16 de Febrero
2018
El presidente de facto (sic) de Brasil, Michel Temer,
decretó este viernes que la seguridad pública del Estado de Río de Janeiro
pasará a manos de las Fuerzas Armadas de forma indefinida. La medida encarga a
las Fuerzas Armadas el comando de la Policía Civil y de la Policía Militar del
estado de Río de Janeiro, los dos principales cuerpos encargados de mantener la
seguridad en las calles.
La decisión se tomó este jueves en Brasilia, reunión
en la que participaron Temer y el gobernador del estado de Río, Luiz Fernando
Pezão, entre otras autoridades.
Temer designó que el interventor será el general
Walter Souza Braga Neto, uno de los responsables del esquema de seguridad
especial diseñado para los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Tal como prevé la Constitución, el Congreso Nacional
será convocado para autorizar el decreto: la Cámara de Diputados y el Senado
tendrán un plazo de diez días para dar su luz verde.
Durante esta intervención la Constitución no puede ser
alterada, algo que puede afectar a la aprobación de la reforma del sistema de
pensiones, una Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC) cuya votación iba
a realizarse la semana que viene.
En la reunión en que el Gobierno decidió intervenir en
el área de seguridad del estado de Río también se decidió crear un nuevo
ministerio, el de la Seguridad Pública.
Hasta ahora la seguridad pública era un segmento
dentro del ministerio de Justicia; con esta decisión Temer pretende darle un
rango superior, aunque la existencia de esta nueva cartera podría ser temporal,
hasta que se apaciguase la crisis de violencia.
El estado de Río vive desde hace meses una situación
de descontrol en la seguridad pública asumida por el propio Gobierno de ese
estado, quien tiene las competencias en esa área.
En numerosas ocasiones se ha requerido la intervención
puntual de las Fuerzas Armadas para apoyar operaciones policiales en favelas,
hasta el punto de que el ministro de Defensa, Raul Jungmann, criticó que este
recurso es un parche que no soluciona ningún problema a largo plazo.
Durante los días de Carnaval el desgobierno en la
seguridad de Río quedó más patente todavía, con un aumento notable de robos,
atracos y el asesinato de tres agentes de la Policía Militar.