POR CLAUDIO CHAVES
La Prensa, 06.02.2020
El presidente de la Nación,
Alberto Fernández, en su periplo europeo recaló en Francia y en el Instituto de
Estudios Políticos de París dio una conferencia donde advirtió que enviará al
Parlamento una ley para despenalizar el aborto. Los argumentos para justificar
semejante decisión no pueden ser más insustanciales y vanos.
Primero: todos sabemos que
el aborto se practica de modo que no seamos hipócritas y transparentemos la situación.
Dejemos, afirmó enfáticamente, de proteger a los estratos más altos de la
sociedad que abortan con todos los cuidados mientras las mujeres pobres sufren
los males de una pésima atención, en condiciones indignas. Promover el aborto
en nombre de la justicia social es un insulto a la inteligencia y al peronismo
al cual dice pertenecer. Similar a la solidaridad obligatoria que impone su
gobierno a la sociedad y protege a la casta política a la cual pertenece.
En un despiste moral e
intelectual comparó la situación del aborto con los tiempos en que se discutía
la Ley de Divorcio en el gobierno de Alfonsín. Habló de su madre divorciada y
vuelta a casar y como los tres hijos fueron testigos de su nuevo amor.
¡Pero se puede ser tan
superficial al comparar el amor de quien apuesta a una nueva pareja con la
muerte, lisa y llana de un inocente!
Sin pretender cargar las
tintas y al solo efecto que se entienda el mecanismo mental de reflexión que
tiene el Presidente podríamos decir que el incesto existe. ¿Habrá que
legalizarlo? Alberto sabe muy bien que no es así. ¿El progresismo del futuro lo
hará?.
Ante esta decisión que
volverá a fracturar a la sociedad, que hipócritamente Alberto intenta unir,
vale recordar los argumentos filosóficos en los que sustenta la necesidad del
aborto. "Debemos respetar tanto a la mujer que siente que es un derecho
sobre su cuerpo como a la mujer que siente que Dios no le permite hacerlo. Y
cuando uno despenaliza y legaliza el aborto no lo hace obligatorio".
Plantear el aborto en
términos de libertad individual, derecho sobre su cuerpo matando una vida
dentro de él, es un dislate y peor es todavía afirmar que Dios no se lo permite
a mujeres creyentes. Libertad versus religión. Pensamiento moderno versus
pensamiento conservador. Civilización y barbarie. No es Dios, señor Presidente,
es el derecho natural a la vida.
Lamentablemente en esta
situación cayó equivocadamente el Papa Francisco. La Iglesia contiene y redime
al pecador a condición que se confiese, se arrepienta, acepte la penitencia y
tenga propósito de enmienda. Ahora que el Papa reciba a un individuo que ha
dicho que va a matar es complicado, fundamentalmente si no lo persuade de su
error.