sábado, 16 de mayo de 2020

¿ES GÓMEZ CENTURIÓN NUESTRO WISTON CHURCHIL?



Tomás Zambrano Alias D´Abate

Libre, May 4, 2020

Quien conozca en profundidad o medianamente la obra de Julio Cortázar, habrá leído o escuchado hablar sobre Rayuela, en efecto, esta obra que puede ser leída tanto de manera común y corriente (es decir al capítulo uno le sigue el dos y el cuarto está precedido por el tercero) o bien alternando el orden de su lectura empezando por el capítulo 73. Si optamos por la primera opción, nos encontraremos con un grupo de amigos bohemios que viven mantenidos en París, en donde, y por lejos, sus protagonistas son Horacio Oliveira y La Maga. Ambos mantienen una especie de relación enfermiza en donde el primero busca en el amor de la segunda su salvación mientras la desdeña y menosprecia, a su vez la segunda está perdidamente enamorada del primero.

Bien podría decirse que Oliveira nos representa como sociedad (casualmente en la historia es argentino) y La Maga puede representar a la Patria. Como colectividad nos hemos cansado de renegar de nuestra independencia, sintiéndonos orgullosos de haber sido “la sucursal de Europa” e incluso cierto sector de la población sostiene que las Islas Malvinas no son nuestras. Al mismo tiempo, como compatriotas tenemos un gran desprecio por la ley (básicamente no la cumplimos nunca) y una ignorancia cívica que es preocupante, en su parte gracias a que, en el secundario en lugar de enseñar los contenidos de la Constitución Nacional, se enseña (y con suerte) a recitar su preámbulo sin desgranar sus postulados. Para hacernos una idea, el 1° de mayo en Argentina es feriado a causa del día del trabajador y no por la sanción de la Constitución Nacional de 1853. 

Volviendo a nuestra analogía, la Patria nos ama, nos protege y al igual que el padre que espera el regreso del hijo pródigo, está a la expectativa de nuestros designios como sociedad, es decir, lo mismo que hace La Maga en Rayuela. Por su parte, las similitudes entre Oliveira y los argentinos, no dejan de sorprender, ambos son un poco existencialistas, conducen por vías rápidas y directas hacia el nihilismo y lo peor de todo es que a pesar de que esa doctrina tiene un desprecio supino por la verdad, nosotros nos empecinamos en creer que sus postulados son ciertos, peor aún, nos creemos tan “superhombres” que nos hemos inventado una moral y ética nuevas, permitiendo el paso de ideas perniciosas para con la vida y dignidad humana y que por supuesto, revisten el carácter de enemigas de los valores más fundamentales que tiene nuestra Nación.

Si en Rayuela, como en nuestra sociedad, apareciera Wiston Churchill (o si los argentinos fuésemos una especie de “wistones churchilles”) esta situación sería completamente a la inversa. Este inglés, quien fue historiador, Primer Lord del Almirantazgo, Ministro de Hacienda, ex combatiente y hasta Primer Ministro en dos oportunidades (por no seguir enumerando sus múltiples cargos) a su vez fue un patriota, quien, para bien o para mal se hizo cargo de la conducción de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. El que fue ministro de defensa, de haber estado en Rayuela, hubiese sido un fiel amante de La Maga, mientras la protegía y se desvivía por ella ¿cómo lo sabemos? Porque hizo lo mismo por Inglaterra, sin dejarse llevar por la opinión pública o las corrientes políticas que esta cambiaba, de hecho, Wiston podría haber puesto las mismas excusas que nosotros utilizamos para no hacer nada por la patria, él también se tuvo que enfrentar con gobiernos tibios y pusilánimes (Caso de Chamberlain) o gobiernos izquierdistas e incompetentes (caso de McDonald), sin embargo, nuestro político muchas veces caído en desgracia, siempre se supo mantener y luchar por su ideal más grande: La grandeza de su amada Patria.

Podría decirse que nuestro “héroe” muchas veces mudó de partido político.  La realidad es que se pasó del partido conservador al liberal, luego decidió volver a sus orígenes partidarios y por momentos se peleó hasta con su propio partido quedando aislado en el Parlamento. Pero a diferencia de nuestros Sergio Massa o Alberto Fernández, no traicionó a sus convicciones. Siempre que cambió de espacio político, fue porque el mismo atentó contra sus ideales. En momentos de crisis, donde muchos prefieren alejarse y desde lejos criticar el accionar del gobierno (independientemente del color político que este tenga) Churchill se ponía como loco por participar y tener un rol protagónico en la solución del conflicto, quizás esa fascinación por el peligro se deba a las batallas en las que fue soldado durante La Gran Guerra y unos años antes en la India.

Lo cierto es que, en la Argentina carecemos de sociedades que estén influidas por la grandeza de este coloso, y como las sociedades tienen gobiernos que se les parecen…

Podría objetarse que es un tanto hipócrita llenarse la boca hablando de patriotismo y nacionalidad, citando el ejemplo de un inglés. Lo cierto es que elegí a Churchill porque en un siglo donde nació el modernismo y la canallada se terminó de imponer sobre el honor y la justicia, en un siglo donde el existencialismo y el nihilismo han hecho estragos en las civilizaciones, es francamente raro encontrar a un personaje de este tipo, que supo dar batallas en todos los terrenos y siempre con un temple envidiable. Por otro lado, es reduccionista la idea de “o todo lo nacional o sos un imperialista” propia tesis de un izquierdista de la más baja capacidad intelectual y de una ignorancia extrema, como decir que la izquierda es eminentemente internacionalista y, por lo tanto, no todo lo que viene de afuera es “imperialista”, siendo su propia ideología una refutación de su premisa.

No obstante, hemos de decir que sí hay un hombre que podría asemejársele a Wiston en la Argentina, difieren en la fama y en los cargos políticos ocupados, ya que todo hay que decirlo, era más fácil ser un convencido de las ideas propias en la Inglaterra del siglo pasado, que en la Argentina relativista, nihilista y materialista de nuestros días. Ese hombre es Gómez Centurión.

Señalando los puntos en común; ambos son excombatientes (Churchill de India y Centurión de Malvinas), ambos son políticos, los dos son convencidos de sus ideas, ambos aman a su respectiva Nación y tienen un gran rechazo por las tesis de izquierda que saben que pueden poner en jaque la civilización occidental. Pero si Churchill se tuvo que enfrentar a la ceguera de Roosevelt y posteriormente de Truman sobre el peligro rojo, Gómez Centurión se tiene que enfrentar a la ceguera de una sociedad completamente obnubilada por los “logros” del socialismo y los presuntos fracasos de una doctrina inexistente pero que se denomina como “neoliberalismo”. 
Prueba empírica de lo que acabamos de decir, es que mientras el Primer Ministro advertía sobre “el peligro soviético en Europa Central después de la guerra”, el segundo no para de denunciar la profanación de la historia argentina respecto de la última dictadura militar, mientras el primero tuvo que soportar ser tildado de loco por propios y ajenos, el segundo tuvo que soportar (entre otras cosas) que un parricida “hijo de desaparecidos” asesinara a sus padres adoptivos mientras era premiado con la conducción del proyecto “Sueños compartidos” , el mismo fue diseñado por la cúpula de la banda delincuencial de “Madres de Plaza de Mayo” quienes lucraron asquerosamente con los derechos humanos en Argentina. Pero en esta tierra que supo ser grande como pocas, hoy está administrada por gente de esta baja calaña. 

Siguiendo con las comparaciones, ambos son tomados por “militaristas” cuando en realidad, pedir por la seguridad nacional es sentido común y propio de un hijo que vela por la seguridad de su madre. En tal orden de ideas, considero que las obras Juana Tabor y 666 de Hugo Wast son proféticas, en las mismas se nos muestra un mundo post apocalíptico y relativista en el cual la Argentina, completamente carente de soldados, es invadida por uno de sus países limítrofes viéndose imposibilitada de hacer algo. Curiosamente este mismo escenario se dio en la Europa posterior a la Primera Guerra mundial, mismo mundo post apocalíptico, mismos políticos incompetentes que buscaron la desprotección del país mediante el desarme, solamente que en vez de Argentina era Inglaterra y estaba Churchill para remediarlo. En tal sentido Gómez Centurión es el candidato para sacarnos de este embrollo.

Pero si antes dijimos que era más fácil ser devoto de las convicciones propias en la Inglaterra de Churchill que en la Argentina de Gómez Centurión, debemos agregar que tal situación conlleva a que el ex combatiente de Malvinas, más que una guerra contra Hitler, tiene que librar una batalla cultural contra el progresismo. Y es que, si se toman las riendas de la cultura, se influye en la toma de decisiones de la ciudadanía, en consecuencia (sistema democrático de por medio) se accede al poder político y al poder político, por su lado el hecho de que Nicolás Del Caño (político trotskista) sea considerado como de “izquierda” y que Mauricio Macri sea considerado como de “ultraderecha”, cuando fue un gris social demócrata, muestra que la batalla se está inclinando para el lado izquierdo.

Ojalá fuese tan simple como ponerlo en términos “izquierda derecha” de la Revolución Francesa o de La Guerra Fría. En esta situación de crisis (situaciones que a Churchill lo fortalecían y esperemos que a Gómez Centurión también) se debe pelear contra amenazas más complejas, como la ideología de género, el aborto, el populismo y la demagogia que todos ellos importan. Pero si Wiston tuvo un Estado Mayor que lo ayudó en la conducción y posterior victoria de la guerra, Centurión no puede ser menos, así mientras el primero tenía al general Brooke y acólitos como Cooper, Morton o Rowan, por ejemplo, nuestro político argentino se codea con Agustín Laje, Nicolás Márquez, Hotton, por nombrar a algunos de quienes pueden ser sus generales en esta batalla cultural.

Si el lado Aliado contaba con grandes ejércitos y más potentes que los del Eje, es porque en ese momento los ejércitos estaban compuestos principalmente por seres humanos, no quiero afirmar esta obviedad histórica como una novedad, sino utilizarla para mostrar que tanto las batallas militares de aquellos tiempos, como las batallas culturales de ahora, se ganan con personas. Por ello estas palabras deben servir para un llamamiento a quien las lea a librar la batalla cultural, no cederle “metros culturales” a nuestro adversario, y entender que si Churchill fue capaz de aceptar en su bando a Stalin (con quien tenía insalvables distanciamientos ideológicos) por la lucha contra el enemigo mayor de ambos: Hitler. ¿Por qué no conservadores, liberales y nacionalistas podrían hacer de lado, por un momento, sus mínimas diferencias para hacer causa común contra un enemigo más grande?

Claro que con que logremos dejar de ser Oliveira, y nos empecemos a parecer a San Martín, Sarmiento o Güemes, habremos hecho mucho, me hago una idea de lo lejos que estamos de esto, ya que muchas veces me pregunto ¿qué harían los grandes patriotas de sus tiempos, que dieron la vida a la causa de la libertad de sus pueblos, si vieran como una generación de idiotas útiles regalan lo que ellos obtuvieron con tanto sacrificio? La respuesta sería en primer lugar, una profunda decepción. No obstante, la misma sería seguida de una firme determinación de pelear por lo correcto y lo justo, en tal sentido, tenemos una obligación moral para con su memoria.

En tales circunstancias adversas a la civilización occidental, como en muchos momentos de la historia, la juventud debe ser el motor vivo y el combustible infatigable de la maquinaria que defienda los valores y la idiosincrasia propia de una nación. Sabemos que Gómez Centurión no tiene la fama de Churchill, pero es “nuestro” Wiston ¿nuestro? Sí, es de las personas que quieren defender lo justo, lo bueno y la ética de las amenazas que hoy se ciernen sobre tales banderas, como si de una espada de Damocles se tratara. Por ello e independientemente de que la figura del estadista Churchill sea inalcanzable para casi cualquier mortal, no debemos restarle importancia a lo que logró Centurión: Encauzar el movimiento pro vida hacia un horizonte político impensado hace años ¿Qué perdió las elecciones? Es difícil ganar habiendo fundado un partido a escasos meses de la toma de decisiones en las urnas y teniendo todo un establishment mediático en contra. De tal modo, independientemente de que el día de mañana no sea “nuestro Wiston Churchill” quien ocupe la cabeza del Poder Ejecutivo, me aventuro a decir que será alguien seguidor y apóstol de las ideas de justicia, libertad, prudencia, equidad y amor nacional. 

 A su vez, debemos tener presente que serán las generaciones futuras las que emitirán su veredicto final luego de analizar nuestras acciones, con todo el peso y la responsabilidad que ello implica para nosotros, por ello, anhelo que mi generación sea recordada como aquella derrotó al enemigo, sepultó sus restos para siempre y restableció de manera inexorable y perdurable a futuro el camino de éxito y gloria del país.