Reflexiones para
aportar al debate
Andrés Torres,
25-7-21
Concierto en un
todo con la visión de Agustín Laje en el sentido en que solamente imbricándonos
en una batalla cultural, los sectores llamados de “derecha” podemos reconquistar
o conquistar los espacios de poder decisorios para cambiar para bien la
realidad del mundo en general y de América y Argentina en particular.
Este enfoque es el
que ha llevado al “trumpismo” norteamericano a posiciones de éxito y a ensanchar
de modo significativo sectores del pensamiento político que en otros tiempos
eran marginales o minoritarios. Como bien analiza Laje también, el debate
político en EE.UU no ha girado en torno a cuestiones economicistas sino
culturales: el aborto, las minorías raciales, la ideología de género, la
educación. El gran país del Norte, nuevamente se coloca a la vanguardia en la
discusión que dominará (debe dominar) el siglo XXI.
Creo que el
liberalismo debe hacer una autocrítica y decidirse por rechazar las posturas
economicistas para reconocer que la doctrina de Adam Smith es una doctrina
económica pero no suficiente para diseñar la política de un Estado. Debe
abandonar su trágica posición de laissez faire, lassez passer en materia
cultural, educativa y religiosa. Debe tomar una decisión, si es que quiere
sobrevivir.
Y en cuanto a los
sectores conservadores y tradicionalistas deben plantearse como desafío el
llegar a la sociedad, no quedarse en la prédica solitaria en sus círculos o en
la academia, sino meterse de lleno en los ámbitos donde hoy se debate, se
discute, se dialoga al nivel más masivo posible.
Enfocarse en lo
cultural y considerar a lo económico algo secundario, sin embargo, hoy es más
difícil que nunca, porque la situación creada por la llamada pandemia del
COVID-19 ha sumido en la más alarmante carestía a las naciones más pobres y
aquellas de las llamadas en vías de desarrollo. Por lo tanto alguien que diga
hoy que lo más importante es derogar las leyes del aborto, combatir la
ideología de género o mejorar la educación pública puede semejar la voz de
quien clama en el desierto. Hoy más que nunca muchos estarán tentados de darle
la espalda y hacer suyas aquellas palabras de la época de Clinton: es la
economía, estúpido.
Sin embargo,
sabemos que no es así. Los referentes que aspiren a combatir el neomarxismo y
el progresismo bobo deben emitir un discurso convencido, claro, enérgico,
directo y contundente en las cuestiones más importantes, que son las cuestiones
culturales. Pero también deben proponer un curso de acción para la economía,
que sea realista, viable, diagramado hasta el detalle si es posible, y con el
máximo grado de profesionalismo. Creo que esos referentes deben fundar su
llegada a la sociedad en tres pilares:
*la formación de
dirigentes,
*el manejo de los
medios de comunicación
*y el trabajo de
los técnicos que diseñen programas de gobierno acordes con los principios de la
doctrina social de la Iglesia.