a la luz de la geopolítica
de los alimentos
por Carlos Pissolito
Informador Público, 11-6-20
En concordancia con su
significado etimológico, a la Geopolítica, en términos generales, se le
atribuye como objeto de estudio el impacto de la Geografía sobre la Política, y
viceversa. Pero, con los años, este campo de acción se ha visto ampliado.
Especialmente, se la ha orientado hacia el diseño de estrategias vinculadas al
posicionamiento, al desplazamiento y al empleo de fuerzas en relación a las
masas terrestres y a los espacios marítimos circundantes y a su mutua
interacción.
Si bien en función de esta
visión es que la Geopolítica nos puede aportar el marco conceptual para que
podamos entender la compleja evolución que están sufriendo, por ejemplo, las
cadenas de abastecimiento de insumos a nivel global a caballo de la pandemia,
especialmente, de los que nuestro país es productor. Ni los administradores del
Estado nacional ni los dirigentes de la oposición, tampoco, la dirigencia
empresaria del sector y mucho menos los MCS, parecen manejarse dentro de este
ámbito. Ya que prefieren el circunscripto a sus pequeñas disputas de poder
doméstico concentradas en temas jurídicos de corto alcance.
Aunque se deba comenzar por
admitir que la decisión del PE de intervenir y expropiar el conglomerado
alimentario Vicentin no tendrá un efecto geopolítico masivo en la
comercialización de los granos que exporta nuestro país. Hay que reconocer que
bien puede convertirse en un caso testigo sobre cómo se puede orientar y
encauzar nuestro sistema de exportación de granos.
Pero como dijimos al
principio, para hacerlo bien hace falta explicar un marco conceptual. Vamos a
ello.
Empecemos por describir esta
situación
A través de la Historia
conocemos numerosas situaciones en las que un cambio en la condiciones
climáticas produjo una escasez de recursos naturales (fundamentalmente agua y
alimentos) en determinadas zonas, lo que, a su vez, impulsó a grandes
migraciones/invasiones humanas en dirección a lugares más favorecidos.
Actualmente, aunque se
desconocen las causas del denominado Cambio Climático, ya no hay dudas de que
el mismo está produciendo una mutación importante en las condiciones climáticas
y que éstas, a su vez, está generando fenómenos como una creciente carencia de
agua, tanto de la potable como de la destinada a los cultivos para consumo
humano y animal.
Se suma a esta condición
natural, la circunstancias impuestas por la pandemia del COVID 19 la que ha
ralentizado tanto la producción como la distribución de alimentos a nivel
global. Lo que ha llevado, incluso, a expertos a alertar respecto de una
posible hambruna a nivel mundial como lo ha anunciado David Beasley, director
Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. (1)
Sea como sea, hay dos fenómenos
que marchan paralelos: un incremento del número y de las necesidades de la
población mundial y una decreciente capacidad para satisfacer dichas
necesidades, agravada, hoy, por los efectos económicos de la pandemia. Lo dicho
no implica adoptar la famosa tesis malthusiana ni suscribir a los límites del
crecimiento propugnado por el Club de Roma. Es simplemente, reconocer la
existencia de un problema.
El precio de los alimentos
es el problema
Históricamente, sabemos que
los picos de precios de los alimentos tendieron a subir cada vez que se
produjeron grandes desórdenes climáticos como una gran tormenta monzónica en la
India, una sequía en la antigua Unión Soviética o una ola de calor en el medio
oeste de los EEUU. Cuando estos fenómenos ocurrían, en un pasado reciente, los
grandes productores de alimentos como los EEUU, Brasil o la Argentina, pudieron
usar sus excedentes para concurrir a satisfacer a los mercados de los países
menos favorecidos para que no sufrieran hambre.
Por ejemplo, cuando el
monzón afectó a la India en 1965, el gobierno del presidente de los EEUU,
Lyndon Johnson, envió una quinta parte de la cosecha de trigo a la India, Lo
mismo hizo la Argentina con respecto de España, luego de su Guerra Civil o
cuando la ex URSS sufrió el boicot cerealero en los años 80.
También, hay que saber que
la situación se ha ido agravando con los años porque, hoy, esa demanda, no solo
es mayor, ya que la población ha aumentado. Es mayor, porque el destino de esos
granos ya no es solo la alimentación humana directa, sino que sirven de forraje
para el engorde del ganado destinado a esa tarea. Por lo que el tema es más
complejo.
Paralelamente,
las porciones de granos, especialmente de maíz, que son destinadas a la
producción de biocombustibles no han dejado de aumentar. Por lo que no es
casual que entre las subsidiarias del Grupo Vicentin haya una productora de ese
combustible.
Ante estos hechos las
respuestas de los respectivos Estados nacionales han variado en función de su
mayor o menor facilidad para lograr lo que se denomina su “soberanía
alimentaria”. Vale decir, su capacidad para darle de comer a su población con
sus propios recursos. En un extremo, se ubican aquellos favorecidos por la
naturaleza, como los EEUU, Rusia, Brasil y la Argentina que no solo disponen de
todo lo necesario para alimentar a sus poblaciones, también, cuentan con
excedentes que pueden vender y colocar en otros mercados que los necesiten. En
el otro extremo, se encuentran países como China, la India y Vietnam que no
disponen de suficientes recursos naturales para obtener la ansiada soberanía
alimentaria.
En épocas de escasez, como
la actual, ambos grupos de Estados reaccionan en forma similar y opuesta. Por
un lado, los grandes productores de granos, tienden a privilegiar sus
respectivos mercados internos, por lo que suelen aportar menos volúmenes de su
producción a los internacionales. Mientras que los países en los que reina la
escasez están desarrollando diversas estrategias destinadas a mitigar esta
falencia vital.
Por ejemplo, entre los
segundos, los de la escasez, pero que no carecen de otros recursos y ante el
temor de que no poder comprar el grano necesario, como Arabia Saudita y Corea
del Sur, dieron un paso inusual. El de comprar o arrendar tierras en otros
países en los cuales se cultivan los granos para ellos mismos. La mayoría de
estas adquisiciones de tierras se han realizado en África, donde algunos
gobiernos les arriendan tierras por menos de U$ 0,5 por hectárea, por año.
Paradójicamente, los países
receptores de tales inversiones, como es el caso de Etiopía o el de Las
Filipinas, también, carecen de una buena soberanía alimentaria. Pero, sus
gobiernos están “hambrientos” de inversiones y de obras de infraestructura. Por
lo que terminan entregando sus tierras cultivables a estas grandes empresas.
Llegado a este punto, nos
preguntamos: ¿Cómo compensarán estos Estados sus deficiencias alimentarias?
Concretamente, nadie sabe qué puede pasar si esas necesidades alcanzaran
niveles dramáticos, como todo hace prever que ocurrirá. Especialmente, cuando
vemos que la denominada “soberanía alimentaria” forma parte de sus doctrinas
militares como lo expresa en un reciente reportaje el Gral. chino Qiao Liang,
autor del famoso manual “Guerra Irrestricta”, cuando dice:
“En el mundo moderno, la
soberanía económica, la soberanía financiera, la soberanía cibernética, la
soberanía de la defensa, la soberanía de los recursos, la soberanía
alimentaria, la soberanía de las inversiones, la soberanía biológica, la
soberanía cultural, la soberanía del discurso y otros aspectos de los intereses
nacionales y la supervivencia forman parte de la soberanía nacional. No debe
suponerse que la soberanía territorial es por sí sola un interés nacional
fundamental, ya que esto guarda atingencia con el hecho de que otras soberanías
son igualmente importantes y a menudo de mayor urgencia, que la soberanía
territorial, entrando en la disyuntiva de vida o muerte”. (2)
En pocas palabras, los
suministros mundiales de alimentos se están convirtiendo, rápidamente, en una
nueva forma de presión geopolítica. Ya que cualquier civilización puede
evolucionar y manejarla pérdida de varios de sus recursos, pero no puede
sobrevivir sin un abastecimiento seguro de comida.
La particular situación
geopolítica de la Argentina
La economista Iris Speroni,
respecto a la posición relativa de la Argentina en el mercado de granos, nos
dice lo siguiente:
“La Argentina es un país
pequeño en el comercio internacional como un todo. Constituye una parte ínfima
del total medido en millones de dólares.” (...) “Sin embargo la Argentina no es
pequeña en todos los productos. Uno es grande si puede influir en el precio”.
(...) “Nuestro país no sólo es grande en maíz. Lo es en innumerables productos:
soja, miel, maní, poroto, garbanzos, pesca. Ha dejado de ser un país grande en
carne (ahora en vías de recuperación) y en trigo (ídem)”. (3)
Iris Speroni se pregunta y
se responde, luego, que la Argentina es “grande” en el comercio de granos. Le
agrego que esa grandeza viene, hoy, unida a una importancia geopolítica. Sobre
la que debemos interrogarnos. Veamos.
Por un lado, China se ha
lanzado a una campaña por la supremacía mundial. Para ello, necesita, entre
otras cosas, de recursos materiales, especialmente materias primas y comida. A
los efectos de poder transportarlas hacia sus centros de poder a puesto en
marcha la denominada “Nueva Ruta y Cinturón de la Seda”. Una red de carreteras
terrestres y rutas marítimas. También, ha puesto en funcionamiento “rutas”
virtuales a través del ciberespacio y se ha lanzado a la conquista del espacio
exterior. (4)
Por otro lado, los EEUU han
decidido enfrentar esta pretensión, ya que ven amenazada su supremacía mundial.
Para ello, ya durante la presidencia de B. Obama, los EEUU cambiaron su centro
de gravedad geopolítico del Océano Atlántico hacia el Pacífico. Con el
consecuente cambio de sus dispositivos de defensa estratégica y una
reformulación de su sistema de alianzas.
Las características más
agresivas de Donald Trump han disparado un conflicto que ya se encontraba
planteado. El que ya se desarrolla en forma abierta en lo comercial y en lo
tecnológico. Pero, que muy bien, puede escalar a otros niveles más duros.
En el medio de esta puja se
encuentra la República Argentina. En principio, por lo ser uno de los principales
proveedores de granos y, potencialmente, de carne de China y siguiendo, porque
los EEUU han reinstalado su vieja Doctrina Monroe para dificultar,
precisamente, este comercio. (5)
La puja se manifiesta, por
el momento, en forma discursiva. Vale decir en el campo de la comunicación
estratégica. Por ejemplo, no han sido pocas las manifestaciones y las visitas
de altos funcionarios de los EEUU a la Argentina que han hayan “aconsejado” al
gobierno argentino de tener cuidado y no profundizar sus relaciones con China.
Por su parte, China, fiel a
sus tradiciones estratégicas, ha guardado silencio. Pero, sin duda que debe
estar consciente de esta situación y adoptando contramedidas.
En el medio aparecen
compañías multinacionales dedicadas a la comercialización y exportación de
granos. Tales como: la norteamericana Cargill, la china COFCO, la francesa
Dreyfus y la inglesa Glencore.
Todas ellas megaempresas y,
especialmente, la última de ellas, Glencore es la que conforma el accionista
mayoritario del grupo Vicentin (6); pero que cuenta en su haber con graves
antecedentes vinculadas a prácticas comerciales monopólicas y corruptas en
varios países. La misma ha sido acusada de tratos ilegales con Estados
tramposos como Sudáfrica, la URSS, Irán e Irak y tiene una larga historia de
pago de sobornos para burlar bloqueos. En estos momentos -tomen nota los
abogados- está siendo investigada en los EEUU, en Colombia, en la RD del Congo,
en Zambia y por parte de la ONU por procedimientos corruptos en la compra de
voluntades estatales para impulsar sus negocios por materias primas. (7)
Seguramente, que el gobierno
nacional dispone de esta información. Por lo que llama la atención que no se la
utilice y que éste quiera bajar el perfil de las acciones de intervención y de
expropiación. Lo que bien podría ser una astuta medida de velo y engaño. Pero,
también, dado el conocimiento que tenemos de los actores, podría tratarse un
negociado como tantas otras veces ha ocurrido.
Nos queda a nosotros, los
argentinos patriotas desarrollar un entendimiento, primero, y una estrategia
acorde, después, con esta grave situación geopolítica. Ya que no hacerlo
constituiría una grave omisión.
Notas:
(1) Ver:
https://espacioestrategico.blogspot.com/2020/04/el-cobit-19-podria-detonar-una-pandemia.html
(2) "General Qiao
Liang: “No debemos bailar al son que nos imponga Norteamérica”
https://espacioestrategico.blogspot.com/2020/05/general-qiao-liang-no-debemos-bailar-al.html
(3) SPERONI, Iris. “El Maíz,
la Pachamama y el presidente Pagano”.http://restaurarg.blogspot.com/2019/07/el-maiz-la-pachamama-y-el-presidente.html
(4) KUO, Lily y KOMMENDA.
Niko “¿Qué implica la iniciativa china de la ruta y el cinturón de la seda?”
https://espacioestrategico.blogspot.com/2019/07/que-implica-la-iniciativa-china-de-la.html
(5) PISSOLITO, Carlos y
BARRIOS, Miguel. “EEUU: de Truman a Monroe”.
https://espacioestrategico.blogspot.com/2018/08/eeuu-de-truman-monroe.html
(6) PERFIL. "Glencore
eleva participación en mayor procesador mundial de soja en Santa Fe."
https://www.perfil.com/noticias/bloomberg/bc-glencore-eleva-participacion-en-mayor-procesador-mundial-de-soja.phtml
(7) Ver:
https://en.wikipedia.org/wiki/Glencore