POR BJØRN LOMBORG
La Nación, 23-10-17
Se ha creado un nuevo tablero que pretende calificar
el grado de avance de los países en los Objetivos para el Desarrollo, pero poco
nos dice sobre los grandes retos de la humanidad. En su lugar, pone en
evidencia las insuficiencias de la desenfocada agenda global que hoy se sigue
para el desarrollo.
El nuevo e importante informe, supervisado por Jeffrey
D. Sachs y publicado por la Red de Soluciones Sostenibles de las Naciones
Unidas y la Bertelsmann Stiftung de Alemania, grafica en colores el avance de
los países en su implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS), la importante agenda que sucedió a los muy eficaces Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM) hace 18 meses. El verde indica que todos los
indicadores de un objetivo se han logrado satisfactoriamente, mientras que
respectivamente el amarillo, el naranja y el rojo apuntan a distancias
crecientes para alcanzarlo.
Se podría esperar que la calificación revelara cuán
bien los países ricos asignan su ayuda para el desarrollo y cómo los países con
menos recursos destinan sus fondos propios para asegurar que más gente tenga
acceso a educación, atención médica, seguridad alimentaria y un ambiente seguro
y limpio, es decir, los retos fundamentales para el desarrollo del planeta.
En lugar de ello, el índice nos muestra que Camboya
(donde más del 20 % de la población vive con menos de $1,90 al día) obtiene un
verde, superando a una España naranja, en la implementación del ODS 1: “Acabar
con la pobreza en todas sus formas en todo el planeta”. En cuanto a eficiencia
gubernamental, el informe afirma que Italia lo está haciendo peor que todos los
países, excepto Venezuela (tiene una calificación más baja que Burundi o
incluso Siria) en una lista encabezada por Singapur y, lo que es más
sorprendente, Ruanda.
Estados Unidos alcanza una sorprendente cantidad de
rojos y amarillos, y sale en el número 42 del total de 157 países. De hecho, no
logra verde en ninguno de los 17 ODS y comparte este dudoso honor con Grecia,
Italia, Letonia, México, España y Turquía, entre otras naciones de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). (En
contraste, Yemen, país asolado por la guerra, obtiene verde tanto para “Acción
climática” como “Colaboración para el logro de los objetivos”).
Es popular y fácil atacar a Estados Unidos, pero los
contribuyentes de ese país representan casi un cuarto de todo el dinero
destinado a la ayuda directa para el desarrollo. Pareciera que un informe que
da al mayor donante global la clasificación más baja posible para “Colaboración
para el logro de los objetivos” tiene algunos problemas de fondo. (Birmania,
Uzbekistán y Arabia Saudita comparten marcas verdes en esta categoría).
Tras todo esto hay un problema mayor: la agenda actual
para el desarrollo está tratando de serlo todo para todos. Los ODM funcionaron
porque eran pocos y muy específicos, mientras que los ODS abarcan 169 metas, lo
cual resulta preocupante por su dispersión.
Estados Unidos obtiene un poco destacado amarillo para
el ODS 3, que cubre la sanidad y el bienestar. ¿Por qué? La expectativa de vida
en EE. UU. es relativamente alta y la mortalidad neonatal y maternal
relativamente baja, pero resulta que su puntuación general cae por su alto
número de muertes en accidentes de tráfico. Sin embargo, mezclar accidentes
automovilísticos en Ohio con mortalidad neonatal y prevalencia del VIH no hace
más que enturbiar la agenda para el desarrollo internacional.
Y Australia recibe un rojo en el ODS “Acabar con el
hambre”, no debido a altos niveles de inanición ni deficiencias de
micronutrientes, sino a sus altos índices de obesidad y los menores
rendimientos de su agricultura extensiva.
No hay duda de que la obesidad y la eficiencia
agrícola en los países ricos son importantes. Pero al intentar que tanto los
países desarrollados como en desarrollo tengan problemas que solucionar, perdemos
de vista de lo que realmente importa: unas 795 millones de personas en el mundo
no comen lo suficiente como para tener una vida activa y saludable. Eso es
cerca de uno de cada nueve habitantes de la Tierra, la vasta mayoría en
países en desarrollo, donde un 12,9 % de la población está desnutrida.
Solucionar las deficiencias de micronutrientes fue uno
de los 19 objetivos específicos identificados por un panel de economistas
premiados con el nobel que estudiaron las maneras más eficaces en función de
los costes para ayudar a la gente, proteger el planeta e impulsar la
prosperidad. Objetivos como el
logro del acceso universal a los anticonceptivos y la planificación familiar,
acabar con la tuberculosis para el 2030, un comercio global más libre, poner
fin a los subsidios a los combustibles fósiles y proteger los arrecifes de
coral ayudarían a mejorar el medioambiente y miles de millones de vidas.
Los análisis demostraron que centrarse en los 19
objetivos principales lograría cerca de cuatro veces más en términos de
bienestar que tratar de distribuir fondos entre los 169 objetivos. En su lugar,
los gobiernos están haciendo frente a esta enorme cantidad de metas. Como
admite el índice de ODS, “los países parecen verse en dificultades para
implementar toda la gama” de indicadores.
Hoy los países mismos están haciendo la priorización
que la ONU no pudo hacer. Es imposible que logren los 169 objetivos de una sola
vez, por lo que se centran en solo algunos de ellos. El peligro real es que no
sean los objetivos para los que se podría lograr el mayor bien por dólar,
libra, rupia o peso, sino los que tengan el mayor atractivo para los medios,
atención de las ONG o interés de las grandes empresas.
Necesitamos llevar la agenda para el desarrollo a sus
temas más básicos y centrarnos en las áreas donde cada dólar gastado pueda
lograr lo mejor para la humanidad. Solo así un tablero de puntuación nos
ayudará a lograr el máximo avance en estos temas.
Bjorn Lomborg es director del Centro de Consenso de
Copenhague y profesor visitante en la Escuela de Negocios de Copenhague. ©
Project Syndicate 1995–2017