¡Venceremos!
por José Luis Milia
Informador Público, 28-3-20
"¡Esperen un momento!
¿Qué demonios nos estamos haciendo a nosotros mismo? ¿A nuestra economía? ¿A
nuestra próxima generación? ¿Es esta cura, aunque sea por poco tiempo, peor que
la enfermedad?" Thomas L. Friedman.- The New York Times.
Cuando Asís en Animales
Sueltos dijo que el país había optado por la cuarentena "con
extraordinaria frivolidad", y que es una medida pensada "para la capa
alta, media alta y capa media de la sociedad, y después, a la suerte, porque
para estar en una casa tenés que disponer, primero, de una casa", no decía
nada irrazonable, solo que, como nos estamos manejando desde el miedo y de la
comodidad, creemos que todos los que siguen la cuarentena, tienen televisión
satelital, PC, WhatsApp, la heladera llena y un par de tarjetas para hacer las
compras que hagan falta por la web en supermercados y farmacias; pregúntenle al
mercadito de cualquier barrio marginal si aceptan una “signature” y entonces se
darán cuenta de que lo de Asís dice no deja de tener sentido.
Si analizamos la cuarentena
desde el punto de vista de la adaptación del hombre, vemos que, según sean las
condiciones del medio ambiente, estas favorecerán o entorpecerán el equilibrio
físico y emocional de quienes estén sometidos a esto. Es así que aquellos que
por formación piensan y razonan mejor, que tienen acceso a los servicios
básicos tienen mejores posibilidades de pasar una pandemia sin mayores
sobresaltos y aceptar cualquier encierro que se requiera que aquellos que están
hacinados en una casa de chapas de barrio marginal y que carecen de los
servicios básicos (aguas corrientes, gas, electricidad, cloacas, etc.).
En
Argentina las decisiones que se toman, por la carencia de recursos que tenemos
y por ser generalmente de corto plazo oscilan entre algo malo y algo peor, de
esta manera, puede verse como algo perfecto a la cuarentena, pero hay un punto
donde este remedio -al fin y al cabo una mísera cataplasma- puede ser peor que
la enfermedad.
Las decisiones importantes
son siempre entre algo malo y algo peor, se toman según recursos y situaciones
particulares de cada país, puntualmente y en fase inicial parece perfecta la
cuarentena total, pero en algún punto el remedio puede ser peor que la
enfermedad. Los antecedentes de nuestra política como generadora de soluciones
creativas, no resulta muy tranquilizadora.
Trump y Bolsonaro han
privilegiado el mantener a la economía en movimiento. Respecto de esto dice
Friedman en su artículo: “Nuestros líderes no están volando completamente a
ciegas: Están trabajando con el consejo de epidemiólogos serios y expertos en
salud pública. Sin embargo, debemos tener cuidado con el "pensamiento de
grupo", una reacción natural pero peligrosa cuando se responde a una
crisis nacional y mundial. Estamos tomando decisiones que afectan el país, y a
toda nuestra economía, por lo que pequeños errores de navegación podrían tener
enormes consecuencias.”
Y es así como hay que
proceder. David L. Katz, director fundador del Centro de Investigación
Preventiva Yale-Griffin de la Universidad de Yale, financiado por el CDC, y
experto en salud pública y medicina preventiva; escribió la semana pasada,
también en el Times, un artículo donde afirmaba que el gobierno tiene tres objetivos:
"salvar tantas vidas como podamos, asegurarnos de que nuestro sistema
médico no colapse, pero también asegurarnos de que en el proceso de alcanzar
los dos primeros objetivos no destruyamos nuestra economía, y como resultado de
ello, aún más vidas."
Acá no hay nada de eso; así,
no resulta extraño que tanto el Presidente, como Kicillof y los intendentes del
conurbano y, por supuesto los gobernadores estén absolutamente desorientados en
las medidas a adoptar y a la vez muy preocupados por sus seguras consecuencias.
Porque, los cientos de miles de pobres que el peronismo ha fabricado y
mantenido en estado de pobreza durante décadas para su propio beneficio será
sin dudas para este gobierno un boomerang; El dinero que se pueda inyectar -por
AUH y otros subsidios- en especial en las villas, lo está devaluando la
inflación y el que podía entrar diariamente por comercio informal, el choreo y
la venta de droga se ha reducido por la cuarentena y hace que se incube una
situación social mucho más peligrosa que la pandemia.
Pehuajó, 26 de marzo de 2020