y la emancipación nacional
Su militancia se sumó al
esfuerzo de estudiar y difundir la verdadera historia argentina abordada en el
marco del pasado de América Latina.
por Carlos Alberto Del Campo
Perfil, 2 octubre, 2019
“Las ciencias sociales deben ser críticas, no
en forma negativa, sino para señalar el camino a formas de liberación y de
emancipación”
El 2 de octubre del año
1994, falleció en Buenos Aires, Jorge Abelardo Ramos, político, pensador,
historiador, autor y embajador argentino. Había nacido en el barrio de Flores,
de la misma ciudad, el 23 de enero de 1921. Actuó en política desde los finales
de la década del treinta, frecuentó ámbitos culturales e ideológicos de
izquierda opuestos al estalinismo soviético. Su militancia se sumó al esfuerzo
de estudiar y difundir la verdadera historia argentina abordada en el marco del
pasado de América Latina. Desde su participación en los primeros grupos
ideológicos que compartían las ideas de Trotsky, se vinculó con quienes que
actuaban en contra de la participación argentina en la II Guerra Mundial.
De dicha acción proviene su
relación con Arturo Jauretche y los integrantes de FORJA (Fuerza de Orientación
Radical de la Joven Argentina). En las jornadas del 17 de octubre de 1945 apoyó
la Revolución encabezada por el Coronel Juan Domingo Perón. Con pensamiento
propio y crítico, junto a Jorge Eneas Spilimbergo y otros amigos, respaldaron
la Revolución Justicialista. En 1952 integró el Partido Socialista de la
Revolución Nacional (PSRN), agrupación que apoyó en forma independiente a la
candidatura de Perón en los comicios del 11 de noviembre de 1951. Con el
apoyo de su padre y del gobierno viajó a Europa desde donde escribió, con el
seudónimo Víctor Almagro en el Diario “Democracia, crónicas y notas de opinión
sobre los temas de la posguerra del viejo continente que unos años después
fueron publicadas en un volumen titulado “De Octubre a Septiembre”.
Abelardo Ramos fue un
militante, un organizador de partidos sin apoyo del Estado ni recursos
especiales. Su principal mérito fue la reformulación de la conciencia nacional
que llevó adelante con extraordinaria capacidad de oratoria y comunicación.
Defendió a Perón frente al ataque de los grandes medios los que, apoyados y
financiados por la oligarquía, influían en la clase media y en la izquierda que
aseguraba que era solo un líder nazi-fascista. Publicó notas, escribió libros,
levantó tribunas, fue un filoso polemista. Durante el exilio en Buenos Aires de
Carlos Montenegro y Augusto Céspedes, posterior al colgamiento del presidente,
Mayor Gualberto Villarroel, por parte de la “rosca minera, cultivó una amistad
de muchos años que prosiguió en La Paz durante la Revolución Nacional Boliviana
del MNR (Movimiento Nacional Reformista) de 1952. Las notas de su autoría
publicadas en el Diario La Calle, que posteriormente darían lugar al
nacionalismo revolucionario, aguardan aún ser estudiadas.
Fue Ramos el único
intelectual argentino que pudo organizar y sostener su partido político: el
Frente de Izquierda Popular (FIP) fundado en 1972 continuador del Partido
Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN) de 1962. Lo notable es que si bien
el partido se llamaba de “izquierda”, no realizó nunca una alianza con
agrupaciones de la izquierda. Cuando era consultado sobre la ‘unidad de las
izquierdas’ repetía que él estaba de acuerdo, pero a condición de que “nosotros
estemos fuera de la misma.” Ernesto Laclau dijo que: “Ramos fue el
pensador político argentino de mayor envergadura que el país haya producido en
la segunda mitad del siglo XX” pero se manifestó opuesto a la construcción de
un partido político independiente sostenido en las tesis fundacionales.
En 1979 Ramos impulsó un debate
interno que lateralmente incluyó el tema; cinco años después, Ramos
disolvió su partido, que entonces llevaba el nombre de Movimiento Popular de
Liberación (MPL), para incorporarse al peronismo.
Es autor de dos grandes
obras: Revolución y Contrarrevolución en Argentina (5 tomos) y
la Historia de la Nación Latinoamericana (2 tomos). La primera
publicada por Plus Ultra contó con 5 ediciones de 3.000 ejemplares cada
una en los finales de los años 60; la segunda fue publicada por Peña Lillo; y
en su homenaje fue reeditada por el Senado de la Nación. La Editorial
Insular de Florianópolis la publicó en idioma portugués como História
da Naçao Latino-americana y la editorial Planeta de España editó otros
títulos.
Fue un político de gran
coraje al momento de tomar decisiones; hizo de la política la razón de su
existencia con absoluto desinterés personal. Fue prohibido en el 1955, y aún
así continuó publicando artículos y libros; creó la librería Del Mar
Dulce en la avenida Córdoba; organizó editoriales en la perspectiva de
fortalecer la formación de la conciencia nacional y proyectar sus ideas del
Socialismo Criollo y latinoamericanista.
En 1973, producido el
triunfo presidencial de Perón, anticipó a los grupos de acción armada que
“el triunfo de Perón había movilizado a la oligarquía a derrocarlo y que,
objetivamente, toda acción terrorista coincidiría con el golpismo inspirado en
los grandes poderes”. Rechazó el jolgorio de la “teoría del foco” alentado por
un guevarismo que calificaba a Perón como “enemigo de clase”. En agosto de
1975, fue el primer dirigente nacional que denunció públicamente el golpe de
estado en ciernes. Lo hizo desde Córdoba apoyando al gobierno de Isabel en
tanto expresión de la voluntad soberana. Durante los años 1974 y 1982 vivió en
Alta Gracia dispuesto a organizar una modesta explotación agropecuaria en
procura de generar algunos recursos de los que carecía porque sus libros ya no
se vendían.
El día del aciago golpe de
1976 su propiedad fue rodeada por efectivos del ejército con destino en la
unidad militar de José de la Quintana; allanaron su vivienda sin orden
judicial; revisaron los archivos; llevaron presos a dos colaboradores ante la
presencia de su esposa, su suegra y algunos de sus hijos. Fue uno de los
dirigentes más activos en la denuncia de las graves consecuencias de la acción
golpista que, por entonces, gozaba de simpatías en agrupaciones
antiperonistas.
En 1982, cuando Argentina
recuperó las Islas Malvinas sumó su mayor decisión y actividad en respaldo
de la acción soberana. Defendió la imprescriptibilidad de los derechos
argentinos ante la sesquicentenaria usurpación colonialista. Publicó artículos
y una traducción del Informe de Lord Frank, fue entrevistado en
televisión, viajó a Puerto Argentino junto a los presidentes de los partidos y
Saúl Ubaldini, secretario de la CGT. Los textos de su vigorosa defensa se
difundieron en países hermanos donde la Causa Malvinas se tornó en bandera
unificadora de la Patria Grande.
En 1983, con poco ánimo de
alejarse de Alta Gracia, regresó a Buenos Aires dado la convocatoria a la
elección presidencial. La Justicia de la dictadura rechazó la sumatoria
acordada con el candidato Ítalo Luder del Partido Justicialista. El FIP debió
optar por llevar candidaturas propias en todos los distritos provinciales. En
esa campaña, Ramos calificó la ilegalidad de la deuda externa, propuso la
constitución de un club de países deudores, denunció la desmalvinización y
llevó al primer plano de la opinión pública la defensa del rol de la mujer en
la vida política y social argentina y la revalorización de la tarea del ama de
casa.
Puso a los militantes a
colaborar con las compañeras para organizar en todo el país el Sindicato
de Amas de Casa y luchar por los derechos jubilatorios de su tarea sin
reconocimiento. En 1987 explicó -en un folleto de masiva circulación-
las razones de la crisis militar de Semana Santa que encabezaban héroes de
Malvinas. Con la influencia de sus amigos Alberto Methol Ferré y Pedro Godoy
adhirió al documento de la Iglesia de Puebla que revalidó los movimientos
nacionales y la unidad de la Patria Grande. Ante la Convención del partido,
Ramos expuso sobre “el papel peculiar que la fe religiosa puede jugar como
equivalente histórico de las ideologías políticas”.
En 1989 fue cofundador del
Frente Justicialista Popular (FREJUPO) que impulsó la fórmula Menem-Duhalde
siendo orador en el gigantesco acto de lanzamiento en La Rioja. Al asumir
el gobierno fue designado embajador en Méjico, el único reconocimiento oficial
de toda su prolongada vida política. La orientación del gobierno, distinta a la
expresada en la plataforma electoral, significó para Ramos algunas críticas.
Sostenía que al gobierno peronista lo defendía centralmente por la conformación
del MERCOSUR, medida de valor estratégico que superaría las políticas de
contenido ‘colonial’ o ‘semicolonial’. En documentos internos (están
publicados) advirtió sin embargo que, con la adopción de las políticas liberales
aperturistas que los gobiernos América Latina adoptaban inexorablemente, se
avanzaría a una catástrofe social. Simultáneamente señaló que si el pueblo
latinoamericano no rehúsa suicidarse, deberá ser modificada.
A 25 años de su partida
Ramos sigue gravitando por su esencial aporte histórico y político a la
autoconciencia de América Latina arrasada por el denominado capitalismo
financiero que desvaloriza el trabajo favoreciendo la especulación que es razón
principal de la pobreza, la corrupción, la desocupación, la marginalidad sin
derechos humanos, la existencia de fortunas descomunales sustraídas del ahorro
argentino ocultas en cuentas “off-shore” (solamente, a marzo de
2017, el “blanqueo” alcanzó los U$S 117.000 millones de dólares, superando a
Italia, España y Brasil). Al morir Jorge Abelardo Ramos, su amiga la escritora
Graciela Maturo señaló que ya se advertía entonces “la desolación de un país
sin rumbo”.
Hoy en su memoria, alentamos
la lectura de sus obras por parte de nuevos protagonistas en la esperanza del
rescate de las banderas de la emancipación nacional.
Carlos
Alberto Del Campo Editor, compilador y autor del libro “Jorge Abelardo Ramos.
Así lo Vieron”, Ed. Ciccus y del Corredor Austral, 2015