FMI Y PRESUPUESTO 2019
Por Héctor GIULIANO
(16.9.2018)
La Argentina se encuentra otra vez en medio de una Crisis
de Deuda Pública – una crisis financiera por insolvencia e iliquidez del Estado
– en la que cayó por culpa de la política del presidente Macri de Gobernar con
Deuda desde el momento mismo en que asumió la presidencia hasta hoy.
La administración macrista, bajo una gestión de total
irresponsabilidad financiera fiscal por endeudamiento sistemático y en gran
escala, sin capacidad de repago y por partida triple – Tesorería Nacional,
Banco Central (BCRA) y Provincias – llevó al país, en poco menos de dos años y
medio de gobierno, a un nuevo default (cesación de pagos), un default que ahora
trata desesperadamente de cubrir o enmascarar con el mega-préstamo de
emergencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) por 50.000 MD[1], del que
hasta la fecha se han desembolsado 15.000 MD, y con su eventual ampliación, así
como con la obtención de otras fuentes de ayuda extraordinaria (caso Tesorería
Norteamericana y/o nuevo Swap con China).
El destino de tales fondos y el discutible comportamiento
del FMI al respecto[2]
no aclaran precisamente el panorama financiero, cambiario y fiscal de la
Argentina sino que, por el contrario, lo ensombrecen.
LA GRAN ECUACIÓN
Todo este fortísimo ajuste fiscal y económico que se está
produciendo desde el gobierno – no ajuste financiero, que por el contrario es
potenciado en sus beneficios – tiene una finalidad central: aumentar la presión
tributaria y recortar los gastos públicos para poder afrontar el pago del
extraordinario aumento de los Intereses por la Deuda del Estado.
Tal es la explicación esencial del proceso de ajuste que está
en curso para lo que resta del 2018 y todo el Ejercicio 2019, un proceso que a
su vez está en línea lógica con el rol del FMI como auditor de los intereses de
los Acreedores financieros del Estado Argentino y con facultades de intervención
sobre las cuentas fiscales de la Argentina
Esta gran ecuación
para equilibrio de las cuentas fiscales, que han sido distorsionadas por el
Sistema de la Deuda Pública, se obtendría: por un lado, mediante la licuación
por devaluación – expresada en dólares – del Gasto Público Primario en Pesos
(es decir, sin contar el pago de Intereses de la Deuda) y mediante el recorte
de Gastos Corrientes/Operativos y de Gastos de Capital (Inversiones Públicas) en
el Presupuesto.
Y por otro lado, aumentando en forma extraordinaria la
presión tributaria (PT), con la implementación de retenciones generalizadas a
las exportaciones y con el paralelo incremento de toda la línea de tributos
existentes, empezando por el IVA y el Impuesto a las Ganancias, que crecen más
que proporcionalmente con respecto a la Inflación.
Se ha observado – y se ha observado con razón – que este
nuevo impuestazo, unido al simultáneo
aumento general y extraordinario de los Precios y Tarifas de Servicios Públicos
(que conllevan a su vez un importante componente impositivo) constituye en
realidad la verdadera clave de corto y mediano plazo para mejorar las cuentas
fiscales en consonancia con los compromisos asumidos con el FMI.
La cara complementaria de la baja de Gastos Públicos – en
términos reales, o sea, sin considerar la Inflación – mientras tanto, está
liderada por la gran licuación de las erogaciones del Estado medidas en dólares
merced a la macro-devaluación del año (más del 100 % en lo que va del
ejercicio) y afecta principalmente a las remuneraciones de la Administración
Pública, las Jubilaciones/Pensiones y los Gastos Sociales por subsidios y
planes asistenciales (AUH-Asignación Universal por Hijo, beneficios familiares,
planes Jefes/Jefas de Hogar y otros).[3]
De esta manera, combinando el aumento extraordinario de la
presión tributaria y la reducción masiva de los gastos del Estado, la administración
Macri espera llevar a cabo la Gran Ecuación a través de las medidas en curso
para el corriente año (dictadas prácticamente todas por DNU-Decretos de
Necesidad y Urgencia del Poder Ejecutivo) y del Proyecto de Ley de Presupuesto
para el 2019, que sería elevado al Congreso mañana Lunes 17.9: en esencia, un fortísimo
ajuste fiscal para poder pagar más Intereses de la Deuda Pública.[4]
Y el acuerdo con el FMI está para garantizar el
cumplimiento de esta gran ecuación.
EL FMI AYER Y HOY
La principal peculiaridad del Acuerdo firmado con el FMI en
Junio pasado es que los desembolsos del Organismo no estarían destinados primordialmente
a cubrir el Déficit Fiscal del gobierno Macri sino a salvar de la quiebra
técnica al BCRA, una quiebra por iliquidez e insolvencia del Banco derivada de
la bola de nieve de las Lebac y que
fue generada por el propio gobierno Macri, bajo la dirección operativa de
Federico Sturzenegger al frente de la institución.
A este tema nos hemos referido ya en trabajos anteriores y
no va a ser objeto de más desarrollo ahora pero es importante tenerlo presente
porque la Bomba de las Lebac que le
estalló al actual gobierno no fue herencia
recibida de la administración Kirchner sino que este aumento descontrolado de
la deuda cuasi-fiscal Macri lo hizo,
y fue esta Bola de Nieve imparable de
las Lebac la que reventó la nueva
Crisis de Deuda del Gobierno y motivó el pedido de ayuda urgente para salvataje
del BCRA y para sostén de la gestión de la administración macrista hasta el fin
de su mandato en el 2019.
Y en este contexto la necesidad de un préstamo de
emergencia del FMI para evitar el default devino indispensable para salvar la
estabilidad financiera y política del gobierno Macri.
Sin embargo, el resultado de las negociaciones en curso con
el Fondo – que el presidente Macri dio imprudente y prematuramente por
aprobadas recibiendo en cambio una desmentida expresa del FMI[5] - no
está todavía muy claro a la fecha:
a)
Después del fracaso por incumplimiento de las
metas programadas según el Acuerdo Stand-By de Junio pasado (incumplimiento
producido a menos de dos meses de firmado!) el FMI exige que el gobierno Macri
logre la aprobación del Presupuesto 2019 con el macro-ajuste fiscal pactado
antes de encarar la revisión de dicho acuerdo (léase aprobación y eventual
aumento del monto a prestar para sostener al gobierno macrista).
b)
Para cumplir con el punto anterior el gobierno
necesita acordar con los gobernadores de provincia – alcanzados directa y
expresamente por el acuerdo con el Fondo – garantizar la convalidación fáctica
(e incluso parcialmente también jurídica, vía paritarias) de la baja de los
salarios reales en curso con tranquilidad
sindical relativa, acordar con los llamados Movimientos Sociales la forma
de paliar parte de los peores efectos derivados precisamente del ajuste pactado con el Fondo,
estabilizar la cotización del Dólar, garantizar los márgenes de rentabilidad
para el negocio de los capitales financieros a través del Sistema de la Deuda
Pública (toma de más deuda para poder volver a endeudarse en el Mercado
Internacional de Capitales), alta inflación local pautada como forma de bajar
los ingresos fijos en dólares, provocar la caída de la Demanda y con ello la
del Consumo Masivo de la Población, avanzar en el agravamiento de las condiciones
de Empleo y Pobreza como forma de domesticar
a la población de menores recursos y abaratar el costo de la Mano de Obra
local, etc.
c)
En función del rol del FMI como garante de la
adscripción de la Argentina al Sistema Financiero Internacional – la ampulosamente
denominada re-inserción del país en el
Mundo del ingeniero Macri, que fue justamente su principal política que
llevó a la actual Crisis de Deuda – la administración macrista debe
garantizarle al Fondo no sólo que cumplirá puntillosamente las exigencias del
SBA sino además que dejará sellado este acuerdo para su continuidad por parte
del próximo que surja de las Elecciones del 2019, para lo cual también la
mayoría de la oposición política con representación parlamentaria debe dar su
conformidad por anticipado. Y además
(detalle no menor) tendrá que explicarse en algún momento cómo se piensa
devolver la plata prestada al FMI.[6]
Que una administración financieramente irresponsable y
políticamente debilitada como la actual conlleva el peligro de aceptar
cualquier cosa no es solamente un riesgo para la Argentina sino incluso para el
propio FMI, dado el enorme compromiso de apoyo que le está prestando al
gobierno macrista.
Y el Fondo tiene muy malos antecedentes al respecto a
través de su Historia de las últimas décadas por haber sostenido a gobiernos
técnicamente quebrados y en virtual default para prolongar estados de Crisis de
Deuda que después del despilfarro de recursos para sostener el flujo de pago de
intereses a los acreedores de los Países Deudores como el nuestro terminaron – gracias al FMI – más endeudados que
antes (casos de México, Brasil, Perú, Rusia, Países Bálticos, Grecia y toda una
larga lista de Estados sometidos a crisis típicas de sobre-endeudamiento).
Algo muy parecido a lo que está ocurriendo en la actualidad
sucedió en la Argentina con la Crisis de Deuda y Default del 2001, cuando el
FMI – en función del entonces llamado Blindaje de las Reservas Internacionales
(suscripto en Diciembre del año anterior) – hizo grandes desembolsos de divisas
a nuestro país que sólo sirvieron para dilatar la cesación de pagos mientras
los principales bancos y fondos especulativos sacaban del país más de 20.000 MD
(como hoy, que se estima que han salido hasta unos 24.000 MD en lo que va del
año) , esto es, para financiar en la práctica la fuga de capitales.[7]
Es muy probable que también hoy, a la luz de la probada
iliquidez e insolvencia del Estado Argentino, el apoyo urgente del FMI al
gobierno Macri termine resultando un préstamo-puente para cubrir el default de
la Deuda Pública – del Tesoro y del BCRA – una re-edición frustrada de la
política de Déficit Fiscal Cero de entonces y una forma de diferir y preparar
las condiciones para una nueva o enésima reestructuración de Deuda, expresión
ésta que normalmente se utiliza para tratar de evitar la palabra Megacanje.
[1] Las abreviaturas MD/M$ significan
Millones de Dólares/Pesos respectivamente y se expresan siempre con redondeo,
por lo que pueden darse mínimas diferencias entre totales y sumatoria de
términos.
[2] En principio, el FMI está facultado
estatutariamente para dar préstamos a los países miembros (en función de su
cuota-aporte) para atender desequilibrios de Balanza de Pagos, que
tradicionalmente se entendían como necesidades derivadas de pagos internacionales
por déficits comerciales, servicios económicos y financieros y/o urgencias
circunstanciales de corto plazo (un año) pero en los últimos años se fue
ampliando en forma relativamente discrecional el alcance de estos préstamos -
fundamentalmente los créditos tradicionales Stand-By (SBA-Stand By Arragement)
– abarcando casos de shocks de precios de materias primas, catástrofes
naturales, situaciones de conflicto y otras emergencias.
El nuevo
Stand-By para la Argentina, en cambio, está dirigido primariamente al salvataje
del BCRA – por su altísima deuda cuasi-fiscal en Lebac – y a sostener el tipo
de cambio, con lo que en la práctica se alimenta así gran parte de la salida de
capitales del país.
Es o
puede ser bastante discutible si hoy el comportamiento del FMI – estrictamente
hablando - está cumpliendo realmente con sus funciones específicas en el caso
argentino.
[3] El previsible aumento de
algunas partidas para paliar la quita fáctica – económica y financiera – sobre
el Gasto Público Social sólo compensa parcialmente esta reducción de los
ingresos reales.
[4] En forma engañosa las cifras
gubernamentales hablan usualmente en porcentajes del PBI más que en valores
absolutos (un monto de PBI-Producto Bruto Interno que se desconoce, aunque
puede inferirse o deducirse, pero que no se explicita en números) y se refieren
siempre a la llamada meta de Déficit Fiscal Cero para el 2019, pero se está
hablando del Déficit Primario y no del Déficit Total del Presupuesto.
En el
armado de las Cuentas Fiscales del Presupuesto el Déficit Primario es el
producto de Gastos superiores a los Ingresos, pero atención que se trata aquí
de los Gastos Públicos sin contar los Intereses de la Deuda Pública (que ésta –
la Deuda que vence por Capital - no se registra como Gasto del Ejercicio porque
no se amortiza dado que hasta el último centavo de tales vencimientos de
Capital se cancela con nuevas deudas).
Cuando al
Déficit Fiscal Primario se le agregan los Intereses a Pagar por la Deuda del
Estado ello da el Resultado Financiero, que es el verdadero Déficit Total del
Ejercicio.
En base a
trascendidos periodísticos a la fecha se adelanta que el proyecto de
Presupuesto 2019 – que entra mañana al Congreso – conlleva un Déficit Fiscal
Primario Cero (Equilibrio Fiscal) mientras que los Intereses a Pagar suman unos
600.000 M$ (en el corriente año estaban previstos algo más de 400.000 M$), por
lo que mientras se pondera y explicita el Déficit Cero se omite aclarar que el
Déficit real Total va a ser de 600.000 M$ (≡ 15.000 MD, al tipo de cambio de 40
$/US$).
En
contrapartida, el Crecimiento Económico del año próximo – sobre el que
existirían discrepancias entre el Ministerio de Hacienda y la Misión Técnica
del FMI - se estima que sería neutro: una suerte de Crecimiento Cero, producto
del Ajuste recesivo para poder pagar los intereses crecientes de la Deuda del
Estado.
[5] Ver particularmente la cita b) de la
Nota 8 del presente trabajo – más abajo - correspondiente al libro de Mussa
sobre la Argentina y el FMI.
[6] Ver al respecto también la cita b) de
la Nota 8 – párrafo final – que hace referencia a la necesidad de garantizar la
devolución de los préstamos al Fondo, cosa que las autoridades hoy no explican
cómo se va a poder efectuar.
[7] En Agosto de 2001 el FMI hizo un
desembolso de 5.000 MD de dólares a nuestro país que prácticamente entraron por
una ventanilla del BCRA y se vendieron por la otra, alimentando la salida de
capitales antes de la previsible caída de la Convertibilidad.
La mala
gestión del Fondo durante la Crisis de Deuda Argentina del 2001 dio lugar
después a una Auditoría Interna de la Oficina de Evaluación Independiente
(OEI), que emitió a posteriori un Informe que terminó costándole el cargo a
varios altos funcionarios del Fondo.