una “llama de la luz” en honor a las víctimas
Otros medios,
17-7-21
Es verdad que la
Gran Cruz del Mérito Civil tiene por maestre al Rey de España pero convendrán
conmigo en que el nombrecito se las trae, sobre todo, si contemplamos el orden
del día del segundo homenaje (el primero fue un año atrás) a las víctimas del
coronavirus.
Porque el homenaje
pretérito nos sorprendió y asombró, este nos sorprende menos pero nos asombra
lo mismo, quizás algo más. El muy solemne acto se celebró en el Palacio Real de
Madrid, a las 9,00 horas del jueves 15 de julio y resultó otra ceremonia
masónica, aún más explícita que la de 2020. La masonería irregular siempre
quiere más.
En el homenaje a
los muertos por el Covid no hubo sitio para ningún tipo de plegaria, Cristo
estuvo ausente, pero no faltó ningún signo de los que caracterizan a los poco
alegres pero muy dignos Hijos de la Viuda: posición circular, en oposición a la
cruz, pebetero purificador (no se sabe de qué purifica pero a los masones les
chifla), ofrenda floral… todo un ceremonial del tipo Gran Relojero, con
alusiones al recuerdo pero no a la eternidad y según la liturgia deísta,
consistente en no tener liturgia alguna pero contradecir todo lo posible los
símbolos cristianos.
Círculo, pebetero
y ofrenda floral, todo muy solidario y ni un solo mensaje religioso: aquello
parecía una reunión de Logia. Cristo ausente, sólo faltó una alusión a la
“energía” de los difuntos
Al lado del
palacio Real se ubica la Catedral de la Almudena, pero eso le deba un mayor
carácter de reto a la ceremonia.
Por si quedaba
alguna duda, Fernando Ónega se refirió a la “la llama de la luz”, un concepto
muy querido por los ‘Illuminati’ (los de verdad, los de Adam Weishaupt, no la
caricatura bobalicona de Dan Brown).
Por cierto, el
acto consistía en la concesión de la Cruz del Mérito Civil a familiares de
sanitarios muertos por el virus: ahí se coló eso, la cruz, quizás porque en un
país como España la cruz Aparece por cualquier lado. ¡Pobres francmasones! A
buen seguro el Sanchismo propondrá cambiar la cruz inventada por Alfonso XIII
por algún círculo, con flores, aplausos y pebeteros incluidos: una llama
iluminadora y enormemente purificante.
Pedro Sánchez
estaba allí pero las cámaras, le hicieron aparecer lo mínimo. Se trataba de que
al frente de la España masoncilla no figurara el presidente del Gobierno sino
el Jefe del Estado,
“Nadie debe
permanecer indiferente” ante el Covid, dijo el Rey… como si el personal que
duda de las mentiras del Covid expelida por tantos poderosos estuviera deseando
contagiarse.
La segunda parte
del acto estuvo dedicada a homenajear a la ciencia que algunos pensamos ha
fracasado frente a un virus del que todavía sabemos bien poca cosa. Por
ejemplo, no sabemos su origen ni su capacidad expansiva, ni su capacidad
positiva. De eso nada. Observen lo que enviaba Moncloa a los medios acerca del
programa de actos, como “segunda parte” del encuentro: “La esperanza que nos
ofrece la ciencia, la Sanidad y las vacunas, que son capaces de salvar millones
de vidas”, todo ello coronado por una viva a la Sanidad pública -la pública, la
que dirige Sánchez y Carolina Darias, por si no había quedado claro- exhalado
por don Fernando Ónega. Sólo los de la Sanidad pública salvan vidas.
También su
Majestad, ni una alusión a la trascendencia, se encargó de cantar las
excelencia de la ciencia. A fin de cuentas, lo que distingue a cristianismo y
masonería es lo de siempre: el cristiano cree en la vida eterna y en el amor:
para el masón, la muerte es el final, para el cristiano es el principio. No me
extraña que el masón se aferre a la ciencia. Lo que me molesta es que se
margine a los cristianos y que el Rey de la monarquía católica española se deje
manipular por la masonería. Precisamente fue su bisabuelo, Alfonso XIII quien
se plantó ante las exigencias de la masonería. Algunos historiadores, por
ejemplo, Alberto Bárcena, considera que esa negativa de Alfonso XII a plegarse
ante la masonería le costó el trono. Pues todo indica que la masonería tiene
más poder en la España de 2021 que en la de 1931.