que pretendió no ser al ñudo
Alberto Buela (*)
Mi amigo y
editor, Eugenio Gómez, -un español que quedó anclado en Buenos Aires hace 40
años y que es el máximo editor de escritores nacionales de Alberdi a Perón y de
Mariano Fragueiro a Sampay- me escribió en estos tiempos de cautiverio a que
nos somete el coronavirus, proponiéndome una celebración por mi “haber humanitario”.
La primera reserva
de conciencia a su pedido, es que pienso como Proudhon: cada vez que escucho humanidad se que quieren engañar.
Esta
celebración consistiría en una meditación circunspecta sobre el itinerario
vital desde la perspectiva de la “laicidad”. Y para ello me envió un modelo que
corresponde a Enrique Dussel, doctor en la historia de la Iglesia (sic) y
pensador de la teología latinoamericana de la liberación en su vertiente
marxista.
La segunda
reserva es que mis diferencias con Dussel son abismales, aun cuando podamos
tener algunos puntos en común, como lo es el haber compartido, un gran maestro
como Nimio de Anquín y su trabajo liminar sobre el rescate de la singularidad
americana en un escrito memorable El ser
visto desde América (1953). Esta preocupación por Nuestra América, como
gustaba decir José Martí, nos es “lo común”. Mientras que aquello que nos
diferencia es todo el resto. Él es, formalmente, historiador de la Iglesia,
“gringo” y marxista, y nosotros somos, formalmente, filósofos, criollos y
peronistas.
Lo de la
filosofía de la liberación, como sostuvo el buen filósofo mejicano Luis
Villoro: no pasó de ser un programa no
desarrollado de filosofía. O como sostuvo Silvio Maresca: la sedicente filosofía de la liberación ya
comenzó mal desde el título, pues pretende hacer filosofía a partir del otro
del que quiere liberarse. Y eso no es filosofía.
Yendo al tema
de mi itinerario desde la perspectiva de la laicidad. Nací en la casa de mi
abuelo materno, Eduardo Lamas, en Parque de los Patricios. Fue mi partera la
madre de Julián Centeya, el hombre gris de Buenos Aires. A la semana de vida y
visto que no tenía capacidad para succionar el pecho de mi madre, me
trasladaron a Atalaya, partido de Magdalena. Mi padre llevaba un cajoncito hecho
por él para enterrarme, pero me recuperé y él, gran asador criollo, se comió un
lechón con las brazas del cajoncito. De modo tal que nací biológicamente en
Buenos Aires y a la vida plena en los pagos de Magdalena. Esto signó para toda
mi vida el carácter de orillero; aquel hombre que puede vivir cómodo tanto en
el campo con en la ciudad. No soy el orillero de Borges pero los entiendo
raigalmente en lo que son y han sido. Nunca
digas que sos gaucho (que vale para filósofo, investigador, santo etc.) que los otros lo digan de vos, repetía
mi viejo. Y después que te lo dicen, (sigo
yo) escuchalo a Francisco: no te la
creas. Y recién, luego de este doble movimiento de la conciencia podés
comenzar a trabajar, actuar, pensar o lo que sea.
Como al pasar
cuento que desde 1998 soy el presidente de la Asociación argentina de Taba, el
más genuino y universal de los juegos criollos, pues lo juegan, niños, mujeres,
varones jóvenes y viejos.
De chico
concurrí, cuando estábamos en Buenos Aires (el pueblo de Atalaya no tenía cura),
a la parroquia San Bartolomé de Chiclana y Boedo donde fui bautizado y tomé a
los 9 años la comunión. Allí participé, pero no mucho en la Acción Católica,
sobretodo cuando íbamos de campamento. Qué hermoso que era eso y qué aventuras.
Éramos tan pobres… y sin embargo que alegrías. Allí comencé rezarle regularmente a la Virgen en la canciones del
campamento: Virgen lujana, bella patrona,
gloria y corona de mi nación…, hábito que nunca abandoné.
Había un joven
(para mi viejo) teniente cura llamado Lucio Gera[1],
que ejerció mucha influencia en Juan Romano, conocido por nosotros como “el
filósofo” y que fue quien determinó mi elección vocacional, cuando a los 15
años me regaló El Criterio de Jaime
Balmes. Libro que nunca dejé de recomendar y de releer y que junto con las Lecciones preliminares de García Morente
son la mejor iniciación en la filosofía. Unos meses antes de su partida me
llevó el hijo de Juan, a visitar a Gera que estaba en el convento de las
Carmelitas. Se acordaba, después de casi cuarenta años, de todos y cada uno de
nosotros. Le pedí un libro y me dijo que no tenía libros, “pero si tenés un montón de conferencias y estudios, le respondí. Alberto, me dijo, siempre preferí la palabra hablante a la hablada”. Y se despidió
diciéndonos “la Iglesia no es solo
cuestión de curas sino también de laicos.”
La primera vez
que percibí la diferencia entre el sentido de laico empleado por la Iglesia y
el empleado por la política, fue cuando mi hermano mayor Carlitos fue preso en
la época de Frondizi por la disputa de “laica o libre”, defendiendo la
enseñanza libre. ¿Pero cómo, le pregunté, acaso nosotros no somos laicos?
La segunda
vinculación con la Iglesia fue a partir del año 1964 cuando entro en contacto a
través del padre Pablo di Benedetto, también de San Bartolomé, con el cura
Meinvielle. Recuerdo la fecha porque luego de preguntarme y hablar durante un
largo tiempo, me envió a la librería Del Temple, en la calle Viamonte casi
frente a la vieja facultad de filosofía, a retirar los tres volúmenes de la historia
de la filosofía de Fraile que me los dedicó. Años después para mi casamiento
27/10/72 me regaló la edición de mi primer libro El ente y los trascendentales, que lleva su prólogo, que había sido
mi tesis de licenciatura en la UBA.
Al conocer a
Meinvielle se me abrió una magnífica y enorme biblioteca en francés, italiano y
castellano de libros que no estaban en la biblioteca de la facultad. Y de
libros políticos totalmente incorrectos. Estos últimos me llevaron a mi primera
militancia política en el Movimiento Nueva Argentina de la calle French donde
conocí a futuros militantes políticos de renombre.
Meinvielle no
fue mi maestro pero fue mi orientador. Nunca me invitó a los cursos que dictaba
los sábados sobre Tomás de Aquino, pero siempre me alentó en el estudio de la
filosofía contemporánea. La mayoría se acercaba a él por motivaciones políticas
y casi ninguno por motivos filosóficos, y los que así lo hacían carecían de
talentos (no los nombro para no ofenderlos, pero algunos de ellos llegaron a
profesores de la universidad).
Comencé
la carrera en la UBA
en 1966, pero enseguida vino “la colimba” y como en esa época estaba vinculado
al grupo político-cultural Nueva
Argentina, que en ese año fueron a Malvinas en el Operativo Cóndor (Dardo
Cabo, Alejandro Giovenco, etc.), y su influencia política fue muy grande, no se
me ocurrió otra cosa que estando en formación, pasando Onganía junto con el
brigadier Teodoro Álvarez, grité: Masón. Porque
Emilio Abras, que era el jefe del MNA nos llenó la cabeza con que Onganía
pertenecía a la masonería blanca, que distinguía de la otra.
Me
pasé un año con ocho meses de recargo preso en la prisión aeronáutica de la
isla de Mazaruca en Entre Rios y el único libro que me dejaron pasar fue una
gramática griega.
Salido
del “la colimba” y con un conocimiento respetable del griego ático comencé a
cursar materias hasta recibirme en 1972. Tuve algunos profesores significativos
como Eggers Lan en “antigua”, Mercado Vera en “moderna”, Maliandi en ética,
Amuchástegui en historia, Pucciarelli en metafísica y gnoseología. No más.
Quienes en general se dedicaron a dictar su materia sin ningún tipo de
seguimiento personal, salvo Eggers[2] y
Mercado quienes me demostraron una estima especial. Calculo que el primero
porque sabía griego y el segundo porque estudiaba con ahínco Hegel.
Apenas
termino la carrera gano un concurso de YPF para dictar clase de “humanidades”
en la Universidad San
Juan Bosco de Comodoro Rivadavia, en vías de nacionalización. Claro está, no se
había presentado nadie. Estando allá muere Meinvielle atropellado por un auto
en la avenida 9 de julio. Me había legado de su biblioteca la parte del griego
entre la que estaban los cinco volúmenes de la opera princeps de Aristóteles de Brandis, Bekker y Bonitz, pero los
alumnos de los cursos de los sábados que estaban en Buenos Aires se la
quedaron. Cuando la reclamé ya era tarde. Igualmente no les sirvió de nada
porque ninguno sabía leer griego ático.
El
año anterior se realizó en Córdoba el segundo congreso nacional de filosofía, donde
se plateó por primera vez el tema de la filosofía de la liberación. El congreso
quiso ser una continuación del magistral de 1949, pero solo fue un remedo. No
obstante tuve ocasión de conocer a Nimio de Anquín y su opúsculo De las dos inhabitaciones en el hombre, que
salió por la época. Lo visité en la calle Velez Sarfield en Córdoba y me
impresionó su erudición. Y allí se despertó mi vocación por América, sus
pensadores y su singularidad. Vocación que sigue hasta hoy y que me permitió
sostener la tesis que “el ser de América es lo hóspito”, pues en ella todos somos inmigrantes, todos
indios y criollos y el resto, llegamos a ella desde lo inhóspito (el hambre, la
guerra, la persecución, en una palabra, buscando la posibilidad de ser
plenamente hombres).
Mi
vinculación con la Iglesia fue desapareciendo, sobre todo después de haber
conocido, por esos años, varios laicos y curas que hablaban y publicaban
cientos de libros en su nombre, sosteniendo una sandez detrás de otra. Sea
porque mis obligaciones profesorales me llevaron lejos. Recuerdo que cuando me
casé, mi viejo padre entró al templo fumando su boquilla porque no se apercibió
que era un templo, pues no había ni una sola imagen, y además estaba instalado
en una casa. De la iconoclastía vaticana no se salvó ni el loro. Percibí de
golpe que con las imágenes se fue lo sagrado. Los genios del Concilio, peritos
y teólogos; cardenales y obispos lo dejaron ir o, a
lo mejor se retiró como pensaba León Bloy; vaya uno a saber. Lo cierto es
que dejaron de interesarme las cosas que hacían los curas y laicos, y eso llega
hasta hoy día.
No leo ningún documento, salvo
excepcionalmente, ni escucho ningún sermón. Y cuando voy a misa, de tanto en
tanto, me entra por un oído y me sale por el otro. La psicología de clérigos y
laicos comprometidos es tan primaria que en cuanto abren la boca uno ya sabe
qué es lo que van a decir. Cómo serán los desatinos de esta gente que llegan
hasta el corona virus de hoy, donde la primer medida recomendada es lavarse las
manos, ellos, zopencos en su inmensa mayoría, dispusieron dar la comunión en
las manos. Nunca más gasté pólvora en chimangos, perdiendo el tiempo de sandez
en sandez, y sobre todo en esos laicos, que como Dussel, Beto, Boff y Cía, se creen más que los curas y la Iglesia. El
tupé es tan grande que le llegan a decir al Papa qué es lo que tiene que hacer:
gobierno colegiado, curas casados, aborto, homosexualidad y eutanasia
permitidos, una ética mundial (Kung), mujeres sacerdotes, y un infinito
etcétera. En el fondo, quieren una “iglesia a la carta”.
Como
dice G. Vico, rerum et Facttum
convertuntur, los hechos son las verdades reales y a lo que atenerse. Y los
hechos de todo este amasijo inconsistente de ideas mezcladas durante medio
siglo, terminó hoy en que los verdaderos “laicos” son los evangelistas
protestantes, que son los únicos que salen por las calles a convertir a los
incrédulos. Mientras que el laicado católico se limita a visitar familias
católicas para cenar y tocar la guitarra.
Es
que el laico católico no existe porque la tarea de estos “defondadores de
dogmas”, vaciaron a éstos de todo contenido sustancial. Los dogmas dejaron de
ser verdades absolutas y el laicado católico no tiene en donde apoyarse y
termina haciendo sociología o asistencia social.
Mi tiempo lo
empleé en la lectura de los pensadores nacionales que no se enseñaron ni se
enseñan en la universidad y que son muchos y muy buenos. Mi tiempo lo gasté en
cientos de cursos dictados en los sindicatos, pilares de la sociedad argentina.
Mi tiempo lo utilicé desmitificando todo aquello que nos llega como
“pensamiento único y políticamente correcto”. La crítica a la cultura mediática
me llevó mucho tiempo.
A
fines del 74 publico mi primer libro político-filosófico: La sinarquía y lo nacional y
es en este último punto donde comenzamos a trabajar sobre la idea de
nacionalismo continental, gran espacio autocentrado y cultura de síntesis que
nosotros denominamos “simbiosis”. “la
conciencia del americano es una simbiosis, los dos elementos completos el
europeo y el americano forman un mixto perfecto, una unión sustancial de ambos
elementos que es la conciencia americana, análogamente diferente de los
elementos de que está compuesta… la cosmovisión europea aporta la idea de
jerarquía de los fines y la cosmovisión indiana el tiempo americano”.
Pero no puedo desarrollarlo luego, en
conferencias y charlas, pues me agarra el golpe de Estado del 24 de marzo del
76 que me tomó siendo director del departamento de filosofía
de la Universidad Nacional de Mar del Plata de la que me echaron casi en el
acto. Con un Citroen 2cv y una hija recién nacida regresé por el camino de la
costa a mis pagos de Atalaya en busca de refugio. Hablé con mis padres y me volqué
al herraje de caballos para poder parar la olla y mantener a mi familia.
Trabajo que continué realizando hasta 1996. Mi rutina fue por muchos años salir
del hipódromo de Palermo e irme a sindicato del caucho en la calle Congreso en
Belgrano a charlar, almorzar y jugar al tute cabrero con Borda.
La
única actividad política-social fue colaborar con los sindicatos en el seno de
“los 25 gremios combativos”, que lideraban Roberto García, Osvaldo Borda, Bola
de Grasa Castillo y el Gordo Rodríguez.
Participo activamente en el primer paro que Ubaldini le realiza al gobierno
de la dictadura en abril del 1979
Alentado
por Osvaldo Borda, publico en el 83 Más allá del salario y en el 84 La organización sindical. Como se ve del
76 al 83 no pude publicar absolutamente nada. Es que la loza de plomo de la
dictadura aplastó toda actividad intelectual. Esto lo comprobé hablando con un
maestro de filosofía como Alberto Caturelli, que siendo un hombre, en cierta
medida afín el proceso militar, tampoco publicó nada en ese tiempo.
En
el 81 con un billete que me dio la CGT, que en ese momento tenía cuatro
secretarios generales: Ubaldini, Triaca, Borda y Baldasini, viajé a la Ciosl para
decirle al tano Enzo Friso, que adheríamos pero que no nos afiliábamos.
De
Bélgica me fui a Paris donde en la Sorbona
me esperaban el erudito Pierre Aubenque y el filósofo Pierre Boutang.
Del
primero aprendí la técnica específica para tratar los problemas de la filosofía
antigua y del segundo, la magia de ver hacer filosofía. Privilegio que tuve en mi vida filosófica
(llevo casi 50 años) solo en dos ocasiones; con Boutang y con el peruano Wagner
de Reyna, el mayor discípulo en castellano de Heidegger y al que, el propio
Mago de Friburgo, le rindió un homenaje.
Boutang
sobrellevaba con su discurso entusiasta y vehemente. Se le agolpaban las ideas
pero al final llegaba siempre a una conclusión clara y distinta. Leía
fluidamente griego ático, son múltiples sus traducciones de los diálogos de
Platón. Estaba traduciendo la Divina Comedia; escribiendo dos novelas, dictando
clase de metafísica en Sorbonne, grabando una película; traduciendo a Max
Scheler y dialogando con George Steiner sobre Antígona. “Si Ud.
quiere hacer filosofía tiene que tener en su escritorio muchos temas sobre la
mesa”, me dijo. Porque el filósofo es tal cuando ve el todo de lo que es y
existe, de lo contrario no lo es. (Platón, Rep. 537 c 10-15).
Recuerdo
cuando me invitó a cenar y en la cena apareció l´abbe Lefevre, director de La pensée catholique y confesor de
Charles Maurras, quien me dijo que Meinvielle hizo teología política como los
mejores y que acababa de ser publicado en Francia El
judío en el misterio de la historia. A lo que Boutang agregó: bueno en definitiva es francés. A lo que
respondí: para nosotros el ius solis es
más importante que el ius sanguinis.
Hice
la licenciatura=DEA y el doctorado
con Aubenque pero siguiendo a Boutang. Conocí en esos años a un pensador
original, Alain de Benoist, quien hoy va por los 106 libros publicados. Un
ensayista que todo lo que toca, lo toca con profundidad. Un hombre que creó una
escuela, el Grece, que durante medio siglo ha sacado discípulos en las más
variadas disciplinas y del más variado espectro ideológico. Ante él, un
pensador pagano (sic), tuve que recurrir muchas veces a mi bagaje católico para
explicarle varias tesis. En una palabra, me comporté como un laico. Como dice
el tango: siempre se vuelve al primer
amor.
En
1984 dicto mi primera conferencia en francés en el Palacio de Congresos de
Versailles junto con Julien Freund, Guillaume Feye, Pierre Vial y Alain de
Benoist: hispanoamérique contre
l´Occidente, años después publicada en libro en España con prólogo de Abel
Posse. Luego en Brasil y en Italia.
De
regreso a Buenos Aires con los títulos de licenciado y doctor en filosofía por la Sorbona me presento a dos
concursos y “la intelligensia radical” en ese entonces en plenitud con Nino,
Rabossi, Klimosky, Guariglia y Olivieri los declaran desiertos. Voy a ver al
decano de filosofía, el buen amigo Rodríguez Bustamante, y me dice: Buela, que quiere, Ud. es peronista.
Me
refugio en la UCA
donde era decano el excelente profesor esloveno Emilio Komar y mientras él lo
fue yo duré, luego me echaron.
Comienza allí mi largo período de
“seminarios ad hoc ” que duran hasta
hoy. Y así, sin la presión de la burocracia universitaria, vengo desarrollando
mi pensamiento en distintos centros y universidades de aquí y de allá: Tierra
del Fuego, San Juan, Córdoba, Cuyo, San Luis, Santa Fe, Formosa, San Pablo y
Barcelona.
Durante
el 85 trabajo sobre el marco teórico de la idea de comunidad organizada tan
cara al peronismo y publico: Hegel:
derecho, moral y Estado. Al respecto mi viejo maestro don Andrés Mercado
Vera, el máximo conocedor de Hegel en Argentina, me escribió: “Usted pone de relieve la soterrada afinidad
hegeliana del pensamiento de Perón, así como la depuración popular a la que lo
somete, tácitamente, el conductor... alguna vez yo también he intentado indicar
esta ignorada afinidad, que mucho ha influido en mi propia toma de posición
política... lo incito a que siga trabajando con igual fervor e inteligencia”.
Carta del 6 de Enero de 1986.
En
el 87 publico un trabajo de largo aliento: Aportes
al pensamiento nacional donde
desarrollo una serie de disyuntivas como comunidad o sociedad, norte o sur,
liberación o dependencia, democracia liberal o democracia social, nación o
constitución, patria grande o patria chica, etc.
En
el 88 regreso a la publicación filosófica stricto
sensu con El fundamento metafísico de
la ética en Aristóteles, nuestra tesis doctoral aumentada y aggiornada.
Y
en 1990 aparece mi libro El sentido de
América que concentra en él la primera gran meditación de conjunto, donde
profundizo mis dos tesis principales: América
como lo hóspito y el tiempo americano
como un madurar con las cosas opuesto tanto al time is money como al laissez
faire.
Los
dos años siguientes trabajamos para publicar para el V Centenario Pensadores nacionales iberoamericanos en
dos gruesos volúmenes que editó el Congreso de la Nación , que incluyen dos o
tres pensadores por cada uno de nuestros veintidós países. Un trabajo de
biblioteca no recomendable para los alérgicos al polvo.
En
el 93 volvemos a la filosofía y publicamos Epítome
de antropología fruto de las clases que veníamos dictando desde la Universidad de Mar del
Plata y durante varios años en el Consudec.
En
el 94 realizo, junto con el gran Horacio Cagni, un extenso periplo por Europa
que comienza por la Sorbona pues allí, según costumbre, fui invitado a un
almuerzo para exponer, de manera decontracté,
lo que realicé luego de diez años
del doctorado. Estuvieron presentes Aubenque, Boutang, Claude Polin, Claude
Rousseau, Pierre Hadot et alii.
Publicamos
Ensayos iberoamericanos sobre el ser
de América, América como “lo otro”, acerca de la filosofía en y de
Iberoamérica, etc. Y ese mismo año nos lanzamos a la aventura intelectual que
fue Disenso al sopesar junto con
Horacio la experiencia y los contactos europeos que hicimos.
La revista
Disenso que se editó en Buenos Aires durante un lustro, desde 1994 a 1999 bajo nuestra
dirección, fue la primera revista en el ámbito iberoamericano de metapolítica;
esto es, la disciplina que estudia las grandes categorías que condicionan la
acción política de los gobiernos de turno. Hoy existe, aunque con otra
orientación, la revista Metapolítica editada en la ciudad de Méjico, con la
dirección del profesor Cesar Cansino.
Disenso nucleó
en su seno a todo un grupo de hombres provenientes de distintas disciplinas y
actividades pero que se caracterizaban por una visión no conformista de la
realidad. Así llegaron a colaborar: filósofos, literatos, economistas,
diplomáticos, artistas, politólogos, historiadores, poetas, políticos, entre
los que hubo diputados, ex presidentes, gobernadores. Es decir, se intentó la
imbricación entre pensamiento y realidad. En una palabra, pensar la realidad
tal como se da, ir a las cosas mismas, diría Husserl, lo que en politología se
denomina realismo político.
Fue una
revista de carácter hispano o iberoamericano y no “latinoamericana” como
machacona y falsamente nos denomina el pensamiento políticamente correcto. Y
como tal en cada número escribieron uno o más autores hijos de nuestros
diferentes países. Se pudo construir así, o reconstruir, una red de
correspondientes que abarcó a todo el mundo hispano o lo que quedaba de él.
Tuvimos representantes no sólo en toda
América sino también en Asia, en Filipinas, y en África, tanto en Guinea
Ecuatorial como en la
República Saharaui en el exilio. La construcción de este
tejido de relaciones hizo exclamar a ese gran pensador nicaragüense don Julio
Ycaza Tigerino: “El proyecto Disenso, más
que una revista, es la manifestación ostensible de que existe un pensamiento
hispanoamericano que no imita, y que es singular y genuino. Además mostró la
continuidad de un genuino pensamiento hispanoamericano que transitó todo el
siglo XX y que tuvo su antecedente más remoto en la revista porteña Dinámica
Social (1950-1964) con la que también colaboré”.[3]
Al
antecedente de Dinámica Social
debemos sumarle en el desarrollo de la temática propiamente argentina la
revista Ahijuna (dic.67 a sep.68)[4] que
creó y dirigió el historiador Fermín Chávez y al que asistieron, entre otros,
Soler Cañas, Pedro de Paoli, Ricardo Caballero, Rega Molina, José Perrone,
Sánchez Uncal, Enrique Stieben, A.Saenz Germain. Fue una revista de historia,
literatura, filosofía, pensamiento nacional y sobre todo poesía. Sobre la que
escribieron: Abelardo Vázquez, Julio César Luzzatto, Leonardo Castellani,
Ignacio Anzoátegui, H. Lima Quintana, José M. Fernández Usaín, J. Melazza
Muttoni y Gorosito Heredia.
Pese
a ser entusiastamente iberoamericana, Disenso intento, con muy buenos
resultados, constituirse en un puente entre el pensamiento disidente del Viejo
Continente y el de la América
profunda. Por las páginas de esta publicación transitaron las ideas de
colaboradores españoles, italianos, franceses, alemanes, croatas y de otros
lugares, que abordaron temas históricos, de geopolítica, filosofía, economía y
critica de la cultura, siempre desde un punto de vista ajeno al pensamiento
único y a la homogeneización compulsiva de la globalización. Precisamente, esta
característica metapolítica del derecho a la diferencia, se convirtió en un
estandarte de nuestra revista. En tal sentido, Disenso representó uno de los
nexos más eficaces entre historia (Europa) y paisaje (América).
Como aporte singularmente iberoamericano, Disenso reivindicó las ideas
propias, pero contextualizadas al curso histórico y adaptadas a un
tiempo vertiginoso, defendiendo la correlación entre pensamiento, historia y política. Toda política es histórica en tanto quehacer humano, y toda
historia es política en tanto lo es de hombres, pueblos, naciones, bloques,
es decir culmina en lo específicamente político. En el plano doctrinario,
Disenso hizo suya, pues, aquella conclusión de Nietzsche, cuando señalaba que la influencia del pensamiento sobre el pensamiento era la mejor arma y el principal motor de los procesos históricos.
Esta singularidad y genuinidad se intentó poner de manifiesto en una sección denominada “textos”, donde en cada número se rescataban textos y trabajos de autores ya desaparecidos que conforman el bagaje intelectual y espiritual más auténtico de la nuestra ecúmene cultural. Sus nombres fueron los siguientes: Nimio de Anquín(argentino); Pedro Henríquez Ureña(dominicano); Rubén Salazar Mallén (méjicano); José de
Si
alguien quiere saber qué es y meditó el pensamiento genuinamente americano que
siga la obra de estos autores. Políticamente hay de todo pero filosóficamente
todos se inscriben en el “realismo político”. Esto es, piensan desde la
realidad y no desde prejuicios o preconceptos ideológicos sobre la realidad.
Su
difusión y, sobre todo, su distribución se realizó literalmente a todo el
mundo. Mediante una artimaña que no
vamos a develar, llegaban hasta setecientos ejemplares a Europa y otros tantos
a Nuestra América, e igual cantidad al resto del mundo. Recibimos un apoyo en
comentarios y recensiones de revistas alternativas como Hespérides, Tribuna Europa de España; Parolibera, Diorama, Behemonth y Orion de Italia; Eléments, L´Epervier, Résistence, L´Autre
Histoire de Francia; The Scorpion
de Inglaterra, Synergies Européennes y
Vouloir de Bélgica; Criticón y Etappe
de Alemania, sin contar con la inmensa cantidad de revistas universitarias que
a diario se editan en todo el mundo, una de las cuales y muy buena es la
revista de filosofía Dáimon=Daimon, así en
griego, de la Universidad
de Murcia dirigida por el profesor y amigo Eduardo Bello Reguera.
En
resumen podemos decir que Disenso fue una aventura cultural y como tal
interdisciplinaria con vocación de Patria Grande, que se dio a conocer al resto
del mundo la existencia de un pensamiento hispanoamericano genuino, diferente
al “único y políticamente correcto”. Y en este sentido, el apoyo europeo, en
aquello que Europa tiene de mejor, fue fundamental. Se logró constituir así una
generación de amigos en la última década del siglo que formamos parte de una
familia de ideas, que hoy, lentamente, van recogiendo los mass media: el
derecho a la diferencia, la oposición a la homogeneización de las culturas, la
crítica a la partidocracia, a la democracia
procedimental y representatividad
política, al monoteísmo del mercado, etc., etc.
Mientras
trabajamos diariamente en la edición de Disenso
se publica en España nuestro primer libro Hispanoamérica contra Occidente (1996). En el 98 regresamos nuevamente
a la filosofía y editamos Estudios
griegos, básicamente, trabajos sobre filósofos presocráticos.
Y
en el 99 cuando finaliza la aventura
intelectual de Disenso organicé junto
con dos entrañables amigos, los doctores Dall Aglio y Pizzolorusso, el congreso
“50 años de la comunidad organizada” conmemorando
el medio siglo del primer congreso nacional de filosofía de 1949 y que
presidieron Alberto Wagner de Reyna y Diego Pró, dos excelentes maestros de
filosofía que participaron de aquel primer congreso. Asistieron figuras
internacionales de significación como el politólogo italiano Alessandro Campi;
el francés Arnauld Imatz; el rumano Bogdan Radulescu, el profesor de la Sorbona
Claude Rousseau. Desde la Academia argentina nos acompañó Francisco García Bazán.
Se presentaron más de 150 comunicaciones de experimentados y, también, jóvenes
militantes-pensadores peronistas, una mejor que otra. Un congreso que se
caracterizó por pensar hacia adelante. Todo fue recogido en un volumen ad hoc.
El
contacto con Wagner se profundizó de tal forma que ese mismo año cuando me
editan en Barcelona Ensayos de Disenso, él
me hace el prólogo. Wagner fue el más significativo filósofo suramericano del
siglo XX; fue introductor de Heidegger al castellano con un primigenio trabajo:
La ontología fundamental de Heidegger. El
último existencialista católico del que tengo noticias. Su influencia y el
trato con “mi tocayo Wagner” desde el 99, hasta su muerte en 2006 ha sido profunda. Nos
vinculó el interés por Aristóteles y Heidegger. Al par que nuestro común bagaje
espiritual enraizado en el cristianismo.
En
estos Ensayos de Disenso aparecen no
solo todos mis artículos publicados en la revista sino también mi largo trabajo
sobre el desencantamiento del mundo. En
el 2000 aparece La taba y otros asuntos
criollos, que tienen que ver más con nuestra ubicación social-existencial
en la sociedad argentina que con el juego mismo, aun cuando yo soy tabero para
escándalo de algunos de mis amigos.
En el 2002
retornamos a la filosofía con Metapolítica
y filosofía, donde perfilamos ya definitivamente nuestra doble actividad,
sea como filósofos sea como metapolíticos. El trabajo fue prologado y
presentado en el poderoso sindicato de Luz y Fuerza por Monseñor Aguer quien
escribió: “Alberto es un metafísico y no cualquier
pensador llega y se mantiene en las alturas de la
metafísica, pero él es
un filósofo de Chiclana y Boedo y también se ha ocupado de cuestiones muy
prácticas para desmentir aquella sospecha de que el filósofo anda por las nubes
y se cae en el pozo. Su incursión en la filosofía práctica y su cultivo
reciente de la metapolítica me parece que lejos de desmentir su condición de
metafísico, al contrario, su capacidad metafísica le acredita para que su
incursión en la metapolítica no sea puro macaneo sino que sea efectivamente la
apertura de un nuevo espacio del conocimiento interdisciplinario en el cual se
vayan profundizando, identificando categorías que fundamentan la acción
política.”
En
el 2003 creamos junto con los sindicalistas Moyano, en ese entonces secretario
general de la CGT y Piumato de judiciales el CEES (Centro de estudios
estratégicos suramericanos) que funciona aun hoy en la sede de la Cgt, con el
que realizamos congresos, encuentros y publicaciones y participamos en los
foros internacionales. En el CeeS participaron y participan, entre otros,
geopolitólogos y metapolíticos extranjeros como Alexander Dugin, quien viajó
dos veces desde Rusia, Alain de Benoist de París, Nilo Reis de Feria de
Santana-Brasil, Ruiz Portella de Madrid y argentinos de nota. De los trabajos
realizados se destaca La teoría del
rombo, que presentamos en el Foro Social de Porto Alegre.
Pasan
tres años de plomo para nuestra superviviencia que se hicieron muy duros,
prácticamente sin recursos, nos cierra todas las puertas el progresismo
kirchnerista, una especie de socialdemocracia con chiripá. Vivimos de los
cursos privados a salto de mata. Pero en el 2005 podemos publicar finalmente
nuestra Teoría del Disenso, con un
estudio introductorio de pensador Primo Siena quien ubica nuestro Disenso
como la contrapartida, en el lugar justo del enfrentamiento, con la teoría
crítica de la Escuela de Frankfurt.
Y
recién en el 2007 un grupo de sindicatos denominado “grupo abasto”, con Oscar
Silva del sindicato de vendedores ambulantes a la cabeza, nos edita Notas sobre el peronismo, que viene a
resumir nuestra experiencia de treinta o más años dentro de este movimiento
político. En el 2008 publicamos Pensamiento
de ruptura, por aquello de Platón: “la filosofía es ruptura con la
opinión”. Libro que contempla tres partes: 1) filosofía en sentido estricto. 2)
filosofía práctica y 3) filósofos argentinos postergados. Con un último y
extenso trabajo sobre Despliegue del
pensamiento americano y una entrevista que me realizara Alain de Benoist.
En
el 2009 nos mantenemos firmes en el terreno de la filosofía sale el libro Los mitos platónicos vistos desde América y como un mentís a la tesis de Hegel que “el espíritu no alumbró en estas tierras de
Suramérica” lo realizamos del otro
lado del río Salado, del Salado interior, a partir del cual comenzaba la
verdadera Pampa, la tierra de indio y del gaucho. El desierto como decían
nuestros abuelos. Pero de esto, los gringos no saben nada.
En
el 2011 me publican en Italia un libro junto a los profesores Cumin y Pietropaoli: Carl
Schmitt: diritto e concretezza, Ed. Insegna del Veltro, Parma. Y en
España Disyuntivas de nuestro tiempo (ensayos sobre metapolítica) en donde
tratamos las siguientes posiciones: homogeneización
o identidad, Mundo único o regiones culturales, Crisis o decadencia, Derechos
humanos o derechos de los pueblos, Multiculturalismo o interculturalismo,
Memoria o historia, Pensamiento único o pensamiento disidente, Decrecimiento o
progreso, Consenso o disenso Y pluralismo
o unitarismo.
Como
este libro fue editado por Barbarroja en Madrid, la misma editorial que en el
96 me publicó Hispanoamérica contra
Occidente, con prólogo de Abel Posse, viajé a España, Portugal y Francia
donde durante un mes y pico dicté 14 conferencias entre Madrid, Oviedo,
Barcelona, Zargoza, Toledo, Coimbra, Lisboa, Paris y Aix en Provence. Me
reciben centros de estudios como la Escuela de filosofía de Oviedo dirigida por
el último gran filósofo español, Gustavo Bueno; Claude Polin lo hace en París,
Margarita Mauri y Romero Baró en la Universidad e Barcelona, Quintín Racionero
en la Universidad a Distancia de Madrid, Navarro Cordón en la de Madrid, el
elenco de la revista Finis Mundis de Portugal. Dicto en la Sociedad
Iberoamericana de Periodismo junto a González Torga y otra junto a ese gran
pensador español que es Javier Esparza. Dije, como americano, lo que tenía que
decir tanto en filosofía como en política. Puedo decir que no fui un perro mudo
en Europa.
De
regreso a Buenos Aires comencé, junto con el filósofo Silvio Maresca, quien
fuera director de la Biblioteca Nacional, charlas de filosofía por Internet
en www.canaltlv1.com.ar
Llevamos más de 120 programas que continúan hasta la fecha, mientras sigo con
mis cursos y seminarios, aun cuando hace poco que me jubilé.
En
2013 publiqué un grueso volumen Sobre el
ser y el obrar con un epílogo del investigador Roberto Walton, seguramente
el mayor conocedor de Husserl en lengua castellana. Se hizo la presentación en dos
lugares que suenan antitéticos, pero pintan un poco este doble camino que hemos
transitado; la Academia Argentina de Ciencias y en la CGT.
En
2014, la cabra vuelve al monte, y publico: Iglesia:
una visión profana, como prólogo del jurista Luis María Bandieri. Trabajo
donde intento rescatar la función que cumple Francisco en una visión
metapolítica de la Argentina. Así como los avatares de los últimos papados, los
del preclaro Ratzinger y el santo varón Woityla.
En
este mismo año la Universidad de La Guajira en Colombia me publica el escrito festivo por la proximidad a mis
70 años en la revista Entretextos N°
14-15, enero-dic. 2014. El homenaje lo dirigió el filósofo venezolano Álvaro
Márquez Fernández de la Universidad de Zulia bajo el lema: Alberto Buela; del discurso crítico al disenso dialógico. Y
participaron profesores como Romero Baró (Barcelona), Andrade Castro (Zulia),
Romer Portillo (Costa Rica), Alexander Villacian (Curitiba) et alii.
En
2015 viajé otra vez a Europa por unas entrevistas de televisión en TV Liberté de París, dicté mi seminario
sobre Aristóteles en la Universidad de Barcelona y concluí con una mesa redonda
en la Universidad Ceu-San Pablo junto con Aquilino Duque, Javier Esparza y el
eminente Dalmacio Negro Pavón sobre El sentido
de las ecúmenes culturales fue el tema.
En
el 2016 me publica la editorial Fides de Barcelona, que de hecho es la
continuación de la editorial Nueva República que me publicó en el 99 Ensayos de Disenso, la versión aumentada
y corregida de mi Teoría del Disenso con
prólogo del investigador y politólogo Horacio Cagni.
En el 2017 viajé a donde presenté mi libro Teoría del Disenso que presentó mi muy
buen amigo y pensador García Contell, y
el de la editorial Eas, Notas sobre el
peronismo.
Luego viajé a Santo Domingo de la Calzada-La Rioja-España
por una conferencia magistral en el teatro de la ciudad, en el marco del Congreso
internacional sobre la lengua, organizado por el jurista Antonio García
Trevijano. Se realizó durante dos días (21 al 23/7/17) y mi conferencia se
tituló Sentido metapolítico del
castellano o español. Ante mi asombro fue la conferencia con mayor número
de asistentes que dicté. Mi editor catalán, Juan Antonio LLopart, vendió todos
los libros que llevaba.
Me
quedé unos días en la casa de don Antonio. El hombre tenía 90 años y estaba con
sus sobrina la condeza de vaya a saber de qué. El mismo era noble y descendiente
de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, y en una de esas tardes de verano debajo de una
fresca galería y entusiasmado por mis charlas, tomó una espada y me ungió “Conde
de los Andes”. ¡Chupate esta mandarina!
En
el 2018 me publican en Italia L´Ispanoamerica
contro l´Occidente, Ed. Novaeuropa, Milano, con un horrible
prólogo del embajador de Venezuela allí. Un prólogo lamentable que me enojó fiero
con los editores, unos “tanos farabutes” a los que nunca más les dirigí la
palabra. Unos verdaderos “chantas”.
Mirado
a la distancia y en una secuencia de casi cincuenta años desde la primera a la
última publicación, si es que los libros pueden encerrar todo lo que uno ha
pensado, observamos un zigzagueante periplo que va de la filosofía a los
problemas sociales y políticos, de la filosofía a la metapolítica, que al final
se queda con las dos disciplinas imbricadas.
En
el 2019 publico yo mismo Prologuistas del
arkegueta en donde reaparecen todos los prólogos a mis libros en homenaje a
mis prologuistas y epilogistas: Meinvielle, Gorrini (desaparecido), Posse,
Pereyra, Bandieri, Tonelli, Aguer, Duque, Wagner de Reyna, Siena, Cagni,
Walton, Caturelli, Claudio Díaz, Maresca, Silva y Borda.
En
este año del 2020 están en prensa, demorados por la pandemia del coronavirus, en
España Virtudes contra deberes, que
lleva el prólogo del eminente Dalmacio Negro Pavón, y la segunda edición de Pensamiento de Ruptura. Y en Argentina
la segunda edición de Teoría del disenso,
en una editorial creativa y disidente como lo es ediciones Nomos. Que agrupa un conjunto de jóvenes
estudiosos de la filosofía y la política.
Recapitulando,
es muy poco lo que hice como laico porque en mi tiempo de producción y vida
intelectual -del Vaticano II al presente-. La Iglesia como institución terrenal
fue por un lado y yo por otro. Preferí como Franz Brentano en su tiempo, ante
el descalabro del Vaticano I, dar un paso al costado para no escandalizar. A lo
mejor hice “acción católica” sin darme cuenta por aquello que Dios escribe
derecho en líneas torcidas, pues siempre consideré al pueblo organizado como
principal sujeto en mi meditación política, tanto en su religiosidad popular
como en sus opciones políticas. Me ocupé de las organizaciones libres del
pueblo, sobre todo del trabajador, no como una figura de la historia al estilo
de Jünger, sino como una realidad que merecer defenderse. No cuestioné ninguno
de los dogmas y busqué que se practicara la oración para que podamos
integrarnos a “la comunión de los santos” que forman el Cuerpo Místico de
Cristo.
Cuatro
son los temas que se han llevado todos nuestros esfuerzos intelectuales: la
teoría del disenso, la América
como lo hóspito, la metapolítica y la teoría de la virtud. Esperemos vivir cincuenta
años más para poder duplicar el esfuerzo, pues como afirmaba Roberto Arlt: solo la prepotencia del trabajo vence la
adversidad en las sociedades dependientes como la nuestra.
Finalmente,
si alguien busca inscribirme en una corriente filosófica en Argentina que lo
haga dentro de aquella que buscó la formación de una conciencia nacional y
trabajó sobre la singularidad americana, en la línea de maestros y filósofos como Alberini, Guerrero,
de Anquín, García Astrada, Gonzalo Casas, Máximo Chaparro o Silvio Maresca. A
ellos podemos agregar hoy una docena de muy buenos jóvenes profesores.
(*)
arkegueta=aprendiz constante. Es una traducción libre porque arjé es principio y geuo es tentar, experimentar, lo que daría el que experimenta con
los principios o, mejor aun el que va tentando con uno u otro principio, tarea
que yo asocio a aprendiz. En fin, es una arbitrariedad como tantas otras, que a
mi me complace. Porque eso de auto titularse filósofo me parece muy
rimbombante.
[1] Lo de Gera (1924-2012) fue
más oral que escrito, sin embargo se han publicado dos tomos con la reunión de
sus escritos por editorial Ágape, Bs.As. 2006/7. Dos son sus tesis principales:
la crítica al clericalismo: “la Iglesia y sus problemas no son una cuestión de
curas sino de todo el pueblo de Dios” y la recuperación de la “religiosidad
popular.”
[2] Eggers Lan (1927-1996)
participó del diálogo de católicos y marxista 62-54 con León Rozitchner. Las consecuencias lejanas de este diálogo las
vemos en los destinos de los hijos de Eggers y de Rozitchner, los del católico,
fueron asesinados por la dictadura militar 76-83, y el del marxista terminó
siendo asesor filosófico del liberal Macri. Moraleja, la candidez de la paloma
siempre es vencida por la astucia de la serpiente. Si Dussel prestara atención
a esta sabia moraleja no se jactaría de haber vivido en el Israel, Estado que
hace medio siglo somete a genocidio al pueblo palestino.
[3] Dinámica Social fue
fundada y dirigida por el italiano Carlo Scorza. Se editaron 150 números desde
septiembre de 1950 a
octubre de 1964. Fue la única revista trilingüe (castellano, francés e
italiano) que se editó en América del sur. Entre su colaboradores habituales
extranjeros se destacaron Vintila Horia, G. Ucastescu, Pablo Antonio Cuadra,
Manuel Fraga Iribarne, Paul Berger, Julio Icaza Tiberino, Pierre Daye, Carl
Schmitt, Gino Miniati, Ramón de la
Serna , Galvao de Souza, J. Osorio Lizarazu, Giorgio del
Vecchio, F. Marionescu, Ploncard D`Assac, Gaëtan Bernoville, Drieu la Rochelle , Henri de Man,
Charles Maurras, Alexis Carrel, Luigi Villari, Origo Vergami, Walter von
Brüning, etc.
[4] El término ahijuna tiene
una larga tradición argentina. Nace en pleno contrapunto entre federales y
unitarios allá por 1830. La encontramos en los cielitos de El torito de los muchachos de Luis Pérez. Y con José Hernandez, el
autor del Martín Fierro se pluraliza: ¡Ah!
Hijos de una y gran puta. Así apocopado queda: Ahijuna como exclamación genuinamente argentina.