Jorge H. Cazenave
A principios de siglo, el llamado "mal de la vaca
loca" era tema obligado en Europa. En ese momento, los medios y los
científicos, nos bombardeaban con ideas nefastas sobre el riesgo y los daños de
la BSE (iniciales de la enfermedad en inglés: bovine spongiform
encephaloppaty = encefalopatía espongiforme bovina). La
explicación era que el agente que la producía era un prion, una casi proteína
mucho más chica que un virus que provenía de los lanares y pasaba a los vacunos
que se alimentaban con harina de carne ovina.
De ahí pasaba al que consume esa carne, al que le
provocaba la enfermedad de Cruetzfeld-Jakob, consistente en la destrucción del
cerebro con perforaciones que lo asemejaban a un queso gruyère. Todas estas descripciones
daban combustible a los medios y a los "expertos", que las difundían
profusamente. Como si lo anterior fuera poco, el único remedio conocido era
sacrificar ganado ovino y vacuno del que se sospechara y analizar los cerebros
de los que se destinaban a consumo. Los animales sacrificados debían ser
incinerados y sus cenizas no podían utilizarse para nada, salvo para mezclarla
con hormigón. Las altas temperaturas no destruían al prion, lo que hacía de
esta enfermedad un mal catastrófico, que amenazaba a quien se arriesgara a
comer carne.
Años después, visitando centros de investigación en
Irlanda y en el Reino Unido, me dijeron al oído que no había ninguna
comprobación científica sobre las teorías que se habían difundido. Según los
"expertos", solo se reportaron 231 casos de la enfermedad de
Cruetzfeld-Jakob en todo el mundo.
Lo descripto
redundó en una seria reducción del consumo de carne. En el Reino Unido, se
sacrificaron los vacunos de más de treinta meses de edad y hubo un sacrificio
masivo de ovinos. Los animales se pagaron a muy buen precio, gracias al
generoso aporte de la Unión Europea. Lo cierto es que, pasados los años, la BSE
nunca más fue mencionada en los medios de comunicación del mundo.
Hoy, esta
locura general sobre el Covid-19 me trae a la memoria lo vivido en la primera década
de este siglo. ¿Pasará algo similar con el coronavirus? ¿No nos están generando
un exagerado temor? Los medios, los "expertos" y los
"científicos" no hablan de otra cosa que de esta nueva gripe,
olvidando tantas otras dificultades que debe encarar la humanidad. Cuando esta
locura termine: ¿habremos aprendido para no volver a actuar de igual manera
ante las nuevas enfermedades que seguirán apareciendo?
La Nación, 17-9-20