debería tener la
clase dirigente?
Por Francisco de
Santibañes
Publicada en
Infobae el 12 de junio de 2021
(Fuente: Foro
Patriótico)
Sólo el
surgimiento de una nueva camada de líderes formados nos permitirá enfrentar los
desafíos que nos presenta un mundo en transformación.
Pensando en el
mediano y largo plazo, pocos temas resultan tan importantes como la formación
de nuestros futuros dirigentes. Estos tienen por delante la difícil tarea de
liderar en una época de grandes cambios y representar en todo momento los
intereses y valores de sus sociedades.
En este sentido,
sería un error entender a la educación como la mera transmisión de
conocimientos técnicos. Una buena formación -y en especial aquella dirigida a
los futuros líderes- depende en gran medida de la enseñanza de la historia, la
filosofía y la literatura. Este es el tipo de conocimiento que les permitirá
comprender las complejidades de la naturaleza humana y de sus sociedades, y los
límites que enfrentarán a lo largo de sus vidas. Aún más importante, los
valores que adquieran durante su juventud les darán un sentido de dirección.
Vale la pena
mencionar una anécdota. Henry Kissinger, que se destacó tanto en el plano
académico como en el político, señala que recién comenzó a comprender la
política y las relaciones internacionales cuando leyó -por recomendación de uno
de sus profesores en la Universidad Harvard- algunas de las novelas de Fiódor
Dostoievski. En efecto, los grandes pensadores y escritores son los que nos permiten
salirnos de la inmediatez y hacernos las grandes preguntas.
Si bien formar a
los futuros líderes siempre ha sido importante, lo es aún más hoy. Los desafíos
que tenemos por delante son enormes. Estos van desde la aparición de
innovaciones como la inteligencia artificial, que prometen transformar la
economía, al enfrentamiento estratégico que tiene lugar entre China y Estados
Unidos. Si bien es cierto que las oportunidades que tiene por delante la
Argentina también son considerables, estas sólo podrán ser aprovechadas si
contamos con una dirigencia preparada.
¿Qué
características debería tener esta clase dirigente? Por lo pronto debería ser
meritocrática, tolerante y abierta a todos los argentinos, independientemente
de cual sea su origen social. Pero para que esto último ocurra será necesario
brindarles una sólida formación a todos nuestros estudiantes. Si no la tienen,
los privaremos de la posibilidad de desarrollar todas sus capacidades. El
desafío, considerando que el 60% de nuestros niños es pobres, es considerable,
pero el que enfrentaron exitosamente Domingo Sarmiento y otras generaciones de
argentinos no fue menor al actual.
¿Qué hacer? Además
de mejorar la educación primaria, debemos considerar la posibilidad de crear
programas universitarios que transmitan conocimiento y valores a los
estudiantes con mayor proyección. Esto por ejemplo es lo que hizo Charles De
Gaulle una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial al establecer la Ecole
Nationale d´Adminsitration (ENA). Esta es una institución a la que se entra por
concurso nacional, que beca a sus alumnos y que ha formado a gran parte de la
dirigencia francesa.
Al igual que
ocurre con la dirigencia en general, las instituciones que deben prepararlas
también corren el riesgo de encerrarse demasiado en sí mismas. De hacerlo,
terminarán formando una elite distante de la población a la que deben
representar. Esto de hecho es lo que parece haber sucedido en Francia, ya que
el Presidente Emmanuel Macron ha anunciado, por presión popular, una profunda transformación
de la ENA -escuela a la que él mismo asistió. Pero más allá del descontento que
pueda existir actualmente con las clases dirigentes, y que también observamos
en América Latina, debemos evitar caer en la tentación de sacrificar la
búsqueda de la excelencia.
Otro peligro
reside en las crecientes restricciones a la libertad de expresión que se
observan en algunas casas de estudios de Occidente. Estas van desde la cultura
de lo políticamente correcto -que tiende a marginar socialmente a aquellos que
cuestionan las posiciones predominantes- hasta la “cancelación” -que
directamente busca prohibir la difusión de ciertas ideas. La gravedad de este
fenómeno es tal que han llevado al gobierno británico a impulsar legislación
para preservar la libertad de expresión dentro de las universidades. Nuestros
alumnos necesitan un ámbito de estudio y pensamiento que promueva la tolerancia
y la libertad de opinión. Sólo así podrán alcanzar la excelencia.
Todas las naciones
necesitan una dirigencia altamente capacitada. Sólo el surgimiento de una nueva
camada de líderes formados -en todos los ámbitos- nos permitirá a los
argentinos enfrentar los desafíos y oportunidades que nos presenta un mundo en
transformación.