en Washington, que logró
instalar el "informe del MIT" sobre Bolivia
Daniel Lozano
La Nación, 3 de marzo de
2020
CARACAS.- Se llama Mark
Weisbrot y es economista. Es el autor intelectual del informe que el chavismo
ha usado para transformar, por arte de la propaganda, el fraude electoral de
Bolivia en un golpe de Estado contra Evo Morales . Una victoria parcial para el
principal lobbista de Nicolás Maduro en Estados Unidos, un reconocido agente de
la revolución desde los tiempos de Hugo Chávez.
Para la historia han quedado
sus sonoras carcajadas de acompañamiento a los abrazos que se repartieron el
actor Sean Penn y el "comandante supremo" en uno de sus visitas a
Venezuela. Eran otros tiempos, cuando Caracas porfiaba en convertirse en el
modelo de la "suprema felicidad". Tan entregado a la causa sigue
Weisbrot que ha sido capaz de transformar un informe estadístico
intrascendental , adornado con las siglas del MIT (el prestigioso Instituto
Tecnológico de Massachusetts) y con la referencia de The Washington Post , en
una pieza importante para la precampaña electoral en el país andino .
La máquina puesta en marcha
por Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR),
disparó los canales habituales de la propaganda bolivariana. Aliados y amigos
multiplicaron el mensaje de norte a sur, hasta llegar incluso a Buenos Aires,
donde el presidente Alberto Fernández volvió a criticar "con singular
dureza, por su inconsistencia, la auditoria realizada por la OEA" .
En el montaje de Weisbrot,
una mezcla de talibán ideológico capaz de blanquear los agujeros negros del
chavismo, no es oro nada de lo que reluce. Primero se publicó en el blog The
Monkey Cage , alojado en la web de The Washington Post , no en el propio
periódico. Y después, el asesor estadounidense encargó el informe a dos
técnicos formados en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), no al
propio MIT.
Una opinión dirigida y
personal que nada tiene que ver con el MIT y que repite la vieja táctica que el
economista ha simulado en anteriores ocasiones: medio de comunicación
prestigioso y economistas o instituciones de primera línea. Una buena
estrategia.
Weisbrot pagó por un estudio
que demostrase de alguna manera su propia tesis desde noviembre pasado, la
misma que Nicolás Maduro convirtió en una bandera: "La OEA ha engañado
terriblemente a los medios y al público sobre lo ocurrido en las elecciones en
Bolivia. Esto ha generado una gran desconfianza en el proceso electoral y en
los resultados".
Más allá de sus señas de
identidad, lo peor está dentro del estudio. En él se asegura alegremente que el
"apagón" de 23 horas durante el domingo electoral del 20 de octubre
no habría afectado la tendencia en favor de Morales , que necesitaba superar el
10% de ventaja para evitar la segunda vuelta. En la noche del domingo, cuando
se detuvo el conteo por orden oficialista, el líder aymara superaba a Carlos
Mesa por sólo 7,87%.
La inmediata respuesta de la
OEA fue concluyente: "El artículo no es honesto, ni está basado en hechos
ni está completo. Sobre todo, no es científico. Contiene innumerables
falsedades, inexactitudes y omisiones". Y, sobre todo, se centra solo en
una de las múltiples irregularidades encontradas.
La organización demostró que
el artículo ignora los principales descubrimientos de sus técnicos : cambios en
las hojas de recuento, falsificación de las firmas de los funcionarios
electorales, la existencia de dos servidores ocultos y sin autorización donde
se manipularon datos y se falsificaron las hojas de recuento, la falta de
cadena de custodia y las inexplicables incoherencias en el número de votos
emitido. La Unión Europea, que contó con su propio equipo, "apoyó los
hallazgos de la OEA y presentó pruebas de otras irregularidades".
Pero en tiempos de
desinformación, la no-verdad se hace su sitio como aquel jugador marrullero que
pinchaba a sus rivales con una aguja. El objetivo de Weisbrot es claro:
justificar el fraude electoral probado por la OEA y convertirlo en un
"golpe de Estado" , de cara a las elecciones de mayo , donde el
Movimiento Al Socialismo (MAS) pretende recuperar el poder.
"Hasta donde se sabía
el fraude electoral era un mecanismo político y no estadístico. Pero ahora
llegan los expertos del MIT y descubren la pólvora. Y encima son tan técnicos e
imparciales que comienzan su estudio hablando de golpe de Estado",
advirtió Carlos Malamud, investigador de América Latina del Real Instituto
Elcano.
No se trata, ni mucho menos,
del primer aporte del director del CEPR a la literatura revolucionaria.
"Con Maduro se fue acercando incluso más al gobierno, en calidad de
asesor. Es un economista reconocido en Estados Unidos, tanto así que Jeffrey
Sachs ha escrito con él. Al menos desde 2017-2018 ha estado asesorando al
gobierno, pero según entiendo no le hacen mucho caso", pormenorizó a LA
NACIÓN el internacionalista Mariano de Alba, radicado en Washington.
El año pasado, junto al
propio Sachs, aseguró que 40.000 personas habían muerto por culpa de las
sanciones en Venezuela . Un equipo de economistas venezolanos, dirigido por el
prestigioso economista Ricardo Hausmann, desnudó los datos de ambos, que
casualmente olvidaban la destrucción de la economía venezolana durante toda la
revolución. Hoy la caída del Producto Interior Bruto (PIB) desde la llegada de
Maduro al poder se acerca al 70%.
Weisbrot también intervino
en la campaña presidencial argentina , criticando duramente a Mauricio Macri en
una artículo publicado en The New York Times , titulado "Quién tiene la
culpa de la crisis económica en Argentina". El asesor de Maduro se
contestó a sí mismo arguyendo que "los argentinos recuerdan cómo mejoró su
vida con el kirchnerismo".
Repitiendo la misma fórmula
ocurrida ahora, la prensa opositora entonces replicó el artículo con otro
titular: "El NYT responsabiliza a Macri por la crisis".
El chavismo ha invertido
miles de millones en asesores, lobbistas, propagandistas y cabilderos , una
inversión que no ha cesado pese a la monumental crisis. El último fichaje en
Estados Unidos es el abogado Bob Amsterdam, quien no ha dudado en encararse desde
el primer día con el senador Rick Scott, uno de los grandes detractores del
chavismo en la Florida. Viene en el sueldo.