Carlos Pissolito
Informador Público, 10-8-16
Hay temas relacionados con la Defensa
que reaparecen en forma recurrente. El servicio militar es uno de ellos. En
esta oportunidad, el Subsecretario Nacional de la Juventud, Piter Robledo, dice
que buscará impulsar su derogación. Con ello, afirma, quiere poner fin a la ley
24.429, que indica que el servicio militar obligatorio (SMO) puede ser puesto
en práctica en tiempos de guerra, crisis o emergencia nacional.
Para empezar, podemos decir que la forma en que las
distintas culturas a lo largo de la historia se han preparado para su defensa
ha introducido profundas transformaciones en sus sociedades. Para hacer corta
una historia larga, podemos sinterizarla, diciendo que a la hora de elegir cómo
defenderse, las diferentes sociedades humanas lo probaron todo. Desde el
hacerlo por sí mismas bajo distintas formas hasta la contratación de
mercenarios que lo hicieran por ellas.
Fiel a las modas que venían de Europa, nuestro país
adoptó el sistema SMO. Lo hizo en el marco de una importante reforma militar
que pretendió; y que logró, colocar a nuestras fuerzas militares a la altura de
las más avanzadas del mundo. Precisamente, en 1901, el Ministro de Guerra, el
Coronel Pablo Riccheri, lo introdujo mediante el denominado “Estatuto Militar
Orgánico”, durante la 2da presidencia de Julio A. Roca.
Con su implementación, Roca y los dirigentes de su
generación, buscaron consolidar la unidad nacional y darle cierta cohesión
social a nuestra sociedad, ante el importante flujo inmigratorio que llegaba a
nuestras tierras.
Posteriormente, en la década de 1990, tras un
lamentable caso de abuso de autoridad, que derivó en la muerte del Soldado
Carrasco. El Presidente Carlos Menem decidió la suspensión, no la derogación,
de la antigua ley y puso en funcionamiento, en su lugar, la modalidad del
servicio militar voluntario (SMV).
Hasta hoy, el sistema parece funcionar relativamente
bien, dadas sus ventajas técnico-militares. Ya que permite educar y entrenar
mejor a un soldado raso frente a la complejidad creciente de los sistemas de
armas que debe operar. Situación que no es compatible con un adiestramiento que
pueda reducirse a unas pocas semanas. Como es la norma en los sistemas de
reclutamiento obligatorio.
Sin embargo, comienzan a verse algunas consecuencias
no deseadas de tal especialización. Por ejemplo, las de un sistema que tiende a
cerrarse sobre sí mismo. Creando cuerpos aislados de la sociedad a la que están
llamados a defender. Surgen interrogantes que nadie quiere formularse. Como por
ejemplo: ¿No hay peligro de conformar una suerte de guardia pretoriana al
servicio del gobierno de turno? Algo ya intentado por la administración
anterior. En forma paralela, se comienzan a añorar algunas de las virtudes del
viejo sistema obligatorio. Se habla, -entre otras cosas- de contención juvenil,
de disciplina, de integración social.
En ese sentido, no son pocos los que añoran las
ventajas del viejo sistema del SMO. Claro, ya no se habla de incluir a la
oleada de inmigrantes que bajan de los barcos en el puerto de Buenos Aires. Se
menciona la necesidad de contener a la juventud para que no caiga en los
flagelos de la droga y la delincuencia.
Antes de continuar, habría que definir mejor de qué
estamos hablando. Pues, creemos que volver totalmente al antiguo sistema. Dejando
de lado, en el camino, lo que se ha mejorado con el actual, no sería lógico, ni
económico.
Hacerlo sería, a todas luces, un retroceso. Pero,
tampoco, podemos caer en un profesionalismo militar ajeno a las necesidades del
país. Respecto a esto último, creemos que una posible solución transita por un
camino intermedio. Con unidades especializadas que no tienen más alternativa
que nutrirse de soldados profesionales. Tales como, las de paracaidistas, las
de blindados, o las de cazadores, etc.
Y con otras, donde la necesidad de una preparación
especial no sea tan importante y que pudieran servir para incorporar a los
denominados Ni-Ni. También, esta iniciativa podría complementarse con un
“servicio cívico voluntario”, una escuela de artes y oficios en la cual ellos
podrían adquirir conocimientos tendientes a su salida laboral.
En síntesis, creemos que un sistema mixto completaría
al actual sistema en un punto importante. Cuál es la formación de reservas. Ya
que hoy tal función no existe. Por otra parte, se podrían recuperar efectos
benéficos colaterales, al menos parcialmente, del sistema del SMO; tales como:
practicar una revisación médica, con vacunación incluida, a una parte
importante de nuestra población.
En conclusión, no estamos de acuerdo con la iniciativa
tendiente a la derogación de la Ley 24.429 del SMO. Ya que, nos podría ser de
utilidad por todos los fundamentos expuestos. Pues, tal como lo atestigua la
historia militar, la mayoría de los ejércitos del mundo, aún los mejores. No
están siempre compuestos por la crema y nata de sus sociedades. En sus filas,
ha sido siempre más fácil encontrar vagos, atorrantes y mal entretenidos que
señores de abolengo.
Sin embargo, por las virtudes propias de la educación
militar, muchos de ellos han logrado integrarse a lo que Pedro Calderón de la
Barca catalogara como “una religión de hombres honrados.” Creemos que en hacer
que esta transformación sea factible, está la clave de todo.