¿un
peligro?... ¡pero si es la vida!
Por Norberto Vinelli - ingeniero agrónomo.
Infobae, 16-10-18
Mucho se ha hablado en cuanto a que las emisiones de dióxido de carbono o
anhidrido carbónico (CO2), resultan nefastas para el planeta. Se repiten, sin
mayores fundamentos, comentarios tipo "contables", mostrando una
fotografía instantánea sobre su influencia sobre el efecto invernadero y otras
cuestiones apocalípticas estigmatizando a esta simple molécula que es contenida
por la atmòsfera y que, en nuestros días, la integra en un minúsculo 0,037 % y
no se tiene en cuenta que esas 370 partes por millón son la base de la vida en
el planeta.
Todos los seres vivos, animales, vegetales, grandes o pequeños,
evolucionados o primitivos, todos son producto del CO2 y, ya sea directa o
indirectamente, toda la vida es "orgánica", es decir dependen de la
química del carbono y todo el sistema se alimenta del dióxido de carbono
existente en la atmósfera al asociarse con el agua y sumando la energía de la
luz solar.
La vida tiene tres fuentes para desarrollarse, a saber: el dióxido de
carbono, el agua y la energía radiante del sol que se absorbe y acumula gracias
a procesos fotoquímicos en las plantas verdes.
Cita Stryer cuando describe el descubrimiento de la ecuación básica de la
fotosíntesis: "La producción de oxígeno en la fotosíntesis fue descubierta
por Joseph Priestley en 1780. Encontró que las plantas podían renovar el aire
que había sido contaminado por la combustión de velas. Colocó una rama de menta
y una vela encendida en una campana de cristal invertida dentro de un
recipiente que contenía agua y varios días después, cuando se exponía al sol,
notó que el aire no sólo no apagaba la vela sino que permitía sobrevivir a un
ratón que él colocó en la campana".
Antoine Lavoisier gran científico francés, contemporáneo de Priestley, a
quien le debemos la comprensión de los fenómenos químicos, estudió
profundamente las relaciones de las masas en las reacciones químicas y por todo
esto fue ejecutado durante la Revolución Francesa en 1794. El juez que
pronunció la sentencia fundamentó la misma en que "la República no tiene necesidad
de científicos…". Nada parece cambiar demasiado!. Priestler, Lavoisier,
junto con el holandés Jan Ingenhousz fueron los que han estudiado en
profundidad el fenómeno de la fotosíntesis y el ciclo del dióxido de carbono.
Algo más tarde, Jean Senebier y Theodore Saussure, ginebrinos ellos,
descubrieron el papel del agua en la fotosíntesis y, finalmente, el médico
alemán Julius Robert Meyer enunció: "Las plantas absorben energía lumínica
y producen otra diferente, la energía química". De esta forma quedó claro
que este juego de la conversión de energía usa como medios imprescindibles al
CO2 y al agua.
Esta es la ecuación de la vida misma. No existe vida sin esta conversión de
energía solar en química y todos los organismos vivientes son una consecuencia
de esa reacción, desde el comienzo de la primer alga hasta las praderas,
bosques y protozoarios, peces, gatos o el mismo hombre.
De su descomposición aparecen las formas de energía que hoy reutiliza la
humanidad como el petróleo, el gas, el carbón, etc. ¿Quién puede dudar sobre el
origen del CO2 que se genera al combustionar cualquier combustible? Proviene de
la atmòsfera y está regresando a la atmósfera! . En la naturaleza nada se
pierde, nada se gana, todo se transforma….
En cuanto al tan remanido concepto del calentamiento global, tema tan
apocalítico hoy en día, es justo tratarlo dentro del contexto del ciclo del CO2
y no en forma puntual y aislada como se hace actualmente, inclusive por
instituciones prestigiosas que distorsionan sus consejos y opiniones por no
analizar el tema dentro del contexto del ciclo completo.
Hay ciertas experiencias interesantes que destruyen a los muchos mitos que
rodean al dióxido de carbono. Una de ellas fue un estudio realizado en Madrid
en ámbito universitario. La prueba consistió en medir la producción de tomates
bajo cubierta (en invernáculo) con un par de variantes. En uno de los
invernáculos se cultivó con el sistema tradicional y en otro se inyectaban los
gases de escape de un grupo electrógeno que funcionaba en forma contínua. El
resultado fue sorprendente: el invernáculo con gases de escape (alto contenido
de CO2) mostró una producción mayor en un 30% con respecto al que tuvo aire
puro. La conclusión obvia fue que el dióxido de carbono en mayor proporción fue
asimilado por las plantas vía la fotosíntesis e indicó que el CO2 es escazo en
la atmósfera con respecto a las necesidades potenciales de las plantas o, visto
desde otro punto de vista, cuando hay más CO2 en la atmósfera las plantas
inmediatamente regulan esa concentración mediante su transformación en
compuestos químicos varios. Las plantas verdes y, muy importante, las algas en
los oceanos son el buffer que posee la naturaleza para mantener el equilibrio
atmosférico en cuanto a la relación oxígeno/ CO2.
La diferencia creciente entre las emisiones antrópicas y el incremento
atmosférico es debida al aumento de la cantidad de CO2 absorbido por los
océanos por la vegetación y los suelos. Es decir, la naturaleza está
corroborando la hipótesis de la experiencia de los invernaderos. La cantidad de
CO2 que genera la humanidad (antrópica) aumenta mucho más que lo que muestra la
atmósfera y la diferencia está acumulada en mayor biomasa. Veamos nuevamente
este tema para mejor comprensión: el ser humano está produciendo enormes
cantidades de CO2 al quemar fuentes de energía fósiles o de reciente
producción. Si no existiese en la Tierra un mecanismo de regulación este
incremento debería reflejarse en las mediciones del aumento de CO2 de la
atmósfera y esto no se produce. ¡El incremento que se mide es mucho menor que
el que debería ocurrir por la suma de las emisiones !. El planeta lo está
regulando, ES UN CICLO estimulado por la concentración de CO2 en la atmósfera.
Existen modelos climáticos que muestran un incremento de un 20% de la
producción de biomasa para el año 2050 debida al hipotético crecimiento de la
concentración atmosférica de CO2 y el consecuente incremento de la acción
fotosintética.
Desde el punto de vista del efecto invernadero, esto es el aumento de la
temperatura terrestre por un efecto de retención selectiva del calor terrestre,
tampoco los efectos parecen ser apocalípticos cuando se hacen las correctas
mediciones y experiencias. El mecanismo de "frazada térmica" del
planeta se denomina "forzamiento radiativo" y es en este tema que se
relaciona con la concentración de CO2 en la atmósfera. El forzamiento radiativo
no tiene una relación lineal con la concentración de CO2 sino que presenta un
fenómeno claro de atenuación de su efecto a medida que aumenta su concentración
de CO2 en la atmósfera. Tal es así que se calcula que el forzamiento radiativo
medido desde una atmósfera con contenido cero de CO2 hasta el actual nivel de
370 ppm es diez veces mayor que el que ocurriría en el caso de su hipotética
duplicación dentro de 100 años.
Muchos mitos alimentan la mitología pública. La deforestación es uno de
ellos. Claro, si un bosque se convierte en desierto será cierto que desaparece
la biomasa y no habrá posibilidades de fotosíntesis. Pero si se reemplaza un
bosque por otros cultivos la fotosíntesis continúa y la tasa de aprovechamiento
fotosintético puede ser similar, o aún mayor, que la del bosque original.
Generalmente cuando el hombre desmonta un bosque, cosa muy costosa, es para
reemplazarlo por otro cultivo más eficiente. Más eficiente significa,
generalmente, más fotosíntesis.
Nadie habla tampoco de los desiertos que se convierten en productivos.
Cientos de miles de hectáreas de desiertos de todo el mundo han sido
convertidas en áreas productivas extraordinarias, con fortísimas tasas de
conversión fotosintética que generan biomasas considerables tomando enormes
cantidades de CO2 de la atmósfera y lo convierten en materiales nobles y/o alimenticios.
Otro mito interesante es el que considera a las praderas y bosques como
grandes sustractores de CO2. Qué curioso, un bosque o una pradera no quita nada
de CO2 de la atmósfera, sólo lo toma prestado por un momento. Cuando crece un
árbol toma CO2 pero cuando caen sus hojas, ramas o muere el árbol mismo, todo,
absolutamente todo el dióxido de carbono es devuelto a la atmósfera intacto!!
Muchos mitos existen hoy en día: Que el aporte más grande de dióxido de
carbono proviene del estiércol de las vacas, que el uso de combustibles
fósiles, que… etc, etc.
¡En todos los casos sólo se está devolviendo a la atmósfera el dióxido de
carbono que antes una planta verde ha tomado! y que una nueva planta verde
necesita, desesperadamente !!
Otra visión, que no debemos evitar e ignorar es el origen de los
combustibles fósiles. Nadie habla sobre esto, nuevamente la visión
"contable" de mostrar sólo una imagen, como un balance de una empresa
que muestra las cuentas del final del último día del año fiscal… y nada mencionan
sobre cómo comenzó la cosa ni como fue el desarrollo de los negocios. Los
combustibles fósiles provienen de la fosilización de las plantas verdes, algas,
restos de animales (que fueron alimentados por plantas) y que luego de largos
tiempos de cambios químicos se han convertido en los combustibles de hoy.
Indudablemente que provienen de CO2 atmosférico que, a través del proceso
fotosintético, se convirtió en moléculas complejas y contenedoras de mucha
energía, la energía que la fotosíntesis tomó del sol.
Queda claro que en esas épocas pretéritas ha habido una vegetación
exuberante y potente que procesó el CO2 vía procesos fotosintéticos. Quemarlos
hoy sólo devuelve a la atmósfera lo que de ella provino. ¡Así seguirá el ciclo
por los siglos de los siglos!
También está claro que en aquellas épocas de alta concentración de CO2
atmosférico nada fue negativo, la vida floreció en abundancia!.
Cuando los astrónomos otean el universo en busca de posibilidad de vida
¿que buscan?… agua y dióxido de carbono, pues el CO2 ES LA VIDA !