el funcionario que controla un millón de
planes sociales y quiere “llenar la política de pobres”
Andrés Klipphan
Infobae, 23 de
Octubre de 2021
De lejos parece un
viejito pascuero con barba bicolor. Es la peor definición que se puede dar de
él. Aborrece al capitalismo y todo lo que representa, y Santa Claus es la viva
imagen de eso. “Hay algo que dice un yankee que me gusta”, evoca al hablar del
tema, y sigue: “No es ni amansar el capitalismo, ni destruirlo, sino comerlo
como se comen las bacterias a un queso gruyere”. Emilio Pérsico, el líder más
poderoso entre los movimientos sociales, el que propone que “hay que llenar la
política de pobres”, ríe con ganas al evocar la cita a la que le da impronta
propia: “Al capitalismo hay que ir haciéndole agujeros, islas de desarrollo o,
como lo llaman en Venezuela, el socialismo del siglo XXI. Es construir un
modelo alternativo, como la economía indígena”.
El guerrillero
A Pérsico se le
conocen al menos dos sobrenombres, “Arturo” y “el verdulero”. El primero es el
de guerra. En los violentos años setenta, fue uno de los últimos jóvenes
cooptados por la organización guerrillera Montoneros. De profundas convicciones
religiosas y reconocida amistad con el papa Francisco, participó de la
sangrienta “contraofensiva montonera” que se cobró la vida de 84 compañeros
entre 1979 y 1980. Fueron masacrados, torturados y desaparecidos por el
gobierno de facto que a fuerza de bayonetas gobernaba la Argentina desde 1976.
El apodo de “el
verdulero” se lo ganó ya en democracia. Al regreso de un largo exilio en
España, Suiza y México, decidió vivir en las afueras de La Plata y sostener a
su familia con las ventas de lo producido en su huerta.
De la ciudad
capital de la provincia de Buenos Aires se mudó al partido de La Matanza. Vive
en Isidro Casanova, en la casa de otro de los líderes Montoneros, Mario
Firmenich.
Desde principios
de los años ochenta, sus movimientos cansinos y la vestimenta que elige para
presentarse en público, suele confundir a sus interlocutores. Lo creen tosco y
fundamentalista por su pasado violento. Pero es dúctil en el arte de tejer
poder e inteligente a la hora de rebatir argumentos. Una habilidad que a fuerza
de lectura comenzó a forjar a los 14 años, edad en la que comenzó a militar en
la Unión de Estudiantes Secundarios.
Asistía al Colegio
San José de La Plata. Un tradicional instituto privado que “forma personas
desde los valores del evangelio”. De allí pasó a la Juventud Peronista y saltó
a Montoneros.
La familia paterna
tenía cómo solventar sus estudios privados. “Mi abuelo puso la primera
heladería Pérsico en La Plata, y después la siguió mi papá. Mis hermanos y yo
militábamos, y nunca continuamos con el legado, si seguíamos capaz hoy
tendríamos algo”, recuerda sin remordimientos y se apura a aclarar que los
actuales dueños no son sus parientes y que renunció a la herencia. Eso le
valió, reconoce, algunos reproches. “Nunca me ocupé de proveer a mis hijos, por
eso no me puedo definir como un buen padre. Puse todo en la militancia”, se
excusa.
El pataleo llegó
de ese lado. Tres matrimonios y diez hijos. El último se llama Néstor. El
nombre es en honor a quien consideró su amigo y “el mejor presidente después
del general Juan Domingo Perón”, el patagónico Néstor Kirchner.
Misioneros de
Francisco
La mamá del niño
es la diputada provincial Patricia “Colo” Cubría. Ella también es dirigente del
Movimiento Evita, la organización social de la cual él es el coordinador
nacional y que le permite ser considerado uno de los referentes sociales más
poderosos.
Néstor tiene ocho
años. Nació en 2013, en coincidencia con nombramiento de Jorge Bergoglio, el ex
arzobispo de Buenos Aires, como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica que
adoptó el nombre de Francisco, el primer Papa latinoamericano.
Pérsico, entonces
subsecretario de Agricultura Familiar del gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner, fundó el Movimiento Misioneros de Francisco, que tiene como principal
objetivo “incentivar y sostener la religiosidad popular católica en barrios
periféricos de la Argentina, retomando los ejes de la teología de la cultura”,
una corriente desarrollada por el sacerdote Rafael Tello, según la
investigación realizada por Marcos Andrés Carbonelli y Verónica Giménez
Béliveau y publicada en la revista de ciencias sociales.
El propio ex vice
jefe de gabinete del gobernador Felipe Solá recordó cómo se formó el grupo
laico, integrado por una mayoría de católicos del Movimiento Evita. Junto a
Cubría, fueron al Vaticano con el objetivo de hablar con el Papa y bautizar al
niño.
En Roma le
contaron a Bergoglio la idea de fundar capillas, y según los presentes, relatan
los autores de “Vidas militantes: trayectorias, saberes y éticas en el
Movimiento Misioneros de Francisco”, el vicario de Cristo le dijo al dirigente
social “Andá, y hacé capillas”, y así nació “la organización de base, su
anclaje territorial y el hito que le permite desarrollar políticas sociales y
de evangelización”, relatan los autores.
Son pocos los que
conocen esta historia. Y la existencia de ese movimiento religioso laico quedó
expuesto el 1 de octubre. Ese día, Alberto Fernández visitó la Casa de los
Misioneros de Francisco ubicada en Luján. Lo recibió Esteban “Gringo” Castro,
el secretario general de la UTEP, y devoto cristiano que, a diferencia de
Pérsico, nunca tomó un arma ni lanzó una bomba molotov.
Quebracho y
mapuches
Después de su paso
por Montoneros, ya en 1992, Pérsico fue cofundador del violento Movimiento
Patriótico Revolucionario Quebracho. La organización se popularizó porque
protestaba contra la política económica del gobierno de Carlos Saúl Menem
incendiando con bombas molotov locales partidarios, vagones de trenes, frente
de supermercados y generando disturbios en las marchas que reclamaban por un
justo aumento jubilatorio.
Algunos de los
métodos que utilizaban son similares a los que emplean los mapuches en la
Patagonia y que suelen agruparse bajo las siglas RAM (Resistencia Ancestral
Mapuche). “Los reclamos que realizan los mapuches en el sur son justos y sus
reivindicaciones van a triunfar, los blancos no se dan cuenta de eso”, opinó al
ser consultado por Infobae.
El funcionario de
Alberto Fernández sigue atento cada incidente y el devenir de los expedientes
de los grupos violentos mapuches. El abogado que encabeza al grupo de asesores
jurídicos que los asisten es Roberto Cirilo Perdía, uno de los integrantes de
la conducción de Montoneros a quien él respondía.
El devenir de
Quebracho, con el ascenso que logró Fernando Esteche en la organización, y los
hechos vandálicos que protagonizaba frente a la embajada de los Estados Unidos,
con quema de banderas incluida, Pérsico se alejó y fundó el movimiento
piquetero con el cual creció: el Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita.
Esa fue la herramienta que le abrió las puertas al poder real y ductilidad
política.
Piquetero del
poder
Pérsico no es
tosco, como creen algunos, ni “fundamentalista”, por su paso por las
organizaciones guerrilleras. Se lo demostró a Carolina Stanley, la ministra de
Desarrollo Social de Mauricio Macri. A fuerza de cortes de calles y rutas, y
acampes, el actual funcionario consiguió que el Evita, pero también la CTEP,
ahora subsumida en la UTEP, consiguiera más planes sociales y bolsones de
alimentos que cualquier otra organización popular.
Stanley aún
recuerda su encuentro en el piso 14 del Ministerio de Desarrollo Social. “Pensé
que me iba a encontrar con una concheta”, le dijo él.
–¿Sí? Y yo pensé
que vos eras un fundamentalista– dijo ella.
“El problema más
grave es la falta de solidaridad”, dice el funcionario al ser entrevistado por
Infobae, y explica: “Estamos intentando construir desde abajo algo nuevo que
transforme a la sociedad. Es lo que viene. Como el 17 de octubre fue la
irrupción de las masas populares, que ni Perón vio, ahora se vienen las
organizaciones populares que ya no discutimos planes sociales y comida, sino
una organización de país diferente a partir de la economía popular”, se
envalentona y reniega: “A más de 30 años de democracia, la resultante es hacia
abajo. Hay una deuda de la política hacia la sociedad, y nosotros somos la
expresión de esa deuda, por eso no nos quieren ver. No hay cambio social sin
nosotros”, advierte.
El Movimiento
Evita es la pieza fundamental de la Unión Trabajadores de la Economía Popular.
Ese espacio, considerado como el “sindicato” de los trabajadores informales,
que ya consiguió la “personería social” y se encamina a ingresar en la CGT,
maneja como mínimo unos 400 mil planes. Cooperativas de trabajo, imprentas y
pequeñas empresas que fabrican desde aceite comestible a indumentarias.
Con más de 300.000
militantes dispuestos a salir a la calle, como ya lo demostraron, por ejemplo,
en la marcha del 7 de agosto, el día de San Cayetano, en respaldo al presidente
Alberto Fernández y en reclamo de “Tierra, Techo y Trabajo”, Pérsico fue
elegido por los dirigentes de ese espacio para ocupar un cargo de peso en el
Ministerio de Desarrollo Social, la secretaría de Economía Social. Un área que
controla, al menos, un millón de planes Potenciar Trabajo. Los mismos que el
ministro Juan Zabaleta asegura que quiere reconvertir en “empleos genuinos”.
Su secretaría
también maneja el registro de “altas y bajas” de esos programas sociales. Una
herramienta que le brinda una envidiable posición ante sus pares, en especial,
sobre las agrupaciones piqueteras que no se referencian en el Frente de Todos.
Desde su
secretaría se enfrentó a Daniel Arroyo, el primer ministro de Desarrollo Social
de Fernández, pero la sangre nunca llegó al río. Ambos estuvieron a la altura
de la situación cuando la pandemia del coronavirus obligó a cerrar la
Argentina.
Arroyo tuvo que
repartir más comida, bolsones de alimentos y planes sociales que nunca. Y
Pérsico estuvo allí para canalizar la ayuda y evitar posibles desbordes
sociales. Con sus militantes asistió a los más vulnerables en villas y
asentamientos. Las ollas de sus comedores y merenderos no daban abasto. El otro
lado de la moneda era la expansión en el territorio. Y la retroalimentación
entre el Presidente y los movimientos sociales que estaban allí presentes para
lo que mandaran desde la Casa Rosada.
Llenar de pobres
la política
Después de la dura
derrota en las PASO a manos de la oposición, la vicepresidenta de la Nación
hizo pública una carta que parecía incendiar a la alianza de Gobierno.
El ex integrante
de Quebracho no lo dudó. Anunció una movilización a Plaza de Mayo en apoyo del
jefe de Estado. Por pedido del propio Fernández, el dirigente “levantó” la
marcha. El jefe de la bancada oficialista en la Cámara Baja, Máximo Kirchner,
habría hecho llegar la “incomodidad” que podría generar en su madre, una
multitud vivando por Fernández. La concentración se podía interpretar en contra
de Cristina Fernández de Kirchner.
No era la primera
vez que Pérsico enfrentaba a la ex mandataria. En las elecciones legislativas
de 2017, Cristina Fernández competía como senadora nacional por la provincia de
Buenos Aires. Enfrentaba a Esteban Bullrich, el ex ministro de Educación de
Macri.
La actual
vicepresidente hubiese ganado si el voto peronista no se fraccionaba. Casi un
cinco por ciento de los sufragios migraron a la tercera boleta alternativa,
Florencio Randazzo, el ex ministro de Trasporte de Fernández de Kirchner.
En esa elección,
el Movimiento Evita apoyó al ex funcionario. El jefe de campaña de Randazzo era
el ex jefe de Gabinete de Cristina de Kirchner, el abogado Alberto Fernández.
El dirigente social trabó amistad con el docente de la UBA en esa campaña.
Allí también se
relacionó con otro de los apoyos que tenía el ex ministro en el territorio
bonaerense, el entonces intendente de Hurlingham, Juan “Juanchi” Zabaleta. El
actual ministro de Desarrollo Social.
Ahora todos, salvo
Randazzo, forman parte del mismo gobierno. La ductilidad de Pérsico permitió la
reconciliación con la dos veces presidenta.
“Cristina dijo una
vez una frase que a mí me enamoró mucho, que era que tenemos que tener un
gobierno que se parezca a nuestro pueblo. ¿Saben de qué color es la tez de
nuestro pueblo? Del color del Río Paraná. La tez de nuestro pueblo es del color
del Río Paraná. Tenemos que llenar la política de pobres para construir el bien
común”, disparó el ex guerrillero desde el escenario del club Nueva Chicago el
pasado 7 de octubre frente a Alberto Fernández. El acto, diseñado para relanzar
la campaña electoral con vistas al 14 de noviembre, tenía como consigna “Por la
unidad y la victoria”.
Ese día, Pérsico
desplegó el discurso más peronista de todos. Era el mismo dirigente que el Día
del Trabajo de 1974, fue echado de la Plaza de Mayo por el fundador del
Movimiento Nacional Justicialista. Ese día, Perón, desde el histórico balcón de
la Casa Rosada, llamó “imberbes” a los Montoneros.
“Los días más
felices fueron los peronistas. Pero los días más felices de los felices fueron
cuando en la Cámara de Diputados, el bloque de Evita era del 50% de la Cámara y
ese bloque eran todos sindicalistas de la CGT, eran todos trabajadores. Esos
fueron los días más felices. Cuando la mujer tenía el 48% de las bancas sin la
ley de cupo. Sólo por la organización y la decisión de Eva Perón. El Evita se
llama Evita porque le tiene que dar poder a los pobres, a los humildes de esta
Patria”, resaltó Pérsico en su ponencia.
Sobre el final de
su discurso, y ante unas 15.000 personas, dejó una frase muy polémica: “Creo
que esta democracia de la alternancia no camina. Quiero construir una
democracia donde el movimiento popular gobierne 20 años en la Argentina”.
Las definiciones
lo revelan tal como es, el dirigente social más poderoso del país. El mismo que
con la misma convicción empuñó un fusil y un crucifijo. “Ya soy un huevo sin
galladura, tengo una historia muy larga”, reflexiona Emilio Pérsico al ser
entrevistado por este medio, y está en lo cierto.