Perfil, 12|11|17
Jaime Duran Barba
El caso Maldonado produjo una explosión de pasiones y
manipulaciones que ocultaron un problema grave: la demagogia y la novelería de
algunos estimula la reinstalación de la violencia en nuestra sociedad.
Muchos de los que vivimos la experiencia de los 70 y
la mayoría de los argentinos queremos evitar que se repita esa funesta
experiencia. Quisiéramos que el país se desarrolle, unido, democrático.
Otros están formando un grupo armado milenarista,
parecido al movimiento de Antonio Conselheiro en Canudos, en 1897. Realizan
desde hace años atentados, incendian, amedrentan, queman la bandera argentina,
pretenden desmembrar el país. Sus dirigentes pretenden implantar una sociedad
semejante a la de los pueblos no contactados con la civilización que habitan en
la Amazonia. Seguramente son buenas personas, se han socializado en tribus
urbanas de flogers, aman la naturaleza, pero lo que hacen solo puede bañar en
sangre al país.
El tema es demasiado importante. La semana pasada
escribimos un artículo situando el problema en el momento actual, seguimos hoy
reflexionando acerca de los mapuches y la violencia y continuaremos con otra
nota minuciosa acerca del caso Maldonado. Trabajamos con datos objetivos,
obtenidos de la prensa escrita y de los programas de Jorge Lanata y Nicolás
Wiñazki dedicados al tema. Para quienes quieran profundizar en esta
información, pueden consultarlos en Perfil.com.
El caso Aigo. En marzo de 2012 fue asesinado a balazos
el sargento mapuche de la policía de Neuquén José Eduardo Aigo, cuando se
acercó a una camioneta en la que estaban Juan Marco Fernández, hijo del
intendente de San Martín de los Andes, militante del Frente para la Victoria, y
los chilenos Alexis Cortés Torres y Jorge Salazar Oporto, prófugos de la
Justicia, acusados de terrorismo. El Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)
y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) asumieron la “responsabilidad
política” del asesinato en un comunicado: “Alegres y orgullosos, comunicamos
hoy que nuestros hermanos Jorge Salazar y Alexis Cortés lograron salir
victoriosos del gran cerco militar desplegado en su contra en las montañas de
nuestro sur andino del Wallmapu (Estado mapuche)”. Su búsqueda significó “una
silenciosa y encubierta campaña represiva en Chile y Argentina. Fueron cerca de
cincuenta días de resistencia guerrillera, en condiciones extremas de una
inédita cacería humana, incluida recompensa (50 mil dólares) ofrecida por el
gobierno de Neuquén, alentada por la sed de venganza de los sectores más
fascistas de la sociedad y las Fuerzas Armadas argentinas, en alianza con sus
pares oligarcas y fuerzas policiales chilenas de ocupación de territorio
mapuche”. En ese entonces gobernaba Cristina Kirchner.
Jones Huala, líder de RAM, dijo sobre el crimen: “Uno
hace elecciones en la vida, es muy triste que la mayoría de los mapuches sean
policías. El (por Aigo) eligió defender los intereses de los capitalistas, es
triste, evidentemente una persona pobre que no tiene comprensión, no tiene
análisis y tampoco ganas de trabajar, porque para mí los policías son vagos, no
son capaces de agarrar una pala y se meten de policías. Nosotros hemos vivido
mucha pobreza y yo prefiero hacer cualquier cosa antes que meterme de
uniformado”. En definitiva, para él es bueno que un mapuche muera si es
policía, y sus asesinos son militantes revolucionarios aunque sean blancos.
Los mapuches. Habitan en Argentina cerca de 200 mil
mapuches argentinos, es absurdo decir que son chilenos. Antes de la conquista
española, nuestro país estuvo habitado por pequeños grupos humanos. En el siglo
XIX, el gobierno chileno reprimió a los indígenas del sur de ese país, a los
que llamaba araucanos. Algunos de ellos cruzaron la cordillera, se
establecieron en Argentina, sus descendientes hablan mapudungún y conservan
tradiciones de sus ancestros. Desde el siglo XIX rechazan que los llamen
“araucanos”, por la relación de esta palabra con el término quechua “auca”, que
significa “salvaje”, y prefieren llamarse “mapuches” (mapu, tierra y che,
hombre).
Los mapuches son argentinos, trabajan, son parte de la
población progresista del sur argentino. Cushamen es un departamento de la
provincia del Chubut con 20 mil habitantes de esa cultura que nada tienen que
ver con grupos terroristas. Está cerca de allí una invasión realizada hace
cinco años a la que llaman Pu Lof, una de las principales bases de RAM
(Resistencia Ancestral Mapuche). Estas semanas la prensa confundió a los
mapuches de Cushamen con los guerreros de RAM. Como dijo un habitante de
Esquel, muchos de los enmascarados violentos “son más gringos que yo”.
RAM y sus ideas. El 13 de noviembre de 2014, RAM
reivindicó el incendio del refugio Neumeyer, y los atentados en contra del
Consulado de Chile y la Catedral de Bariloche, publicando un manifiesto que
exponía sus ideas, reproducido en PERFIL hace algunas semanas.
Dice en el documento: “Nos adjudicamos de manera digna
y responsable la última operación pública ejecutada por Weichafe (guerreros) de
la RAM en el valle del Challwako”. “También nos hacemos responsables de la
quema de plantaciones de pinos de la multinacional Benetton en el noroeste de
Chubut en diciembre pasado”. “Resistiremos a Sangre y Fuego a las petroleras y
mineras en el sur, y será nuestro objetivo consolidar una fuerza para echar
mediante acciones concretas a las ya instaladas, validando todas las formas de
lucha, y el derecho a rebelarnos como Pueblo Oprimido. Negociar No es Luchar.
La burocracia, la legalidad, son engaños que mantienen a las comunidades con
falsas esperanzas, prolongando en el tiempo la dependencia del Estado”.
“No queremos integrarnos, queremos liberarnos, deben
entender que el principio de Autodeterminación de los Pueblos habla de la
posibilidad de rebelión, resistencia e incluso insurrección armada para
objetivos como el separatismo, toma del poder u otras formas de revolución y
Liberación Nacional”. “Ni argentinos ni chilenos, somos Nación Mapuche, Todo el
Territorio Libre y Recuperado para todo Nuestro Pueblo”.
RAM y sus acciones. RAM actúa coordinado con el CAM,
la mayor organización terrorista de Chile, y con otros grupos violentos
“huincas” como el FPMR y el MIR chilenos, y grupos anarquistas, kirchneristas,
de la izquierda anacrónica y otros que reivindican la guerrilla de los 70 en
Argentina. En los atentados en contra de la gente, las iglesias católicas, los
gendarmes y carabineros, participan personas que nada tiene que ver con los
mapuches.
Los “guerreros” de RAM atacan, amenazan, extorsionan a
personas y empresas, viven del robo y la violencia. Estas no son
elucubraciones. En el adjunto se pueden consultar links con información
concreta sobre decenas de actos terroristas efectuados por este grupo. Han
ocurrido más atentados que no llegaron a los medios de comunicación, pero
fueron denunciados a la Justicia: incendios de viviendas, simulacros de
fusilamiento, abigeato, invasiones, ataques y tortura a mapuches que trabajan
para distintas empresas.
Los líderes de RAM dicen que no se consideran
argentinos ni chilenos, sino mapuches, que no tienen ninguna vinculación con la
nación argentina, ni con su Justicia, ni con sus fuerzas del orden.
Quieren acabar con los huincas: extranjeros o mapuches
que han adoptado costumbres occidentales. Pretenden erradicar el capitalismo,
la religión de los europeos, sus leyes, sus costumbres. Cuando pueden, atacan
los símbolos nacionales de nuestro país, en especial la Bandera, que han
quemado en reiteradas ocasiones.
Entre Argentina y Chile han quemado más de treinta
iglesias católicas. Los mapuches
fueron originalmente politeístas, creían en cuatro dioses originarios, un
hombre y una mujer viejos y un hombre y una mujer jóvenes, que conformaban el
Nguenechen. En el siglo pasado, los misioneros católicos los fundieron en un
Dios omnipotente, cuatrino, caricatura del Dios de la Biblia al que se
encomienda RAM.
Jones Huala dijo en una entrevista con Jorge Lanata
que su sociedad ideal es la de los grupos amazónicos que no han contactado con
Occidente y viven en total primitivismo. Había que pensar que si llegan a
gobernar la Patagonia destruirán el aparato productivo y también la
electricidad, internet y todos los adelantos tecnológicos. Seguramente la idea
no le gustará a la mayoría de los habitantes de las provincias del sur,
mapuches o no.
Facundo Jones Huala. El líder de RAM, Facundo Jones
Huala, está acusado de cometer delitos, tanto en Argentina como en Chile, país
que ha pedido su extradición. Fue detenido en Chubut, acusado de ingresar al
predio de Pisu Pisué con sus cómplices Delgado Ahumada y García Quintul, con la
indumentaria habitual de los guerreros de RAM, máscaras, ropa oscura de tipo
militar, portando armas de fuego para intimidar a una familia compuesta por
seis adultos y cuatro menores. Cuando fue detenido declaró, entre otras cosas:
“Vamos a resistir con lo que tengamos a mano y nunca más vamos a dejarnos
golpear o estar esperando una resolución judicial que intente hacer justicia y
no lo hace. Somos waichafes, combatientes con espíritu de guerreros, y vamos a
seguir defendiendo estas tierras de las empresas mineras, de las petroleras,
hidroeléctricas”.
“A partir de este momento declaramos, y es oficial,
que dentro de nuestras comunidades, desde el alambre para adentro, solamente
habrá justicia mapuche, porque ni el Estado argentino ni el Estado chileno
tienen un solo derecho sobre nuestro territorio”.
“Se van a tener que aguantar lo que intenten hacer,
porque si cruzan el alambrado vamos a considerarlo una invasión a nuestro
territorio. Hacia adentro mandamos los mapuches, esa es la única ley que vamos
a obedecer, no la ley huinca”.
Estas fueron las normas con las que obstruyeron el
trabajo de la Justicia cuando se inició el caso Maldonado a propósito de un
corte de ruta protagonizado por enmascarados con el uniforme negro de RAM en la
puerta de su bastión. n
* Profesor de la GWU. Miembro del Club Político
Argentino.