un gobierno mundial no es “justo ni legítimo”
Por Carlos
Esteban |
Infovaticana, 17
mayo, 2019
La ley natural
demanda el patriotismo, ha dicho en Roma el cardenal Leo Burke, y Dios “de
acuerdo con el orden inscrito en el corazón humano, no hace justo ni legítimo
un gobierno mundial único”.
La ley divina
nos permite ver que un único gobierno mundial sería “totalitario”, ha recordado
el cardinal norteamericano Leo Burke en el curso de una alocución en el Rome
Life Forum titulado ‘Piedad filial y patriotismo nacional como virtudes
esenciales de los ciudadanos del cielo en la tierra’. “Ante los retos de
nuestro tiempo, hay quienes proponen y procuran un único gobierno mundial, es
decir, la eliminación de todos los gobiernos nacionales, de modo que toda la
humanidad quede bajo el control de una única autoridad política”, ha dicho.
“Para quienes están persuadidos de que la única manera de alcanzar el bien
común es la concentración de todo el gobierno en una única autoridad, la lealtad
a la propia patria o patriotismo se ha convertido en algo perverso”.
Del mismo modo
que es difícil, si no imposible, leer las diatribas del cardenal Robert Sarah
contra la inmigración ilegal masiva hacia Europa sino como una respuesta al
obsesivo entusiasmo migracionista del Santo Padre, se hace muy cuesta arriba no
ver otro tanto en esta charla de Burke, uno de los dos únicos cardenales
supervivientes entre los firmantes de los famosos Dubia, nunca respondidos.
En esta ocasión
sería una respuesta tanto al globalismo evidente de Su Santidad como a los
Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU que, con el pretexto de la amenaza
inminente del Cambio Climático, aspiran a constituir alguna forma de autoridad
internacional por encima de los gobiernos nacionales. El propio Francisco, en
una reciente alocución, hizo referencia a la “necesidad” de disponer de una
autoridad supranacional de este tipo para hacer frente a los retos planetarios.
Pero, según
Burke, “la divina autoridad, de acuerdo con el orden inscrito en el corazón
humano, no hace justo ni legítimo un único gobierno mundial. De hecho, la ley
divina ilumina nuestras mentes y nuestros corazones para que veamos que tal
gobierno sería, por definición, totalitario, asumiendo la autoridad divina
sobre el gobierno del mundo”.
Para el cardenal
americano, “la soberbia pecaminosa que inspira el intento de un único gobierno
mundial se ha comparado al orgullo de nuestros lejanos ancestros que, tras el
Diluvio, pensaron que podría unir cielos y tierra con sus meras fuerzas
construyendo la Torre de Babel”. Pero es en la familia y en nuestra patria,
dice Su Eminencia, donde “Dios se encuentra con nosotros y ordena nuestras
vidas”.
“Nuestra
identidad personal procede principalmente de la familia, pero también de nuestra
patria, porque la familia solo prospera en una comunidad más amplia”, asegura
Burke. “Esa condición natural define nuestros derechos y deberes como
ciudadano”.
Dando una visión
cristiana al viejo adagio de que “las vallas hacen buenos vecinos”, Burke,
lejos de ver contradicción entre esta postura y las obligaciones hacia la
humanidad en su conjunto, alega que “el patriotismo, de hecho, fomenta la
virtud de la caridad que claramente abarca a ciudadanos de otras naciones,
reconociendo y respetando su distinta identidad cultural e histórica”.