como droga de entrada a las redes sociales
Por Connie Chang
Infobae, 29 de
Diciembre de 2020
Varias semanas
después del comienzo del nuevo año escolar, estaba sentada en la oficina de mi
casa cuando escuché una serie de pitidos que salían de mi teléfono.
Como muchos padres
con niños involucrados en el aprendizaje a distancia, lo había configurado para
que me avisara cuando sus profesores publicaran una nueva tarea o modificaran
el horario del día. Pero la enorme cantidad de notificaciones de esa tarde era
inusual, y pronto entendí la razón: mi hija de 9 años estaba en varios grupos
de Google Hangout no autorizados, charlando con sus amigos. En cuestión de
minutos, mi teléfono había acumulado 80 notificaciones adicionales, todas con
mensajes tipo desfile de emojis de unicornios o flujos interminables de “hola”.
Otra revelación
perturbadora: mi hijo de 7 años estaba viendo felizmente videos aleatorios de
YouTube, gracias a las sugerencias generadas de manera automática tras los
videos cortos y educativos asignados por su profesor.
Este empujón
precipitado hacia las redes sociales para mis hijos podría parecer un asunto
relativamente menor cuando se le compara con la magnitud de la pandemia. Pero
para los padres que tenían pensado no permitirles a sus hijos tener
dispositivos digitales o utilizar redes sociales por varios años más, es
preocupante.
Entre los muchos
cambios en la vida de los niños pequeños este año, el acceso repentino a la
seducción del contenido digital y la oportunidad de comunicarse en línea con
sus compañeros compiten por su atención. Y con el aumento de las tasas de
infección en todo el país, es posible que las familias tengan que lidiar con la
educación a distancia y todo lo que eso conlleva en el futuro previsible.
Entonces, ¿ahora
qué? ¿Entregamos a nuestros hijos a las llamas de las redes sociales y cruzamos
los dedos? ¿O tomamos medidas aún más estrictas cuando no estén en los
dispositivos por motivos escolares? Ahora que se ha abierto la caja de Pandora,
será difícil volver a reducir el acceso una vez que se reanuden las clases
presenciales.
Normaliza el juego
digital
Jordan Shapiro,
profesor de la Universidad del Temple y autor de “The New Childhood: Raising
Kids to Thrive in a Connected World” (La nueva infancia: criando hijos para que
prosperen en un mundo conectado), propone una táctica diferente. Mucho antes de
que la pandemia llegara a nuestras vidas, Shapiro ya había abogado por
presentar las redes sociales y digitales —que se han convertido en una parte
integral de la sociedad moderna— a los niños antes de lo tradicionalmente
aconsejado (muchas plataformas de redes sociales establecen los 13 años como la
edad mínima para que los niños puedan abrir cuentas).
“Si quieres
enseñarles a las personas a cómo lidiar con interacciones problemáticas dentro
de un espacio que es parte de nuestras vidas, no lo puedes hacer ignorándolas”,
señaló. Es también la razón por la que a Shapiro nunca le ha gustado hablar de
“adicción” en cuanto al uso de las pantallas. “Yo, de hecho, sí quiero que mis
hijos me digan lo que están haciendo en esas pantallas”, explicó, “y sé que
nunca se me acercarán para decirme que comenzaron a fumar hoy”.
En cambio, sugirió
Shapiro, los padres pueden incorporar juegos digitales como parte del tiempo en
familia e “interactuar con tus hijos, involucrarte con ellos, en especial
cuando son pequeños”. En esta etapa crítica (por lo general antes de los 12
años), los niños anhelan tener conversaciones con sus padres —ya sea sobre el
último video de YouTube que vieron o el nuevo videojuego que probaron— por lo
que los padres deben aprovechar la oportunidad para interceder en el desarrollo
del diálogo interno de su hijo.
La Asociación
Americana de Pediatría también respalda la idea de que los padres actúen como
mentores de los medios para sus hijos.
Respeta la
necesidad de comunicación
Aunque los padres
que ven a sus hijos escribiendo mensajes tontos a otros —líneas de puros emoji
sin usar palabras, cadenas de “ja, ja, ja” que ocupan media pantalla— puedan
llegar a pensar que son irrelevantes, “para muchos niños es su única forma de
comunicarse en este momento, por lo que no queremos coartarles eso”, dijo
Eileen Kennedy-Moore, psicóloga infantil que ejerce en Nueva Jersey, coautora
del libro electrónico gratis, “Growing Friendships During the Coronavirus
Pandemic” (cultivando amistades durante la pandemia del coronavirus).
Sin embargo, es
importante gestionar sus expectativas en torno a la capacidad de respuesta.
“Puede haber muchas razones por las que alguien no responda en una comunicación
en línea”, dijo Kennedy-Moore. Los padres pueden ayudar a sus hijos a esperar
las respuestas de sus amigos recorriendo juntos escenarios posibles (están en
clase en este momento, sus padres los llamaron).
Cuando surjan los
conflictos, los padres deben realizar “una autopsia de las interacciones que
salieron mal”, dijo Jenny Radesky, experta en niños y medios en el Hospital
Infantil C. S. Mott de la Universidad de Míchigan. Un ejemplo de este tipo de
revisiones ocurrió hace poco con su hijo de quinto grado, quien tuvo una
discusión en un chat porque alguien eliminó a otra persona del grupo y otra
persona le cambió el nombre al grupo. “Era solo un drama pequeño y tonto, pero
tuvimos que desglosarlo y abordarlo con una mentalidad de resolución de
problemas”, dijo.
Fomenta el uso
consciente de los medios
Radesky dijo que
el director del colegio de su hijo había sugerido que el niño escribiera todas
las vías digitales que quería explorar en notas adhesivas, a medida que se le
fueran ocurriendo las ideas, y que apartara tiempo en su horario para
complacerlas. Las notas son efectivas, dijo Radesky, “porque son una señal
visual para el niño, que dice algo como ‘OK, esta es mi lista de cosas que haré
más tarde, pero en este instante seguiré enfocado en lo que estoy haciendo’”.
Radesky también ve
este momento como una oportunidad para que tanto niños como adultos adquieran
una mayor “conciencia de nuestra relación emocional con la tecnología, y cómo
puede enfocarnos o dispersarnos”. Algunas preguntas que puedes plantearle a tu
hijo son: “¿Qué es esa pequeña emoción divertida que sientes cuando recibes un
correo electrónico? ¿Cómo se siente? ¿Qué estabas esperando?”. Aunque las
conversaciones sobre las reacciones a la tecnología puedan ser en general
incomprensibles para los niños más pequeños, Radesky afirmó que igual vale la
pena comenzarlas, incluso con niños de apenas 5 años.
Fomenta el
aprendizaje digital
Otra forma de
criar usuarios conscientes de los medios es alentar a los niños a crear
utilizando herramientas digitales, dijo Radesky. Esa “mirada tras bastidores de
cómo se fabrica la tecnología, qué requiere, y cómo se manifiesta la
perspectiva del creador en términos de lo que aparece en la pantalla”, pone en
marcha el desarrollo del ojo crítico de un niño, con el que observará otros
medios que consumirá. Radensky comentó lo divertido que fue observar hace poco
a sus dos hijos crear un cortometraje utilizando iMovie y ver por qué eligieron
diferentes elementos en su diseño. Una ventaja adicional: investigaciones sobre
tecnología educativa han demostrado que cuando los niños crean juntos a través
de los medios, a menudo se genera una buena colaboración social.
Sin embargo, el
aprendizaje digital no es eficaz para combatir la susceptibilidad a los
anuncios publicitarios, advirtió Thomas Robinson, profesor de pediatría en la
Universidad Stanford. “Los niños menores de 7 u 8 años no tienen la capacidad
cognitiva para diferenciar entre publicidad y contenido”, dijo Robinson,
fundador del Human Screenome Project, sobre el impacto y la promesa de los
medios digitales.
Entre los muchos
cambios en la vida de los niños pequeños este año, el acceso repentino a la
seducción del contenido digital y la oportunidad de comunicarse en línea con
sus compañeros compiten por su atención. Y con el aumento de las tasas de
infección en todo el país, es posible que las familias tengan que lidiar con la
educación a distancia y todo lo que eso conlleva, en el futuro previsible.
c.2020 The New
York Times Company