Diana Fox
Informador
Público, 29 de mayo de 2021
“Fui testigo de
esta marcha. Fue la manifestación más grande que jamás he visto. Y he estado
aquí durante 20 años.” Lo dice el dueño de un pub en el centro de Londres.
El sábado pasado,
cientos de miles de personas marcharon unidas por la libertad. Muchos viajaron
de todas partes del Reino Unido para participar de esta concentración. Jóvenes
y viejos, familias, grupos de amigos, otros solos; gente de distintas razas y
credos.
La plaza del
Parlamento se cubrió de un mar de banderas de todos los colores, paraguas,
estandartes, globos, bombas de humo verdes, azules y rojas; incluso se largó
algún que otro fuego artificial.
Canciones y música
resonando por las calles desde todas las direcciones. “Libertad”; “Poder de la
gente”; “Arresten a Bill Gates; “Somos el 99%”; son algunas de las consignas
que proclamaban las multitudes. “Salven a nuestros niños”, cantaban muchos
padres.
Los carteles
mostraban una variedad de mensajes para el gobierno: “Amor, no miedo”; “Salven
nuestros derechos”; “Libertad médica”; “No a las vacunas”; “No a los pasaportes
sanitarios”; “No a los lockdowns”; “Protejan a nuestros niños”.
Pero lo que unía a
la multitud era su demanda de la restauración de los derechos humanos básicos
después de un año de restricciones y lockdowns draconianos. Rodeados por las
estatuas de Churchill, Mandela y Gandhi, todos defensores de la libertad, ¡qué
lugar poderoso para comenzar la marcha! Se sintió como una megafiesta popular
en la calle, con gente cantando, bailando y tocando la batería.
Los medios
oficiales ignoraron la protesta y los que la mencionaron, la describieron como
una pequeña reunión de “cientos” anti-vacuna. Algunos hasta mintieron sobre las
razones por las que la gente marchaba, diciendo que era una protesta por las
cuentas y posteando fotos antiguas de diferentes grupos de manifestantes. Su
silencio es complicidad. No fue una pequeña protesta, digan lo que digan los
medios oficiales. Los que participaron en la United for Freedom March del
sábado representaron a muchos -no pocos- que cuestionan la respuesta del
gobierno al Covid. Gente harta y furiosa por todo lo que se les quitó: la
libertad de reunirse con sus seres queridos, la libertad de movimiento, sus trabajos,
sus empresas, la educación, la salud mental, y tantas cosas más.
Sin embargo, no
estábamos marchando sólo por la libertad; ¡estábamos celebrando la vida! En
este último año de injustificables lockdowns aprendimos del modo más duro que
uno sin el otro no es como se supone que debe ser. Nosotros, EL PUEBLO, ¡no lo
consentimos! ¡Ya basta!