El Consejo de la Magistratura, ante un nuevo desafío
La Nación, editorial, 21 de febrero de 2018
Familiares de imputados por delitos de lesa humanidad
y asociaciones que velan por la legalidad en los procesos presentaron denuncias
penales y pedidos de juicio político ante el Consejo de la Magistratura por la
comisión de los delitos de tentativa de homicidio, prevaricato, violación de
los deberes de funcionario público, abuso de autoridad, imposición de
severidades, vejámenes y torturas.
Los jueces denunciados fueron María Alicia Noli, José
María Pérez Villalobo y José María Ramos Padilla, integrantes del Tribunal Oral
Federal de Santiago del Estero, apartados ya de la causa por la Sala IV de la
Cámara Federal de Casación en 2016 por falta de imparcialidad. Noli y Pérez
Villalobo pertenecieron al ERP y Ramos Padilla representó a organizaciones no
gubernamentales querellantes en estas causas. Desde estas columnas, elogiamos
aquella decisión de la cámara en un editorial titulado "Jueces parciales,
sentencias nulas".
Tras cuatro años de prisión preventiva, Cayetano José
Fiorini, de 86 años, ciego, sin un riñón, atravesando un cáncer terminal con
plan quirúrgico coronario, falleció el 19 de septiembre de 2016. Según un
informe forense, debió haber sido "atendido en forma urgente por el
servicio cardiovascular (para establecer a la brevedad) su intervención quirúrgica
por aneurisma de aorta abdominal", aclarando que no se encontraba "en
condiciones de ser alojado en una unidad penitenciaria".
Con la excusa de la realización del debate oral, los
jueces denunciados revocaron la prisión domiciliaria y ordenaron su traslado a
una unidad carcelaria, decisión que fue revocada por la Cámara de Casación
porque los informes médicos indicaban que cualquier modificación de su
situación podía "...causar una ruptura aneurismática imprevista y el óbito
consiguiente...". No obstante los informes médicos y lo resuelto por
Casación, estos jueces ordenaron el traslado a una unidad carcelaria. El
Servicio Penitenciario se presentó en dos oportunidades para cumplir la orden,
pero desistió ante las advertencias de la familia y sus abogados.
Antes del comienzo del juicio, el defensor de Fiorini
había solicitado una junta médica, al advertir que no se encontraba en
condiciones de afrontarlo, pero esta nunca se concretó. En la querella, su hija
señaló: "Los dos intentos de homicidio quedaron frustrados por la
intervención de terceros, la familia, el abogado defensor de mi padre y la
actitud asumida por el personal del Servicio Penitenciario Federal. No así los
delitos de abuso de autoridad, incumplimiento de los deberes de funcionario
público, prevaricato y encubrimiento". Ahora se agregan los de imposición
de vejámenes y torturas a los detenidos.
Igual de aberrante fue el caso del exjuez Arturo
Liendo Roca, quien falleció durante el juicio que se le seguía por delitos de
lesa humanidad presuntamente cometidos durante el ejercicio de su cargo. El
tribunal lo había sometido a todo tipo de vejaciones, dado que varios estudios
médicos -incluso uno realizado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación-
demostraban que no estaba en condiciones de presenciar el juicio por su
avanzada edad y deteriorado estado de salud. Sin embargo, ese informe, tras ser
entregado en el tribunal, se perdió y apareció luego de iniciado el litigio,
con signos de haber sido adulterado. Lamentablemente, esas denuncias se
corroboraron con su fallecimiento durante el proceso. Los jueces Noli y Pérez
Villalobo desoyeron los informes médicos y siguieron con el juicio. Cabe
destacar que entre los hechos denunciados no había homicidios ni desaparecidos
y que el doctor Liendo Roca había sido sobreseído en cuatro oportunidades.
Finalmente, el tribunal fue removido por la Cámara de Casación Penal de la
Nación por no garantizar la imparcialidad durante el trámite de la causa.
Respecto del caso Fiorini, luego de una profunda
investigación, y tras el dictamen de la fiscalía actuante, el 9 de febrero
Guillermo D. Molinari, a cargo del Juzgado Federal de Santiago del Estero, citó
a los magistrados a prestar declaración indagatoria el 26 de marzo por la
comisión de estos delitos en el curso de su actuación. Sin embargo, el
consejero preopinante, casualmente también un juez, elevó un proyecto de
dictamen para desestimar los pedidos de juicio político.
El llamado a indagatoria, pedido además por la
fiscalía, revela la existencia de elementos suficientes para sospechar
culpabilidad en la comisión de estos crímenes.
Una vez más, cabe también preguntar cuántos otros
casos con magistrados actuantes de antecedentes tan cuestionables como
perversos han llevado a la cárcel y a la muerte muchas veces anticipada a
quienes en justicia no lo merecían. Los fraudes judiciales, con tribunales y
testimonios armados, cuyo único fin fue teñir de parcialidad algunas
acusaciones de delitos de lesa humanidad, resultan claramente escandalosos e
impactan en la imagen de nuestra Justicia.
Ante un odio con raíces ideológicas que contamina y
pervierte la razón y el deber de juzgar con imparcialidad, esta investigación
revela que afortunadamente nuestro golpeado sistema judicial cuenta con jueces
y fiscales valientes, dispuestos a hacer cumplir la ley por encima de los
intereses de quienes han dejado prevalecer sus sentimientos personales de
venganza por sobre lo que impone una Justicia independiente e imparcial.
Semejante comportamiento permite reivindicar a aquellos que encarnan
responsable y honestamente la tarea de impartir justicia y que merecen, por
ello, todo el apoyo de la sociedad.
Celebramos que el Consejo de la Magistratura no haya
hecho lugar, en su última sesión, al proyecto de desestimación del pedido de
juicio político de estos jueces, devolviendo las actuaciones a comisión, en la
cual se acumulan nuevas denuncias. Solo resta que, habida cuenta de las pruebas
reunidas y las instancias procesales ya transitadas, sometan a juicio político
a quienes han traicionado, mediante el abuso de autoridad y la discriminación,
la más alta de las responsabilidades que el pueblo, a través de la
Constitución, les ha confiado: la de impartir justicia a todos por igual.