La bandera antidelito que siempre vuelve
Héctor Gambini
Clarín, 4-1-17, Carta del editor
Última noticia: el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación anuncia la propuesta que le fuera enviada por el Poder Ejecutivo para bajar en dos años la edad de imputabilidad penal. ¿Qué es esto? Que alguien sea imputable de los delitos graves desde los 14 años y no desde los 16, como es ahora. El presidente de la Cámara de Diputados es Alberto Pierri. El presidente, Carlos Menem. Es 1997 y hablan los especialistas, debaten, argumentan. No pasa nada.
En 2004 asesinan a Axel Blumberg en Moreno. Sus asesinos son mayores, pero en el debate agitado por la inseguridad se propone bajar la edad de imputabilidad a los menores. Cambian muchas leyes y se llegan a dictar condenas a 37 años y medio de prisión para delitos comunes, pero la imputabilidad sigue desde los 16.
Ahora es octubre de 2008 y acaban de asesinar en su casa de San Isidro al ingeniero Ricardo Barrenechea. El gobernador Scioli dice que va a insistir para que en la Argentina se baje la edad de imputabilidad. El debate se agita. Se agita tanto que se cansa y se va a dormir un par de años más.
Ya es julio de 2010 y un adolescente en Carmen de Patagones la emprende a tiros contra sus compañeros que le hacen bullying. Mata a tres y hiere a cinco. Vuelta al debate. La Cámara de Diputados arde y, en pleno ardor, descubren que en la Comisión de Legislación penal había más de 20 proyectos de diferentes bloques que abordaban el tema: bajar la imputabilidad a los 14 años. El ardor coyuntural no alcanzó, sin embargo, para vencer al freezer de los cajones.
El debate siempre es enriquecedor y bienvenido, menos cuando se lo usa como humo para que lo vean desde afuera y desde lejos. Hace 20 años que agitar la imputabilidad de los menores como remedio antidelito es una costumbre argentina. Al calor de ese debate que al final nunca se da germinaron, imperturbables, los Ni-Ni, ese ejército de chicos que no estudia ni trabaja, y que influye sobre los números del delito mucho más que la edad para ser considerado responsable penal.
Con una catarata de argumentos a favor y otra igual de caudalosa en contra, el de la imputabilidad de los menores ante el delito vuelve cíclicamente al país que resuelve sus cuestiones penales por espasmos. Ahora volvió porque la semana pasada un adolescente mató a otro en Flores y los vecinos terminaron tomando la comisaría, en el que terminó siendo el hecho más grave ocurrido durante los temidos días de Fin de Año.
¿Traer el tema de nuevo a debate significa redescubrir una receta eficaz para combatir al delito? No es lo que pasa en los países latinoamericanos que avanzaron sobre el tema. Venezuela, El Salvador, México y Honduras fijaron la edad de imputabilidad en los 12 años y el delito ni se enteró. Allí están las tasas de homicidio más altas del mundo.
Acá hay soldaditos de los narcos que venden en los búnkers de Rosario y alertan cuando llegan sospechosos a cualquier puesto de venta de la Capital, Lomas de Zamora, Mendoza o Neuquén. Es tan cierta su responsabilidad penal como el hecho de que, cuando caen, no caen los narcos ni se acaba la droga.
Que el Año Nuevo traiga a la mesa un debate nuevo sobre los menores y el delito, donde no falten el acceso a la escuela, al deporte, al trabajo ni a la salud. Que allí tampoco falten las víctimas y una ley para que se las considere parte del proceso penal, un debate que quedó trunco en el Congreso a fin de año, tapado por la ley del impuesto a las Ganancias.