por Miguel Ángel Boggiano
Informador Público, 6-3-17
Este lunes 6 de marzo debían comenzar las clases en la
Argentina. Pero no será así: los gremios docentes anunciaron un paro nacional y
el inicio de clases es, una vez más, incierto.
Por esto, nos parece importante realizar algunas
reflexiones respecto de la calidad del sistema educativo argentino.
Según propios datos del Ministerio de Educación, en
nuestro país hay 12,5 millones de alumnos y más de 720 mil docentes. Esto nos
permite concluir que en la Argentina hay un docente cada 17 alumnos
aproximadamente.
Este número es considerablemente más bajo que la gran
mayoría de los países de América Latina y el mundo.
Según el Banco Mundial, el promedio en el mundo es de
23,7 alumnos por docente y la CEPAL establece un promedio de 22 para América
Latina y el Caribe.
Países como Chile y Brasil tienen aproximadamente 21
alumnos por docente, mientras que México tiene 27 y Colombia 24.
Contar con más docentes por alumno debiera ser
considerado como un dato positivo, ya que en teoría tendría que traducirse en
una mejor calidad educativa.
Sin embargo, tener en proporción más docentes que el
resto de los países también supone un costo más elevado para el estado que
tiene que destinar mayores sumas de dinero para el pago de salarios que los
demás países. Dicho de otro modo: el mayor gasto relativo en sueldos docentes
(por tener más docentes por alumnos) se justifica sólo si ello se traduce en
una mayor calidad educativa. Caso contrario ese gasto más elevado será
simplemente un derroche de recursos.
Recordemos también que el gasto en educación (5,3%
sólo del Ministerio de Educación en 2016) es muy superior al promedio mundial
de 4,4% del PBI.
Argentina es una vez más, el mundo del revés: tenemos
un número muy alto de docentes por cada alumno, pero los chicos no aprenden; la
calidad educativa es mala.
Analicemos el informe PISA, que se realiza cada tres
años y evalúa a alumnos de 15 años de distintos países en ciencias, matemáticas
y lectura, y es considerado uno de los principales indicadores a nivel mundial
de la calidad educativa de un país.
En la edición de 2012, la Argentina quedó entre los
peores países participantes, ubicándose en el puesto 59 de 65. Fue superada por
otros países del continente como Brasil, Uruguay, Chile y México.
Respecto de la edición del 2015, el resultado fue
mucho peor ya que directamente se excluyó a la Argentina del ranking por serios
cuestionamientos en la metodología empleada. Un papelón que probablemente haya
sido a propósito.
Como si esto fuera poco, debemos destacar que desde
que nuestro país participa en las pruebas PISA (2000), no ha mejorado
significativamente en ninguna materia, con lo que no ha habido ningún avance en
todos estos años en la calidad educativa. Esta es una diferencia importante con
los demás países sudamericanos, los cuales han demostrado avances a lo largo
del tiempo.
Entonces, tenemos un mayor gasto en sueldos docentes,
con más docentes por alumno que el promedio de la región, pero eso no se
traduce en una mejora en la calidad educativa, sino todo lo contrario.
En un contexto de pobre calidad educativa en América
Latina, la educación en Argentina es de las más ineficientes en la región,
teniendo en cuenta la relación costo-calidad de la cual venimos hablando.
Uno de los aspectos clave en los cuales se refleja
esta situación, es en el altísimo ausentismo docente, del cual hablamos en
“Paritarias docentes: ¿Derecho a Huelga o Extorsión?” y que es superior al 24%.
Este es probablemente el tema central del conflicto docente: tenemos gente a la
que se le está pagando y que no está yendo a trabajar. En la práctica, si
tenemos en cuenta las ausencias, no tenemos 17 docentes por alumnos sino 23. El
gremio docente está estafando a la sociedad con sus ausencias.
Es interesante destacar el caso de la provincia de
Mendoza que logró bajar el ausentismo docente en un 34% con el llamado Ítem
Aula: un adicional salarial del 10% del sueldo para aquellos docentes que
falten menos de tres veces en un mes. Esto nos habla del sistema educativo y
los docentes argentinos.
A las puertas de un nuevo paro docente, debemos
recordar que nuestro país destina una gran porción de su PBI al gasto en
educación, lo que no se traduce en una mejor calidad educativa. Los chicos
deben ser la prioridad número uno, y se hace necesaria una urgente mejora en la
calidad de la enseñanza. Esta discusión no puede en modo alguno ser eludida en
estas paritarias ya que no es posible continuar aumentando el gasto si ello no
se traduce en una mejora efectiva en el servicio que los docentes brindan a la
sociedad.