y en todas partes
el problema es de orden político
POR CLAUDIO CHAVES
La Prensa,
21.03.2021
¿Está la Argentina
para un gobierno como el que lidera Cristina Kirchner y Preside Alberto
Fernández? Lograr responder esta pregunta, casi del millón, facilitaría y
ayudaría a superar la angustia que invade a una buena parte de la población del
país, que observa muda y apesadumbrada la situación general.
Ciertamente la
pandemia arruinó los planes de todos los gobiernos. En algunos casos más, en
otros menos. En la Argentina pareciera más. Pero no vamos a dedicar este
espacio para hablar de cuarentenas, vacunas, corrupción, falta de ética y
funcionarios que no funcionan.
Vamos sí a decir
que el país se halla postrado, contra las cuerdas, a minutos de caer en la lona
y tirar la toalla, para decirlo en lenguaje boxístico, que es muy expresivo en
las circunstancias actuales.
Los números de
nuestro fracaso económico son recurrentemente publicados y expuestos de manera
sistemática por una multitud de economistas que aparecen como los hongos, luego
de una larga temporada de lluvias. No soy necio para desconocer los graves
problemas económicos, sin embargo no son los más delicados. Como siempre y en
todas partes el problema es de orden político.
SIN AUTORIDAD
Como en una
familia. Los problemas se sobrellevan si se halla bien constituida, con una
autoridad reconocida por sus valores, su carisma y su firmeza a la hora de
mandar. Si lo sabrán los inmigrantes que vinieron a fines del siglo XIX, que no
obstante el conventillo y la pobreza que los rodeaba, la familia ha quedado
grabada en las fotos de aquellos años.
En el país no hay
autoridad, ni en el gobierno ni en la oposición. Alberto no tiene potestad, ni
política, ni moral. Por un lado es vicario y se nota, su constante zigzagueo
nos habla de la complejidad en la que se halla inmerso, sin poder conducir con
un proyecto claro, porque no lo hay y esa ausencia indica la complejidad de su
espacio. Y en lo moral y conducta política, mejor no hablar, todos estamos al
tanto. ¿Sabemos? ¿Sabemos quién es, Alberto, y qué piensa? ¿Se puede seguir a
una persona que no se sabe quién es ni que desea?
¿La Argentina se
encuentra en condiciones de sobrellevar tamaña ambigüedad? Algunos políticos,
intelectuales y periodistas que acompañaron el experimento en origen observan,
aun hoy, como ventajosa estas diferencias, en la esperanza de que triunfe el
bien, de apoco han comenzado a correrse. No viene al caso dar nombres. La
progresía marcha por miles de caminos impensados, hasta que se topan con el
abismo.
Cristina por el
contrario tiene claro lo que quiere y adonde va y la Cámpora con ella. Como el
peronismo ha perdido el rumbo y se retiró del escenario, el viejo partido ha
quedado en manos del progresismo.
Tampoco les es fácil,
deben lidiar con fuerzas amorfas que presentan resistencias pasivas, pero
resistencias al fin; para doblegarlas la única que habla claro es Cristina. ¿Lo
logrará? Seguro. Excepto que alguien desde la otra esquina hable con autoridad,
criterio y sapiencia. No es tiempo de medias tintas ni en el mundo ni en la
Argentina.
Macri, acaba de
publicar, Primer Tiempo, ¿supone que habrá un segundo tiempo? Es preocupante,
le acaba de enviar a Miguel µngel Pichetto una grabación felicitándolo por la
creación de una corriente interna peronista en Juntos por el Cambio. Da la
sensación que sigue sin entender. En esa salutación evidencia errores
conceptuales.
Dos perlas que
valen la pena recordar. Primera: le dice que no importa de dónde uno viene,
sino a dónde vamos. ¿A quién desea dejar tranquilo Macri a Fernando Iglesias, a
Carrió, al antiperonismo precámbrico que abunda en esos lares o es una
advertencia o consejo a Pichetto?
Dejando lo
político de lado que en general embrutece, Macri debiera considerar que un componente
decisivo y esencial de los seres humanos, de los pueblos y de los países es su
historia, esto es, de dónde venimos. El ex Presidente jamás le dio importancia
a las raíces, a las líneas históricas y a las identificaciones con el pasado.
Macri es puro presente. Lo más lejos que llega es a Socma. ¡Así le fue!
Segundo, un
dislate del mismo tenor. Volvió a repetir su idea de que venimos a cambiar la
historia para siempre. Iluminista a la enésima potencia. Claro como la historia
no tiene peso ni valor, entonces, la cambiamos cuando queremos y para siempre.
Como se muda la ropa interior. ¡No, no, así no es!
LA HISTORIA ENSEÑA
Finalmente una
observación general. Se oye mucho mentar la idea de converger a la Unidad
Nacional. Esto es imposible e infantil siquiera pensarlo. A lo largo de nuestra
historia, en varias oportunidades, jefes políticos potentes lo intentaron y lo
promovieron. Urquiza por ejemplo con la Constitución Nacional lo procuró. El
Litoral y el Interior se unieron, sin embargo afuera quedó Buenos Aires. Con
todos no fue. Pero se dio un paso adelante.
Sarmiento siendo
Presidente fue a visitar a Urquiza en su casa de Concepción del Uruguay cerró
un viejo pleito y dijo: ¡Ahora me siento Presidente de todos los Argentinos!
¡Bien por ellos! Pero afuera quedó Bartolomé Mitre. No fue con todos. Pero se
dio un paso adelante.
Cuando el general
Julio Argentino Roca cerró un acuerdo con Bartolomé Mitre para las elecciones
de 1892, los viejos enemigos se juntaron. Pero afuera quedaron Modernistas y
Radicales. La unidad no fue con todos. Pero se dio un paso adelante.
Cuando la Asamblea
de Notables eligió la fórmula Presidencial para 1904-1910 el experimento se
acercaba a la unidad nacional, sin embargo no. Los radicales quedaban afuera.
No fue con todos.
El general Juan
Domingo Perón cuando volvió en 1972 cerró un acuerdo con todos los sectores
políticos. No fue con todos, si con los más importantes. Afuera quedaron Nueva
Fuerza, el partido de Francisco Manrique y la cúpula militar. Irónicamente
Perón dijo, está filmado, que su negativa al Gran Acuerdo Nacional que le
proponía Lanusse no lo aceptó porque era algo tan pequeño como salvar el honor
de las Fuerzas Armadas. No fue con todos. Pero se dio un paso adelante.
El último
recuerdo. El Presidente Menem abrazando al Almirante Rojas con el afán de
cerrar viejas heridas. Si por el riojano hubiera sido el acuerdo era con todos.
Sin embargo una parte de todos no aceptaron la propuesta.
En fin cualquier
acuerdo que el presente demande no puede ser con todos. Nunca lo fue, no sé
porque tiene que serlo ahora. Tendrá que realizarse con las fuerzas políticas
que garanticen la gobernabilidad y dar un paso adelante.