por Enrique Guillermo Avogadro
(Nota N° 819)
“Navidad es la
época en la que los niños le piden a Papá Noel qué es lo que quieren y los
adultos pagan por ello. El déficit del Estado es cuando los adultos le piden al
gobierno lo que quieren y los niños pagan por ello”. Richard Lamm
¿Se imagina estar
navegando en medio de una tormenta terrible y carecer de instrumentos para
poder ubicar su posición? ¿Castigaría a la tripulación sin piedad cuando más la
necesita? Pues eso es lo que está sucediendo con la Argentina, un buque gemelo
del Titanic cuya sala de máquinas está a cargo de un académico fabulador y sin
experiencia y en el puente de mando tiene a un capitán cobarde que, además,
debe consultar cada decisión con una almirante a la que sólo le preocupa su
situación personal y, eventualmente, cuidar su capital, tanto real cuanto
simbólico.
El Gobierno sabe
que llegar a algún arreglo con el FMI resulta un requisito esencial, aunque no
el único, para que todo no se desbarranque finalmente en marzo (¿quizás con un
“rodrigazo”, impuesto por la realidad?), pero la locura de quienes están
conduciendo los penosos destinos del país los lleva a cometer un desatino tras
otro y, peor aún, quejarse cuando las previsibles consecuencias de su errática
conducta modifican en forma dramática la ruta que podría conducir a esa meta.
Para que ese acuerdo se firme, es necesario que los funcionarios y el
Directorio del Fondo aprueben un plan económico prometido y aún inexistente,
porque la pretensión del Ministro de Economía, Martín Guzmán, en el sentido de
considerar como tal al fantasioso y notoriamente falso presupuesto que presentó
al Congreso resulta inaceptable para el menos advertido de sus interlocutores.
Los mayores
accionistas del organismo internacional, que integran ciento noventa países son
Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Rusia y China. El
Embajador de Japón ya ha dicho que no será tolerante con nosotros, porque el
dinero que debemos pertenece a sus propios trabajadores; y cuando la Casa
Rosada sondeó a China para obtener apoyo financiero, se encontró con que Xi
Jinping nos exigía llegar, previamente, a un arreglo con el FMI.
La administración
Biden, con un peso enorme en la toma de decisiones del Directorio, prioriza la
recuperación democrática que las criminales dictaduras de Nicaragua, Venezuela
y Cuba han destruido hasta los cimientos. Pero Alberto Fernández ha decidido
enfrentarla reactivando una organización fantasma, la CELAC, para competir
contra la OEA y dejando fuera a Canadá y los propios Estados Unidos (a quien
tanto necesita), con el apoyo explícito de Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y
Daniel Ortega, a los cuales ha acompañado en todos los foros internacionales
para evitar la condena de sus regímenes totalitarios y asesinos; por si fuera
poco, la Argentina enviará una delegación oficial a la re-reasunción del
último, convalidando así el monumental fraude que practicó en las últimas
elecciones nicaragüenses, incluyendo la detención de todos los candidatos
opositores.
Además, y
obedeciendo a la emperatriz patagónica, Fernández inició acciones penales
contra los funcionarios del FMI que intervinieron en el otorgamiento del
monumental crédito pedido por Mauricio Macri para evitar que la bomba nuclear
que había dejado su predecesora estallara y, con ella, cayera el único gobierno
no peronista que logró terminar su mandato desde 1928 hasta la fecha, en medio
de una crisis económica y social que hubiera superado, en magnitud, la del
2001. Y las personas físicas denunciadas por el PresidenteMeme son,
precisamente, aquéllas que deben informar al Directorio acerca de la viabilidad
del plan que, al final, ofrezca Guzmán.
Y no se privan de
denostar a la oposición y a sus líderes cada vez que abren la boca, pese a que
los necesitan desesperadamente para simular un gran acuerdo nacional que los
respalde. Es altamente probable que Gerardo Morales, Gobernador de Jujuy y
Presidente de la UCR, haya sido “apretado” financieramente para inducirlo a una
rara manifestación y convencer a sus colegas de la oposición de enviar
delegados a la reunión convocada para obtener una foto para enviar a
Washington. Pero, al menos esta vez, Juntos se cerró y acordó que el ámbito lógico
de discusión del arreglo con el FMI, cuando se haya logrado y no antes, sea el
Congreso.
En resumen, la
Argentina está mucho más cerca del arpa que de la guitarra, aunque sea Alberto
quien la toque para acompañar a Martín mientras canta su habitual sarasa. Nada
nuevo, porque Cristina Fernández y La Cámpora no están dispuestos a encarar el
necesario ajuste que implica reducir sensiblemente la inflación, achicar el
gasto público, aumentar las tarifas, acabar con los subsidios, acumular
reservas, terminar con la brecha cambiaria, etc., a riesgo de ir contra ese
capital simbólico que le permite ser la dueña del país y tener los atributos
masculinos de los grandes machos del PJ en una mano, sentada sobre la tercera
sección electoral de la Provincia de Buenos Aires, fuente de sus votos.
Hay un viejo
chiste que cuenta que, en gira electoral, un candidato promete destinar más
fondos a mejorar la cárcel que la escuela; cuando un asesor le pregunta por
qué, le responde que seguramente no volverá a estudiar, pero puede ser que
termine preso. Y viene a cuento porque la marioneta que preside la República
acaba de publicar que, mientras durante la “cuareterna” tantos chicos fueron
excluidos del sistema educativo por falta de conectividad, invertirá mil
millones de pesos en mejorar el acceso a Internet en las prisiones, donde los
delincuentes detenidos tanto lo privilegiaron en las últimas elecciones. Tuvo
razón Jorge Fernández Díaz cuando escribió: “Nadie se preocupa por el verdugo
si no presume que está destinado al cadalso”.
Bs.As., 8 Ene 22