A
cinco años de la muerte de Nisman, detectaron una huella en el departamento y
era de un prefecto que pasó por el baño
Por
Patricia Blanco
Infobae,
16 de enero de 2020
Unas
huellas sin dueño habían quedado en el departamento de Alberto Nisman. Una
escena del crimen que no se caracterizó, precisamente, por la abundancia de
huellas. Ni las marcas de los dedos de Nisman, para los creyentes en la
hipótesis del suicidio, ni los dedos de su asesino, para los que creen en el
homicidio, quedaron en el arma. La sangre del fiscal cubrió todo. Pero en la
causa había tres rastros dactilares que no habían podido ser identificados.
Estaban
ahí, sobre la puerta interna que comunica la cocina con el pasillo de
distribución del departamento que en el vivía el fiscal que había denunciado a
la entonces presidenta Cristina Kirchner. En marzo pasado, a los investigadores
que están al mando del fiscal Eduardo Taiano se les ocurrió pedirle a la
Superintendencia de Policía Científica de la Policía Federal Argentina que
informara si los nombres de 87 personas que ellos les indicarían estaban
registradas en el Sistema Automatizado de Identificación de Huellas Dactilares
(A.F.I.S.).
Entre
las 87 personas, estaban desde la madre de Alberto Nisman Sara Garfunkel o su
amiga Marta Chagas, que entró con ella al departamento de Nisman en la noche
del domingo 18 de enero de 2015, hasta la hoy ex fiscal Viviana Fein, el juez
Manuel De Campos o del ex secretario de Seguridad Sergio Berni. Ellos tres
están imputados por el fiscal Taiano en la causa por el presunto encubrimiento
de la muerte de Nisman, un expediente en donde desde se rumorea en tribunales
que se vienen preparando pedidos de indagatoria.
Según
pudo reconstruir Infobae, las huellas sin dueño en la casa de Nisman estaban
desde el 2015, en los primeros tiempos de la causa. En marzo, como una forma de
encontrar una respuesta a esa incógnita, se mandaron los 87 nombres de las
personas que habían estado en el departamento. La mayoría pertenecían al
operativo. 35 de esas 87 personas no estaban en ese registro AFIS, por lo que
se ordenó incluirlos. El 14 de marzo, la respuesta llegó a la fiscalía.
Tras
someter nuevamente a la búsqueda en el Sistema A.F.I.S “los tres rastros útiles
para establecer identidad papiloscopico, que ya fueran cotejados en el marco de
la pericia n° 61/2015 de la División RASTROS”, apareció una coincidencia con la
estampa de un dedo medio y un anular derecho. Eran de Horacio Nicolás Aranda,
uno de los prefectos que estuvo esa madrugada del 19 de enero de 2015 en el
departamento.
Según
se desprende de la causa, Aranda era jefe de Servicio de la División Seguridad
de Puerto Madero. Se enteró a través de un llamado telefónico al comando
radioeléctrico que en la calle Azucena Villaflor 450 habría una persona
fallecida. Le encomendó al oficial del sector, el prefecto Walter Alegre, que
se trasladara hasta el lugar para ver qué es lo que estaba sucediendo. Una vez
allí, Alegre le comunicó que se trataba del departamento del Dr. Nisman, por lo
que inmediatamente se trasladó hasta el lugar. Eran las 23 del domingo 18.
Cuando
ya estaba en el departamento, según consta en el trabajo de la fiscalía, “el
prefecto Aranda se dirigió hacia el dormitorio principal y la madre de Nisman
le hizo saber que su hijo había fallecido en el baño. Por tal motivo, se acercó
al baño y observó que la puerta se encontraba abierta, aproximadamente un
centímetro de luz, y que en su interior había una gran cantidad de sangre.
Consecuentemente, ordenó a sus subalternos que se contactasen con el SAME,
llamado que se llevó a cabo desde el comando radioeléctrico de la División de
Seguridad de Puerto Madero -sita en la calle Macacha Güemes 151 de esta
ciudad-“.
Al
salir de ese ambiente, el prefecto Aranda se encontró con uno de los custodios
del fiscal Nisman, quien se encontraba hablando por teléfono con la jueza
Sandra Arroyo Salgado, quien pedía que se tomaran precauciones.
Aranda
también le preguntó a Sara Garfunkel si había estado usando la computadora, que
había en la segunda habitación. La mujer le respondió que no, que así,
encendida, estaba cuando entraron al departamento. Frente a la computadora,
había un celular que sonaba y vibraba todo el tiempo y se veía a través de su
pantalla que estaban entrando llamados.
Los
detalles reunidos por la fiscalía añaden que, a las 23:30, Aranda le ordenó al
cabo segundo Artemio Ramos que “se quedara custodiando en la puerta del baño
del dormitorio principal, a los fines de que ninguna persona pudiera acceder”.
Se fijaron otras consignas en el pasillo que da al living del departamento (ya
que allí había documentación) y en el dormitorio en el que se había hallado la
computadora encendida. Aranda también “impartió la directiva de que la madre se
quedara en el dormitorio principal y que no tocase absolutamente nada”.
Tras
pasar el reporte a sus superiores fue Aranda el que se contactó con el Dr.
Diego Donarini, secretario del Juzgado de Instrucción 25, ocasión en la que
este le indicó que por tratarse de un “N.N.” debía contactarse con la fiscalía
de turno, puntualmente la Fiscalía de Instrucción 45. También habló con el
secretario de la fiscalía Bernardo Chirichella, quien le ordenó que no se
tocara nada y que se preservara todo el interior del inmueble.
El
nombre de Aranda está incluido entre la lista de las personas que se movieron
por el departamento esa noche. Pero es uno de más de los subordinados que
desfilaron por el lugar. El fiscal Taiano, en cambio, apunta a los “jefes” del
lugar.
En
un dictamen que firmó en 2016, reclamó saber si las irregularidades en la
preservación de las pruebas en la casa de Nisman fueron parte de un plan para
encubrir el móvil de su muerte. Allí imputó a la fiscal Viviana Fein, ahora
jubilada; el juez De Campo; contra el ex secretario de Seguridad de Nación
Sergio Berni (hoy ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires) y el
ex jefe de la Policía Federal Rubén Di Santo, entre otros.
Según
fuentes judiciales, que las huellas pertenezcan a uno de los que estuvieron en
el departamento demuestra “lo desprolijo que fue el procedimiento: los propios
preventores dejaron sus huellas en el lugar”.