Juan Manuel Lencioni
La Justicia es definida como la virtud cardinal que se
inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dándole a cada uno lo suyo. Les
da a los pueblos una causa y una razón de ser, y sirve para ordenarlos en su
vida en sociedad.
Sin justicia se caería en la anarquía y en el egoísmo,
transformando a los pueblos en fácil presa de los déspotas y tiranos. La
Justicia está íntimamente ligada con la Soberanía Política, que es la esencia
de la nación. Si se está preso de los poderes mundiales no se puede construir
la justicia, ya que hay que satisfacer los apetitos imperialistas, que llevan a
los pueblos a la miseria y la dominación. Está también íntimamente entrelazada
con la Independencia Económica: hoy el dinero es el instrumento para esclavizar
a los pueblos e imponerles condiciones de vida no solo contrarias a, sino aberrantes para su idiosincrasia.
El afán de lucro ha llevado a crear al “mercado como
un falso Dios”, adorado por los mercaderes del templo moderno; ha llevado a
comercializar hasta los bienes más necesarios para la vida, destruyendo y
contaminando la Naturaleza, los ríos, los mares.
El fruto de la
justicia es un Estado soberano, que conduzca a la grandeza de la Nación, y a una Comunidad organizada. Es el resultado
de la libre organización del pueblo en
una economía en función social que signifique la satisfacción de las
necesidades materiales, y en una
sociedad solidaria en la cual queden de lado los egoísmos y los intereses
usurarios, y en la que se reconozca al prójimo y se lo valore como a uno mismo.