a propósito de las elecciones generales
06/11/2019 Agencia SIC
Ante las próximas elecciones
generales, el Grupo Polis de la delegación de Apostolado Seglar en la
Archidiócesis de Toledo, reiteramos
estas reflexiones como una posible ayuda a la hora de votar. Están inspiradas
en la Doctrina Social de la Iglesia y se formulan desde el respeto al carácter
personalísimo de esta decisión.
1º Situación: Es preciso
tomar conciencia del momento histórico en que nos encontramos. Retos como la
crisis, cuyos efectos no hemos superado y que parece volver a amenazarnos, el
grave problema de la unidad de España o los riesgos para una concordia que
creíamos haber alcanzado y cuyo referente jurídico ha venido siendo la vigente
Constitución, exigirían planteamientos más constructivos por parte de todos.
Como ha puesto de manifiesto
el arzobispo de Toledo D. Braulio Rodríguez en sus escritos semanales (i.e.:
“Tristeza”, de 15 de octubre de 2017; y “Reflexiones”, de 17 de junio de 2018),
vivimos en una situación de “grave prueba”, con una “crisis de la
representación política” y olvido del bien común, que urge “un cambio en la
vida pública” y una acción decidida a nivel ético y antropológico. La propuesta
del Papa Francisco, llamando a una “cultura del encuentro”, al diálogo y la
amistad civil para afrontar entre todos los nuevos desafíos, es una
contribución que debería tenerse muy en cuenta.
2º Voto. Ejercer el derecho
de voto es “algo tan importante como encomendar el buen gobierno del país a
legisladores y gobernantes que habrán de organizar y promover el bien común”
(Conferencia Episcopal Española, 2004). El Catecismo recoge este deber
ciudadano. Y San Juan Pablo II nos indicó que: “los fieles laicos de ningún
modo pueden abdicar de la participación en la política”. Votar es una de las
maneras fundamentales – no la única, por supuesto– de participar en la
construcción del bien común.
Como todo en nuestra vida,
hemos de planteárnoslo en oración, confiando plenamente en el Señor y su
Providencia; hemos de rezar por las autoridades y pedir que el Señor nos
ilumine para votar lo mejor posible.
3º Discernimiento: Para un
buen discernimiento tenemos la responsabilidad de adquirir por vías fiables
información lo más completa posible, acerca de los partidos, sus candidatos; y
los programas electorales.
El elemento personal –los
líderes principalmente– es el primer y fundamental criterio. Es a ellos a
quienes, en último término, estaremos eligiendo. Su coherencia, espíritu de
servicio, estilo, la confianza que inspiran, el respeto a los “rivales”, su
capacidad de diálogo, ¿son tenidas en cuenta a la hora de votar?
El Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia –de fácil acceso en internet– puede ser una buena ayuda en
este proceso de discernimiento. En él se nos ofrecen algunos criterios
generales: ningún partido puede corresponder plenamente con las exigencias de
la fe. Nuestra adhesión, por ello, nunca ha de ser ideológica sino siempre
crítica.
También se nos indica que lo
que estamos llamados a identificar en cada situación política concreta es el
bien posible a realizar; y, en su caso, a limitar los daños y disminuir los
efectos negativos, cuando no sea posible evitar la puesta en práctica de
ciertos programas políticos o impedir o derogar ciertas leyes.
Sus orientaciones nos
permiten valorar los programas en aspectos clave como:
1.- El respeto a la dignidad
de la persona y sus derechos y, en particular, la defensa de la vida humana: ni
el aborto, ni la eutanasia pueden ser aceptados como derechos. Asimismo, la
atención prioritaria a los más débiles: los ancianos, los parados, quienes no
tienen un trabajo decente, los jóvenes y los inmigrantes.
2.- Es preciso reconocer y
promover la familia, como unión entre un hombre y una mujer basada en el
matrimonio, con una política familiar eficaz y desde la cual se responda al
grave desafío que supone el llamado “suicidio demográfico”. Se ha de garantizar
el derecho de los padres a la educación de sus hijos según las propias
convicciones morales y religiosas previsto en la Constitución, sin que se les
imponga la ideología de género (visión tan errónea como perniciosa para la
propia mujer).
3.-Se han de promover las
condiciones que favorezcan a las empresas para la creación de empleos, con un
sentido de justicia en la contratación laboral. Y se requiere una gestión muy
prudente y equitativa de los recursos públicos.
4.-Nuestra nación debe
seguir participando en la construcción de la comunidad internacional, en
particular de Europa, en la ayuda al desarrollo de los pueblos más necesitados
y en la defensa del medio ambiente (“la casa común”, Papa Francisco).
5.-La política general ha de
atender de manera especial a los problemas específicos del medio rural
(despoblación, dotaciones básicas, agricultura, etc…).
6.-Las instituciones
públicas deben estar al servicio de todos y no de intereses particulares o de
partido y se han de respetar las reglas del juego democrático. Asimismo, es
preciso custodiar la libertad personal y defender el principio de
subsidiariedad frente a las tentaciones estatalistas: el poder ha de estar
siempre al servicio de la persona y de la sociedad –no al revés–, en la
búsqueda del bien común.
7.-La libertad religiosa es
fundamental: la fe en Dios debe estar presente en la vida pública. Anunciarlo y
presentar propuestas inspiradas en la Doctrina Social de la Iglesia forma parte
de nuestra misión evangelizadora.
4º Decisión en conciencia:
La Doctrina Social de la Iglesia no es un recetario. Exige que realicemos
juicios prudenciales: “La prudencia capacita para tomar decisiones coherentes,
con realismo y sentido de responsabilidad respecto a las consecuencias de las
propias acciones.” (Compendio, 548).
Para esa previsión de las
consecuencias, como hemos visto, son muchos los elementos a tener en cuenta.
Por ello, además ponderar cada uno de esos factores, conviene valorarlos en su
conjunto a la hora de elegir entre las diferentes opciones. A este respecto,
hace algunos años, escribía Julián Marías:
“Tras unas elecciones, una
nación, en nuestro caso España, emprende una trayectoria, que ciertamente se
puede modificar o rectificar, pero que da una figura determinada al país en que
se va a vivir.” “Nos vamos a sentir “cómodos” en esa configuración, o acaso
vamos a experimentar la extraña e inquietante situación de que aquello es
“ajeno” o se está enajenando”; “al anticipar el futuro, ¿sentimos un horizonte
abierto, un camino que deseamos seguir, que puede ser “nuestro”, o sentimos
temor de entrar en “tierra extraña”?
Esto es lo decisivo, lo que verdaderamente
se elige, más allá de los intereses particulares, de las cuestiones que
directamente nos afectan. Mucho más que todas ellas nos concierne la figura
total de nuestra nación, el “argumento” que va a tener, que nos parece
prometedor e ilusionante o suscita temor o repulsión.”
A la vista de todo lo
anterior, cada ciudadano, en el recinto sagrado e inviolable de su conciencia,
adoptará la decisión libre de votar a quienes considere.
Encomendamos el resultado de
estas elecciones a nuestra Madre Inmaculada, Patrona de España, por el bien de
cada uno, de las familias y de nuestra nación.
Grupo Polis – Apostolado
Seglar
(Archidiócesis de Toledo)