por Enrique
Guillermo Avogadro
Informador Público, 29-5-21
"Para
corromper a un individuo, basta con enseñarle a llamar 'derechos'
a sus anhelos personales, y 'abusos' a los
derechos de los demás".
Gilbert Keith Chesterton
En el actual
escenario, ¿qué probabilidades tenemos de superar la grieta, si uno de sus
lados, precisamente el oficialismo, lo que pretende es destruir a la República
tal como la describe la Constitución? La semana pasada pregunté cómo podría
nuestro país emerger de la profunda crisis institucional, política, económica,
social, educacional y sanitaria que, tan multifacética, lo golpea como nunca
antes y, como respuesta, formulé un dilema de hierro: votaremos a quienes
nos ofrezcan los mismos espejitos de colores que nos trajeron hasta aquí o a
quienes nos dijeran que harán lo necesario (reducción del gasto público,
disminución drástica de la inflación, privatización de las empresas
deficitarias, liberación del comercio y las exportaciones, reforma fiscal y
laboral, combate a la corrupción y al narcotráfico, regulación de la
inmigración, etc.) para terminar con esta catástrofe producida por esa otra
pandemia, el populismo, mucho más compleja que la que trajo el virus y que nos
enferma hace tantas décadas.
Con enorme pena,
me inclino a creer que, por distintos factores (falta de educación, pobreza y
miseria, dádivas tarifarias y planes), la opción que mayoritariamente
escogeremos será la primera, aún si los elegidos, como sucedió con Carlos
Menem, hicieran después exactamente lo contrario a lo prometido en campaña. Pero, si quienes llegaran al poder con este ardid no
fueran peronistas, seguramente se fundaría de inmediato un nuevo "club del
helicóptero" formado por organizaciones sociales trotskistas, gremios de
todo color, "trabajadores de la educación" y hasta subversivos
autóctonos e importados, como el que en épocas muy recientes intentó expulsar a
Mauricio Macri de la Casa de Gobierno antes de tiempo.
Tal como quien
esto escribe predijo hace tiempo, el kirchnerismo está buscando el default con
el Club de Paris y el FMI y profundizando, intencionalmente, todos esos dramas
sociales porque busca transformar a toda la sociedad en paupérrima y
Estado-dependiente, como hicieron sus númenes cubanos y venezolanos. La carta
que firmaron el 25 de mayo tantas de sus sucias espadas en ese sentido lo probó
con creces.
Un tema
absolutamente vinculado a éste es la clara deriva de nuestra política exterior
hacia los dictados del Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que ha obligado
al Gobierno a exagerar su hipocresía internacional, tal como demostró el
reciente retiro de la Argentina de la denuncia que muchos países formularon
contra Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional por la probada
violación de los derechos humanos, traducida en asesinatos, torturas,
secuestros y censura a la prensa que comete diariamente, o la negativa a
condenar a la organización terrorista Hamas, equiparándola con Israel. Y el
financiamiento oficial del viaje de una multitud de izquierdistas radicales a
Colombia para incentivar allí las violentas e inducidas protestas que allí se
realizan amerita la calificación de cínica e hipócrita que le adjudico.
Todo esto da
cuenta del claro alineamiento de la Argentina con el eje formado por Rusia,
China, Irán, Nicaragua, Cuba y Venezuela, y en la demostrada vocación por
recurrir al auxilio de Xi Jinping para sus necesidades pre (vacunas) y post
(financieras, pero imaginadas) electorales.
Todo ese panorama
me obliga a formular otras preguntas: dado que ya no resulta posible financiar
este Estado elefanteásico por la falta de crédito interno y externo ¿es
factible realizar esos imprescindibles cambios en democracia?; aclaro que no
hay posibilidad alguna de un golpe militar, porque las fuerzas armadas ya no
son revolucionarias ni el mundo aceptaría hoy algo así. Pero ¿se reproducirán
aquí convulsiones sociales de la magnitud de las que ocurrieron en Ecuador y
todavía se ven en Chile y Colombia?; de producirse, ¿cómo reaccionaremos?
Entonces, ¿cómo salir sin disolvernos como nación independiente? No tengo
respuesta, pero todos debiéramos reflexionar con urgencia sobre este tema.
En otro orden de
cosas, si usted ha tenido la enorme paciencia de leer mis antiguas notas
recordará que, luego del intencional aborto de la candidatura de Daniel Reposo
para ocupar el cargo de Procurador General, por haber falseado su declaración
de antecedentes académicos, Cristina Kirchner propuso a Alejandra Gils Carbó,
que fue aceptada por todo el arco político en forma casi unánime. ¿Estaremos
ante una situación similar, donde el rol de Reposo lo ocupe ahora la resistida
pretensión de modificar la ley de la Procuración, y el papel de la ex
Procuradora militante lo desempeñe hoy el Juez Daniel Rafecas? ¿Nuevamente
actuarán con angelical inocencia los senadores de Juntos por el Cambio,
impulsados por las declaraciones de Elisa "Lilita" Carrió, que lo
considera un mal menor? No hay que olvidar que este magistrado rechazó la
denuncia del asesinado Fiscal Alberto Nisman contra la entonces Presidente y su
entorno por traición a la Patria (memorándum con Irán) sin siquiera abrir su
investigación.
Para terminar,
sólo me resta expresar mi sincero apoyo y respaldo, personal y profesional, a
Patricia Bullrich, que tuvo el enorme coraje cívico de desnudar la maloliente
trama de inmunda corrupción y capitalismo de amigos que rodea a la falta de
vacunas en la Argentina, convertida en un indudable delito de lesa humanidad,
precisamente en el país que, con casi 77.000 muertos, alcanzó el podio de
fallecimientos por millón de habitantes, sumados a una curva de contagios que
no cesa de ascender.