José Luis Milia
Informador
Público, Abr 29- 2022
No es correcto
encarnizarse con aquellos que, por muerte, no se pueden defender. Por eso, días
atrás me expresé en el diario La Prensa contra un artículo falaz de Alconada
Mon porque allí éste asumía como ciertas, denuncias hechas contra un hombre
que, habiendo muerto veinte años atrás, no podía defenderse. Hoy nos
encontramos ante un caso aparentemente similar: el diputado Espert trató de
“chorro” al ex presidente Kirchner, a quien Dios Nuestro Señor tenga en el
lugar que en su infinita justicia haya decidido que le corresponde.
Es cierto que este
difunto tampoco puede defenderse, y debemos aceptar que ni siquiera fue
llevado, en vida, ante la justicia; pero bien dice el Evangelio: “Así, todo
árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.” (Mt, 7:17),
y no hay hoy, a la vista, ningún fruto bueno que Néstor Kirchner haya
dejado, su mujer y sus seguidores han sido acusados, y algunos condenados, por
robos y fraudes económicos, diestros en el arte de la mentira y de la afrenta
tienen al país en peores condiciones en que lo encontraron. Es decir, Néstor
Kirchner fue un árbol malo que dejó frutos despreciables.
No obstante, ¿fue
Néstor Kirchner el culpable de todo? Sería injusto achacarle a él el súmmum de
nuestras desgracias. A fuer de ser justos somos nosotros quienes deberíamos
cargar con la culpa de todo lo que nos sucede. Si al menos el examen reflexivo
hubiera sido nuestro fuerte, asumiríamos que la Argentina ha sido, y es, una
comarca donde cualquier botarate- iletrado y prepotente- al que en ningún país
en serio le hubieran dado la responsabilidad de una pegatina nocturna en un
barrio marginal, puede aspirar, y muchas veces lo logra, a sentarse en el
sillón de Rivadavia.
Néstor Kirchner no
fue una excepción. Producto de los años de sinrazón y violencia de los setenta,
poseedor de una vastísima incultura, nacido y criado en un paraje con más
ovejas que seres humanos creyó, desde su vulgaridad conceptual, que todo podía
ser manejado como una majada.
En verdad, los
argentinos le admitimos todas sus tropelías- los 500 millones de dólares de las
regalías petroleras que sacó del país y nunca se supo su destino, su
desobediencia ante fallos de la CSJ, su irrespeto por las normas de
convivencia, su convencimiento que entrar a saco en la administración era una
práctica democrática aceptada, la persecución infame contra todo aquel que
hubiera combatido a la subversión, etc., etc. -y no quisimos ver, en nuestra
pusilánime comodidad, que estábamos incubando el huevo de la serpiente. Y así
nos fue.
Se equivoca,
Espert, Néstor Kirchner no fue un “chorro”, fue algo mucho peor que nosotros
permitimos.