epidemia de cocaína en Europa
Luca Volonté
Brújula cotidiana,
15-03-2021
Las ventas de esta
droga han experimentado un auge en Irlanda, España y Reino Unido, donde más del
10% de la población declaró haberla consumido en los últimos meses. Hay señales
de crecimiento en países donde antes no era común. Hay quienes dijeron que
habían triplicado su consumo durante los toques de queda. Pero la UE finge que
no pasa nada.
En los últimos
cinco años, el comercio y el consumo de cocaína han alcanzado niveles récord. Y
además también es casi seguro el “boom” del consumo durante la pandemia y las
restricciones en Europa.
Los efectos serán
devastadores para generaciones enteras. Europa está subestimando esta pandemia
de cocaína, contra la cual la única vacuna es incrementar los controles, la
coordinación y las fuerzas policiales. “Entre 2019 y los primeros meses de
2020, el flujo de drogas que ingresan o comercializan en Europa se estimó entre
500 y 800 toneladas. Basamos estas cifras en las toneladas incautadas en ese
período, que representaron alrededor del 10-20% del total”, declaró un alto
oficial de policía europea y experto en cocaína, al grupo que las pasadas
semanas desarrolló el informe “Cocaine to Europe: An understimate threat” (Cocaína
en Europa: una amenaza subestimada).
Los
narcotraficantes, a través de sus rutas y verdaderos puertos francos,
especialmente en Holanda, inundan el continente, llegando a Rusia y Asia.
Estados Unidos sigue siendo el mercado natural de los cárteles mexicanos,
mientras que los grupos colombianos se centran cada vez más en Europa, que es
un mercado muy prometedor. “Una libra de cocaína en los Estados Unidos vale
hasta $ 28.000 al por mayor. El mismo kilo vale una media de unos 40.000
dólares y hasta casi 80.000 dólares” en muchos países europeos. Pero hay otra
diferencia significativa, mientras que EE.UU. lleva décadas luchando contra la
producción y los comerciantes de cocaína con su propia policía especializada
(DEA), el Ejército, la policía de fronteras (ICE) y diversas colaboraciones con
la policía y los gobiernos centroamericanos, Europa “tiene sólo un puñado de
policías u oficiales de enlace enviados a América Latina y algunos escasos
recursos navales en el Caribe”.
Europa está
comprometida con la lucha contra la pandemia de COVID-19, la crisis económica,
el terrorismo islámico, el cambio climático… y la amenaza sistemática del
tráfico de cocaína no es una prioridad. Sin embargo, las noticias sobre taxis
de cocaína, entregas a domicilio de pequeñas o grandes cantidades, rebotan en
los periódicos nacionales de muchas de las capitales de los países europeos,
desde Milán a Londres y Berlín, casi a diario. Las ventas de cocaína, durante
este año de Covid19, han experimentado un verdadero 'boom' en Irlanda, España,
Reino Unido, países en los que más del 10% de toda la población declaró haber
consumido polvo blanco en el último año.
Ya el año pasado,
en el informe del “European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction”
(Observatorio Europeo de las Drogas y Toxico-dependencias), se ponía en
evidencia el peligro del crecimiento significativo del mercado de la cocaína en
Europa: “El número y la cantidad de incautaciones de cocaína son ahora los más
altos jamás registrados, con más de 181 toneladas de droga incautadas en 2018.
Bélgica, España y los Países Bajos son países clave por donde pasan grandes
cantidades de droga... hay una alta disponibilidad de cocaína en el mercado
europeo y se registran signos de crecimiento en países donde antes era poco común.
Actualmente, el consumo de cocaína es señalado por más países. La pureza de la
cocaína al por menor ha aumentado casi todos los años desde 2009 y en 2018
alcanzó el nivel más alto de la última década... la cocaína juega ahora un
papel más importante en el mercado europeo de drogas”.
Los residuos de
cocaína ahora se registran permanentemente en las alcantarillas de las
capitales de toda Europa y, solo en los últimos tres años, el 72% de todos los
tratamientos de desintoxicación están relacionados con los consumidores de
polvo blanco. La investigación
periodística realizada en días pasados por Deutsche Welle, en la que algunos
clientes habituales han declarado que han triplicado su consumo de polvo blanco
desde el inicio de la pandemia y durante los periodos de encierro, ha reavivado
el debate sobre cómo combatir esta pandemia y ambas (o no) una prioridad para
los Estados individuales y para toda Europa.
El flujo récord de
drogas está generando miles de millones de euros para las redes criminales
europeas y se ha convertido en un pilar de los viejos y nuevos grupos mafiosos.
Jeremy McDermott, director de la organización InSight Crime, que ha publicado
una encuesta muy actual sobre las rutas de la cocaína en Europa, cree que el
mercado europeo del polvo blanco seguirá creciendo. Los contenedores que salen
de Colombia o Brasil atracan en Europa, especialmente en los puertos de
Rotterdam y Amberes y desde allí, después de haber dividido y “cortado” las
cargas, invaden el resto del continente.
Al menos 18 millones
de europeos habían consumido cocaína al menos una vez en su vida en 2019 (datos
del Observatorio Europeo de Drogas y Toxico-dependencias), pero el número de
consumidores habituales (4 millones en 2019) puede haberse multiplicado al
menos tres / cuatro veces durante el 2020, también debido a las medidas tomadas
a consecuencia de la epidemia de Covid.
El uso de polvo
blanco no solo fortalecerá el crimen organizado, conducirá al crecimiento de
formas de violencia extrema, además de provocar daños irreparables a millones
de consumidores: vasos sanguíneos, órganos internos, adicciones psicológicas y
enfermedades mentales. No hay
que esperar a la vacuna para combatir la plaga de la cocaína, bastaría
fortalecer las agencias de investigación europeas, la coordinación entre los
Estados y los controles en puertos y aeropuertos, incluidos los de la muy
respetable Holanda. Bruselas da una señal antes de que sea demasiado tarde.