CALIFORNIA RETIRARÁ UNA ESTATUA DE COLÓN E ISABEL LA CATÓLICA QUE LLEVA 137 AÑOS EN EL CAPITOLIO ESTATAL
Pablo Ximénez de Sandoval
El País, 17 JUN 2020
Después de más de un siglo
presidiendo la rotonda central del Capitolio de California, la estatua de Cristóbal
Colón e Isabel I de Castilla será retirada porque ofende a los indígenas
americanos. La decisión la adoptaron este martes los demócratas que dominan el
Legislativo californiano en el contexto de la ola de protestas antirracistas en
el país, que comenzaron siendo contra la policía y ahora se extienden a los
símbolos de la conquista europea de América. Los homenajes a Colón y los
primeros españoles en pisar Norteamérica son objeto de polémica desde hace
años, pero la retirada de la estatua del Capitolio, por lo prominente de su
localización y su larga historia, es la más significativa hasta el momento en
California.
La iniciativa la tomó un
grupo de legisladores demócratas del Estado un día después de que fuera
retirada la estatua del colono John Sutter delante del hospital que lleva su
nombre en Sacramento, la capital de California. La semana pasada, la estatua
había sido manchada con pintura roja. A pesar de ser uno de los fundadores de
la ciudad, la figura del explorador germano-suizo lleva décadas siendo
cuestionada como un símbolo del exterminio indígena en California en el siglo
XIX.
El siguiente en ser señalado
fue Cristóbal Colón. A pesar de que el explorador italiano nunca pisó el actual
Estados Unidos y murió tres siglos antes de la conquista del suroeste
americano, aquellos que rechazan la visión idealizada de la llegada de los
europeos a América lo consideran el símbolo de todo lo que vino después.
“Cristóbal Colón es una figura histórica profundamente polémica, dado el
impacto que su llegada a este hemisferio tuvo para la población indígena. La
presencia continuada de su estatua en el Capitolio de California, donde ha
estado desde 1883, está hoy completamente fuera de lugar”, dice el comunicado
de la retirada.
No es la primera vez que se retira
una estatua de Cristóbal Colón en Estados Unidos. En noviembre de 2018, el
condado de Los Ángeles retiró la que estaba en Grand Park, en frente del
Ayuntamiento. Poco antes, el Día de Colón había sido sustituido como fiesta por
el Día de los Pueblos Indígenas. Medidas similares se han tomado en los últimos
años en varias ciudades y Estados. Otro personaje del que surgen peticiones
recurrentes para que se eliminen sus estatuas es el fraile mallorquín San
Junípero Serra, primer explorador europeo que se asentó en California.
La estatua en cuestión del
Capitolio se llama La última petición de Colón a Isabel. Recrea una escena en
la que el marino le muestra una esfera a la reina de Castilla, se entiende que
para convencerla de que se puede llegar a las Indias navegando hacia el oeste.
La estatua, hecha en mármol, lleva ahí desde 1883. El escultor fue Larkin
Goldsmith Meade, un norteamericano establecido en Florencia. Costó 30.000
dólares de la época. Fue un banquero local, Darius Ogden Mills, quien la regaló
al Estado de California y sugirió que se colocara en el centro del Capitolio.
Era “un lugar apropiado para una obra de arte que conmemora un evento que tuvo
una influencia tan grande en los destinos del mundo occidental”, escribió.
Durante la ceremonia de inauguración, el hermano de Mills dijo que “California,
más que ningún otro Estado de la Unión, representa la visión (de Colón) de
tierras maravillosas más allá de donde se pone el sol”. Esa influencia es justo
lo que le está costando la cabeza a Colón en el siglo XXI.
La estatua ha formado parte
de la tradición legislativa de California durante el último siglo. Al final del
periodo de sesiones, era tradicional que los empleados del Capitolio jugaran a
tirar monedas para meterlas en la corona de la reina Isabel. Sin embargo, el
conjunto viene siendo objeto de críticas al menos desde su restauración, en los
años 70, y ha sufrido protestas recientes. El comunicado pidiendo la retirada
de la estatua va firmado por la presidenta del Senado, Toni Atkins, el presidente
de la Asamblea, Anthony Rendon, y el jefe del comité de reglamento de la
Asamblea, Ken Cooley.
La ola de protestas por la
muerte de George Floyd, un hombre negro, a manos de un policía blanco, se
extendieron hasta convertirse en un movimiento social sin precedentes contra el
racismo institucional y cultural en Estados Unidos, un país donde el legado de
la esclavitud sigue presente. En la cultura se están resolviendo de un plumazo
debates que llevaban décadas enquistados. La semana pasada, WarnerMedia decidió
advertir a los espectadores del contenido racista de Lo que el viento se llevó.
Pronto, se extendió a las estatuas en las calles y plazas consideradas símbolos
de la opresión de los blancos. Primero, las estatuas de los líderes de la
Confederación en la guerra civil. Después, los conquistadores más conocidos.
En la primera ciudad de
Estados Unidos que lleva el nombre del explorador, Columbus (Carolina del Sur),
la estatua de Colón fue desmontada y almacenada el pasado día 12 para evitar
que alguien la dañara en las manifestaciones. El alcalde dijo que la ciudad
tendrá un debate sobre qué hacer con ella cuando se calmen las cosas, pero no
quería que su destino lo decidieran unos manifestantes.
En Albuquerque, Nuevo
México, el lunes se vivió una de las escenas de mayor tensión en estas
protestas cuando un grupo de personas trató de tirar la estatua del
conquistador de Nuevo México, Juan de Oñate. Una persona resultó herida a tiros
por unos paramilitares en una reyerta aún confusa. El Ayuntamiento retiró la
estatua, que era polémica desde hacía años, al día siguiente.