quiere muros y la
UE termina en crisis
Gianandrea Gaiani
Brújula cotidiana,
13-10-2021
La solicitud
presentada el 8 de octubre por 12 países de la UE a la Comisión Europea para
modificar el código de fronteras Schengen para permitir a los Estados erigir
“barreras físicas” para proteger las fronteras exteriores de la Unión,
financiadas por el presupuesto de la UE, fue apoyada por la presidencia
eslovena del Consejo de la UE.
En la carta se
pide a la Comisión que permita a “los Estados miembros que actúen de forma
rápida y proporcional a la amenaza, en defensa de su seguridad nacional y de
toda la UE”, argumentando que “en la práctica, la vigilancia de fronteras no
impide que las personas intenten cruzarlas ilegalmente y, por tanto, sería útil
incluir otras medidas preventivas”.
“La barrera física
parece ser una medida eficaz de protección fronteriza que sirve a los intereses
de toda la UE. Esta medida legítima debería financiarse en mayor medida y de
manera adecuada con cargo al presupuesto de la UE como cuestión prioritaria.
Para garantizar una respuesta efectiva e inmediata a la instrumentalización de
los flujos migratorios, necesitamos soluciones europeas sin demora. Estamos
convencidos de que es más pertinente y sostenible centrarse de forma proactiva
en una mayor protección de las fronteras, normas comunes para la vigilancia de
las fronteras exteriores y la prevención de los cruces ilegales. Necesitamos
nuevas herramientas que nos permitan evitar, en lugar de afrontar luego, las
graves consecuencias de los sistemas de migración y asilo sobrecargados y las
capacidades de acogida agotadas, que en última instancia afectan negativamente
la confianza de la población en nuestra capacidad para actuar con decisión
cuando sea necesario”.
Para los 12,
además de Eslovenia que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo, debería
financiarse una barrera a lo largo de la Green Line en Chipre, que no es una
frontera exterior de la UE porque Bruselas nunca ha reconocido la ocupación
turca de la parte norte de la isla. La carta, revelada por Eu Observer, está
firmada por los ministros de Austria, Bulgaria, Chipre, República Checa,
Dinamarca, Estonia, Grecia, Hungría, Lituania, Letonia, Polonia y Eslovaquia. Por
supuesto, la lista no incluye a los Estados que fundaron la UE, en su mayoría
de Europa Occidental y que sufren la inmigración ilegal más que nadie, pero
siguen enfocándose en la hospitalidad y la inclusión. Al mismo tiempo está
claro que entre los Signatarios no se encuentran solo las cuatro naciones del
llamado Grupo de Visegrad, sino, de hecho, la mitad de los Estados miembros de
la UE.
Hay países
mediterráneos, como Chipre y Grecia, que están bajo la presión de inmigrantes
ilegales alimentados por la vecina Turquía, como las naciones europeas ubicadas
a lo largo de la llamada “ruta de los Balcanes”; pero también Dinamarca
gobernada por la primera ministra socialdemócrata Mette Fredriksen. A la
Comisión no le agrada la propuesta en términos de principios, ya que pretende
apoyar la idea de una Europa que cierra las fronteras a los pueblos del tercer
mundo: además, la Comisión no logra avanzar en el llamado “pacto para las
migraciones” propuesto en septiembre de 2020, un pasticho politically correct
que a muchas naciones no les gusta ya que no detiene las entradas ilegales ni
implementa represalias sobre los países de origen de los inmigrantes ilegales.
Sin embargo, debe
reconocerse que en los últimos meses Bruselas ha repetidamente bendecido los
muros erigidos por los bálticos y polacos en la frontera con Bielorrusia, para
detener a los inmigrantes ilegales afroasiáticos (de Irak, Congo Brazzaville,
Camerún y Siria) que Minsk hace llegar a su territorio para luego enviarlos a
las fronteras con la UE. Pero se trata sobre todo de un gesto político en el
contexto del enfrentamiento que se viene produciendo desde hace meses con
Minsk, tras las sanciones impuestas por la UE al régimen bielorruso. “Realmente
necesitamos - dijo la comisaria de Asuntos Internos Ylva Johansson - reforzar
la protección de las fronteras exteriores de la UE. Algunos Estados miembros
construyen barreras y los entiendo. No tengo nada en contra. Pero no creo que
sea una buena idea utilizar fondos de la UE para construirlos”, que son “limitados”
y se necesitan para otras cosas.
“Este verano ha
sido muy duro y difícil para Lituania”, dijo la ministra del Interior lituana,
Agné Bilotaité. “La inmigración ilegal es un ataque híbrido contra Lituania y
contra toda Europa. En esta situación, se necesitan cambios en el marco legal
de la UE y en las políticas de migración, porque deberíamos poder responder con
más fuerza cuando nos enfrentemos a ataques híbridos de este tipo”. El dato
político y social relevante queda, sin embargo, lo que casi la mitad de los
Estados miembros de la UE esperan es un compromiso directo de la Unión de
erigir barreras en las fronteras exteriores que confirme, de hecho, no solo
cuán astutas y previsoras fueron las políticas lanzadas en los últimos años por
la Hungría de Viktor Orban y por la Lega en el primer gobierno italiano de la
actual legislatura.
Ciertamente para
Italia el concepto de “muros” es difícilmente practicable teniendo que lidiar
con la inmigración ilegal que se mueve en gran parte desde las costas africanas
y turcas del Mediterráneo, pero el concepto sigue siendo el mismo: prevenir la
llegada, desembarco o tránsito de quienes intentan llegar a Europa sin
documentos. En una UE, ahora en profunda crisis también por autogol de la
presión ejercida sobre Polonia, apoyada por Hungría y el Grupo de Visegrad, la
cuestión de los muros y de la inmigración corre el riesgo de dar un golpe
decisivo a la propia Comisión von der Leyen.
El ministro del
Interior esloveno, Ales Hojs, señala que “después del desastre de 2015,
Eslovenia decidió erigir barreras, a sus propias expensas, en parte de la
frontera croata, y continuará haciéndolo en el futuro. Está claro que, si detenemos a 14 mil inmigrantes
irregulares al año en una frontera interior de la UE, la protección de la frontera
exterior de la Unión no es eficaz. Y es nuestro deber proteger las fronteras.
Eslovenia apoyará esta propuesta”. Las críticas alemanas a Grecia por supuestas
devoluciones ilegales por parte de las autoridades de Atenas provocaron una
dura respuesta helénica.
El ministro del
Interior, Notis Mitarachi, dijo que Grecia investigará las “presuntas
devoluciones” ilegales, pero “esperamos que la Comisión Europea haga mucho más
por la dimensión exterior, por la protección de las fronteras exteriores, por la
repatriación de quienes no tienen el derecho a la protección internacional” y
para hacer cumplir los acuerdos celebrados con Turquía en 2016. “Cada bote
que sale de la costa turca viola ese acuerdo".
La cuestión de la
migración estará en el orden del día del Consejo Europeo de los días 21 y 22 de
octubre, pero sería ilusorio esperar avances significativos. No se hablará de
redistribución de los migrantes ya que el tema es demasiado divisivo, ni de las
devoluciones que la UE excluye a priori pero que algunos Estados miembros ya
están aplicando sin dudarlo. Sin embargo, será difícil eludir la cuestión de la
defensa de las fronteras exteriores, incluso con muros. Un tema que también
debería interesar a Italia cuyo gobierno, a pesar de las duras críticas internas
y externas, sigue dando la bienvenida a cualquiera que pague a delincuentes
para llegar a ella, con el resultado de que los flujos a Italia han aumentado
un 208 por ciento con respecto al año pasado. Sólo desde el mar llegaron
49.000, el doble del 2020 y seis veces la cantidad de inmigrantes ilegales que
desembarcaron en 2019.