos de Kuwait y
Egipto para que aconsejaran a Irak que atacase Irán-, vivió un momento muy
terrible poco antes de la invasión de la ex URSS a Afganistán.
Ocurrió el llamado del Comando de Defensa Aeroespacial
con la notificación del EAM en progreso.
Cuando concluían los 3 minutos, el asistente militar
de Brzezinski lo llamó para contarle que era una falsa alarma, alguien había
dejado correr un video de entrenamiento. Brzezinski volvió a la cama. Nunca
despertó a su esposa, por cierto. Él dijo que había decidido que si fuese un
ataque nuclear soviético, sería mejor dejarla morir mientras dormía.
Días después sucedió la invasión de la ex URSS a
Afganistán con 110.000 soldados. Pero no hubo alerta nuclear aunque Carter
suspendió sus vacaciones y volvió a Washington DC. Brzezinski recomendó que
pidiese al Senado que postergara el estudio del tratado antinuclear SALT II,
cancelara la venta de cereales, suspendiera los privilegios pesqueros a los
buques soviéticos, y congelara los intercambios económicos y culturales,
apoyara la venta de armamento moderno a Pakistán, y acordara con Arabia Saudí
financiar operaciones encubiertas vía los muyahidines afganos (así nació Al
Qaeda). Pero el planeta Tierra no colapsó.
Lo que es increíble es cuánto tiempo se pierde en un
período tan breve y estratégico en los pasos mecánicos y administrativos, desde
detectar el lanzamiento hasta encontrar al Presidente. ¿Qué pasa si el
Presidente está en el baño, en plena ducha?
Por esto el Presidente siempre tiene un ayudante
militar en la sombra, con la “etiqueta de emergencia presidencial” mejor
conocida como “football”. Todo tiene que estar siempre listo, en todo momento.
Como mucho, el Presidente tendrá un par de minutos para pensar qué hacer, y
medir el curso de acción.
En verdad, el Presidente no tiene tiempo para hacer
otra cosa más que elegir entre las opciones preseleccionadas de un limitado
menú de opciones, y lo que está en juego es la Civilización completa, y hasta
el destino del planeta Tierra.
Por suerte los presidentes no se comportan de acuerdo
con la rígida línea de tiempo trazada. Recuerden al ex presidente George W.
Bush, el 11/09/2001: él estaba sentado en un aula llena de estudiantes y
reporteros cuando el 2do. avión golpeó el World Trade Center. Andrew Card, el jefe
de personal de Bush, debía decidir que decirle al Presidente. El eligió
susurrarle al oído un mensaje breve: “Un 2do. avión golpeó la 2da. torre. USA
está bajo ataque”.
Bush tiene una historia muy conmovedora acerca de qué
pasó por su cabeza en ese momento, mientras los equipos BlackBerry chillaban en
el aula. Él había estado hablando sobre la importancia de mantener la
compostura y tomarse tiempo para entender qué estaba pasando. Bush no quería
alarmar a los chicos ni a su personal ni al mundo que estaba mirando su
reacción a través de las cámaras de la TV porque era un evento televisado.
Por ese motivo él permaneció en la habitación 7
minutos más y después fue a un centro de crisis improvisado establecido en la
propia escuela.
El documentalista Michael Moore lo criticó por ese
motivo pero otros afirman que Bush hizo lo correcto al mantener la calma. Sin
embargo, de existir una amenaza nuclear, esos 7 minutos hubiesen sido el final
de USA. ¿Y entonces?
Por ese motivo, y con el fantasma de Trump por delante
el "lanzar bajo ataque" resulta todo un problema. El sistema está
diseñado para convertir rápidamente la voluntad del Presidente en muerte y
destrucción en el otro extremo del mundo. Tal es sería bueno reflexionar mejor
al elegir un Presidente.
Hubo una serie de falsas alarmas nucleares en junio de
1980, adjudicadas a la falla del 46% de los chips de las computadoras del
centro estratégico. Según el Centro de Información de la Defensa, entre 1977 y
1984 hubieron unos 1.152 "moderadamente serias” falsas alarmas.
Al parecer, son tan comunes que es posible sospechar
que el sistema fracasará cuando ocurra un lanzamiento ruso de verdad.
El problema, sin embargo, es qué sucede durante una
crisis.
Hay quienes afirman que, por ejemplo, USA haría mejor
en ubicar sus misiles en submarinos o en portaaviones, capaces de contraatacar
con menos estrés, relegando cualquier arma nuclear terrestre al rol de una
cabeza nuclear “de señuelo” para impedir que un misil caiga sobre centros
urbanos: quedarían como armas defensivas, dejando el ataque para una etapa
posterior y no simultánea.
Dicen que Barack Obama pidió estudiar opciones
alternativas a la que heredó.
Pero los especialistas en defensa parece que se niegan
a modificar el protocolo porque creen que perderían influencia sobre el
Presidente.