la ONU y Bill Big Brother Gates, la nueva dictadura
global
POR DARDO GASPARRÉ
La Prensa,
21.05.2022
Hace pocos días,
la OMS (Organización Mundial de la Salud) ratificó el intento que viene pergeñando
y gestionando desde antes de la pandemia, de obligar a firmar a todos los
países del mundo un tratado que los obligue a delegar en este ente burocrático
mundial seudocustodio del bienestar universal, dependiente de la ONU, las
medidas inherentes a una pandemia y de otros temas relativos a la salubridad
pública, y a obedecer sus órdenes. Desde la detección, declaración y
formalización de una pandemia, hasta obligar a cada nación a tomar todas las
medidas que la burocracia con sede en Ginebra determine, incluyendo bloqueo de
fronteras, medidas de cierre, aislamiento, tratamiento, vacunación y
consiguientes. O sea, la dictadura burocrática de la salud mundial. Porque para
poder llegar a aplicar semejante criterio necesita virtualmente de un sistema
paralelo de poder y de espionaje y una des-soberanización de cada uno de los
países.
No demasiado
distinto de lo que ahora ocurre con el tratado de calentamiento climático, que
no solamente ha obligado a poner impuestos ruinosos e inflacionarios sobre el
consumidor mundial, sino que tiene ahora, justamente por otra cláusula
estúpida, la facultad de sancionar a quienes no se adhieran o no cumplan con
sus mandatos, hasta transformarlo en un paria internacional. (La guerra agrava y evidencia el problema,
pero no es la causal del problema) No hace falta mucho pensar para comprender
que se destrozará a este paso la economía de todas las naciones, basándose en
el miedo instaurado cuidadosamente de un imposible de probar cataclismo
universal. La descabellada idea de reemplazar el sistema de producción de
energía por otro que se supone que se llegará a inventar en el futuro, no
solamente es delirante, sino que sembrará la hambruna en el mundo, lo que
supuestamente se trata de evitar con este invento. No hay manera de ganar la
guerra con Rusia sin dejar de lado o modificar drásticamente este tratado, pese
al empecinamiento europeo y aún americano en mantenerlo hasta las últimas
consecuencias, que serán últimas, para redundar.
El tratado de la
salud que ahora se intenta es más directo y eficiente en su poder destructivo.
Y no admite discusión. Es esto o la muerte, dice la dialéctica del relato. Se
basa por supuesto en un miedo construido a lo largo del tiempo, lleno de
contradicciones -miedo al que tanto han contribuido dos organizaciones privadas
con fines de lucro como Greenpeace y la Fundación Bill y Melinda (?) Gates-
esta empresa gran beneficiaria de un encierro generalizado y en un cambio
drástico del sistema alimentario universal que el mesiánico fundador del monopolio
Microsoft-Windows intenta imponer por igual vía y en el que está invirtiendo
fuertemente (recordar su idea de la carne de gusanos y otros alimentos
sustitutos) Está claro que reemplazar el sistema clásico de alimentación por un
sistema fabril de proteínas sintéticas es el mayor negocio de la historia.
También el mayor esclavizador y empobrecedor de la historia.
LECCIONES DE LA
PANDEMIA
La reciente
pandemia deja varias lecciones que digerir e interpretar antes de que cualquier
país intente apresuradamente plegarse por solidaridad, conveniencia,
alineamiento, ideología o presión a la idea de resignar por urgencias
económicas o electorales, por sobornos, por miedo o por facilismo su soberanía
y los derechos de sus ciudadanos, que garantiza su constitución, a un ente
burocrático de la ONU, cuyos objetivos se desconocen – o se conocen muy bien –
sobre todo ante la constante que muestra un copamiento de estos entes por el
peor neomarxismo. Entendiendo por neomarxismo al conjunto de pensadores y de
prácticas que se vienen diseñando y aplicando desde la caída del comunismo, y
aún antes, como método de imponer las mismas ideas marxistas, leninistas y
estalinistas por otra vía, pero con igual final. Véanse algunas observaciones:
Se ha probado una
vez más la absoluta incompetencia técnica de estos entes dedicados,
supuestamente, a pensar por los individuos, y aún creer que pueden saber mejor
que ellos lo que les conviene, como temía Hayek. Piénsese lo que hubiese
ocurrido si se hubieran aplicado unánimemente las diversas, a veces histéricas
y contradictorias medidas de la OMS. Pare de pensar para no angustiarse. Ese
derecho es el que se quiere arrogar el ente. Ya no solamente la burocracia se
cree superior a los individuos, sino que también se cree superior a las democracias,
a las instituciones y al conocimiento técnico de cada país.
Si se actuase tal
como se propone hoy imponiéndose sobre los Estados, se afectarían los
resultados y las decisiones políticas y económicas, con lo cual la OMS tendría
un poder absoluto de daño, ya que podría empobrecer a cualquier país de la
noche a la mañana, dejándole la resolución del drama así generado en sus manos,
con lo que todas las naciones correrían el riesgo de ser nuevas Ucranias a cada
momento, condenadas a enfrentar y sufrir por su cuenta las decisiones
vinculantes de la teocracia burocrática.
No existiría poder
alguno de contralor sobre las decisiones del ente supranacional, como ocurre
con las mentiras sobre la gripe en los últimos dos años, cuyos números, como el
de las muertes por cualquier causa, desaparecieron o se redujeron a casi cero
mágicamente durante la pandemia, donde prácticamente sólo hubo muertes por
covid o relacionadas con esa enfermedad.
La decisión de un
encierro, su grado, oportunidad, consecuencias, duración, prioridades,
compensaciones, pasarían a ser cuerda de una supraorganización, lo que hace
palidecer a las premoniciones de 1984 y su Big Brother.
Con su
desinformación y sus cambios constantes de comunicación el ente expuso a los
gobernantes a ser considerados culpables de los muertos que sufría su sociedad,
con lo que los estimuló a cometer errores y a veces a actos de desesperación.
El tema se agravaría con un intervencionismo global.
La pandemia ha
mostrado la incompetencia de las burocracias para resolver éste o cualquier
otro tema. Y como toda burocracia incompetente quiere resolver y ocultar su
inutilidad con el autoritarismo.
MARKETING
MONOPOLICO
Tal cosa es este
tipo de tratados, un intento de forzar una dictadura universal sin apelación para
que la incompetencia y la pobreza no sea cuestionada. Por supuesto, basándose
siempre en el miedo. El miedo a la muerte por comer mal, a la muerte por el
derretimiento del hielo, a la muerte por una pandemia, al meteorito de Don’t
Look Up, no importa, o a otros sentimientos primarios, comos la indignación por
la invasión rusa a Ucrania, la solidaridad con la desigualdad, el odio
nacionalista, la esperanza de la paz, como sostiene el presidente Biden cuando
dice falazmente que “un poco de inflación es el precio que hay que pagar por la
paz”, un argumento tan superficial y sin fundamento como si lo hubiera
formulado un analfabeto.
Para entender
mejor la concatenación de situaciones, intereses, negocios y política detrás de
estos conceptos, baste recordar que la Organización mundial de la Salud,
dirigida por un personaje redimido y exonerado de la justicia real y la
justicia popular, está financiada en su mayor parte por el gobierno de
Alemania, seguido inmediatamente por la Fundación Bill y Melinda (?) Gates, con
una fortísima participación del 60%
Como se pudo
comprobar en el advertorial complaciente y condescendiente de Netflix, pagado
por sus abonados, en el que el culpable de Windows y amigo de Epstein expone o
hace exponer allí su capacidad de redentor de la raza humana, y la
clarividencia de profetizar múltiples catástrofes, desde la hambruna universal
que curiosamente algunas de sus ideas puede provocar, a una tenebrosa
organización terrorista capaz de hacer renacer mediante manipulación genética los
virus de la viruela, el tifus o la fiebre amarilla, y desparramarlo en la Penn
Station o en la Oxford Square Station del subte londinense. El formato de
marketing monopólico que tantas veces se le ha imputado a Microsoft o a
Windows, por otros caminos.
El monopolio de la
salud que ahora intenta conseguir la orga que dirige Mister Ghebreyesus, usando
la letra del tratado que obligará a firmar, es probable que proceda a
determinar prohibiciones, recargos, multas y exclusiones para quienes alimenten
a su población con alimentos tradicionales, como vacas, ovejas, cerdos,
verduras, gallinas y demás. Eso también sería funcional a Big Brother Gates,
que está invirtiendo fuertemente en sustitutos sintéticos a esos alimentos,
como la seudocarne de gusanos. Finalmente, el rey del monopolio no cambiaría
demasiado su concepto, sólo su metodología. También aquí se basaría en el
miedo, también aquí, ese miedo llevaría a la pobreza universal, a la miseria de
los pequeños países, a la desvalorización de la producción, para terminar
descubriendo mucho después que el miedo era infundado. Ya ha pasado, ¿no? En la
realidad y en la vasta ficción.
Sin embargo, este
tratado que persigue la OMS, que probablemente sea aprobado antes de fines de
2024 como anuncia el ente, porque los presidentes de los países tienden a
aferrarse a las mismas ideas de seudo sensibilidad de Joe Biden, (y las
sociedades también, suponiendo que se enterasen) sirve para mostrar una
constante que en grado diverso y creciente ha venido sucediendo hace varios
años, aún desde el fin de la guerra. En definitiva, la ONU ha estado llenándose
de Organizaciones, Tribunales, Cortes, reglas, reglamentos, Defensa de
Derechos, que se comportan del mismo modo que ocurre en este acuerdo. Hasta se
ha obligado a que los países vayan incluyendo en su constitución la
subordinación de la legislación local a los tratados con esos organismos de la
ONU, con iguales consecuencias. O peores.
Los acuerdos de
Lavado de dinero y secreto bancario, obligados por EEUU, el informal GAFI y la
OCDE, no son sino la misma cosa, que detrás del espíritu de desquite y miedo
tras la caída de las torres gemelas, permitió la aberración de la antiamericana
y antidemocrática Patriot Act, negación misma de la libertad. Bajo la
inspiración del entonces presidente Bush nieto y de su nociva asesora
Condoleezza Rice, se cercenaron los derechos de todo el mundo, se consolidó la
estatización y el control universal, se
forzó a todos los países a quedar entrampados en el control financiero
americano, se limitó la competencia de los bancos universales, por orden
norteamericana, proceso que culmina con la autodestrucción virtual al sancionar
a Rusia y sus correlacionados, que podrá tener razones profundas, pero que va
en contra de la idea de transformar a algunas plazas en el centro financiero
del mundo, ergo en contra de la globalización comercial, una señal de peligro
para todo el sistema financiero y en especial para Estados Unidos. El mismísimo
George Bush nieto, conocido como George Bush hijo, acaba de venderse en un
furcio condenatorio en la semana: cuando quiso decir la injustificada y alevosa
invasión a Ucrania, dijo la injustificada y alevosa invasión a Irak. Tiene
razón Jorgito. Fue una burrada más en esta línea estatista llena de mentiras.
PARAGUAS GLOBAL
Nada diferente es
la OTAN, la organización de DDHH, y cada uno de suss entes educativos,
políticos, financieros o laborales, como la OIT, todos organismos que han
encontrado maneras parciales o totales de crear un paraguas global
institucional, y meterse subrepticiamente en las constituciones locales, en
contra de las soberanías nacionales. Todos organismos burocráticos que en el
mejor de los casos son inútiles, cuando no propagandistas y defensores activos
del neomarxismo que propugna la división en miles de gajos de cada país para
finalmente lograr su disolución y a partir de esos soviets volver a imperar.
Basta leer las múltiples declaraciones de las Naciones Unidas, donde Argentina
tendrá en breve un enemigo si alguien tratase de solucionar la invasión
chilena-mapuche que inexorablemente contará con el apoyo automáticos de alguna
de esas Declaraciones u organismos para defender derechos que no tienen y nunca
tuvieron, en nombre de esos tratados supranacionales incluidos en la
Constitución Nacional.
Sin entrar a
considerar conspiraciones – ni a descartarlas, el sistema de orden mundial
americano está destrozado, parte por culpa de EEUU, parte por su inocencia al
dejarse subyugar por el pensamiento estatista y reivindicatorio. Occidente
olvida que todos estos proyectos desembocan en lo que más le interesa al
neomarxismo: un mundo con una economía débil, destruida, llena de pobres
individuos dependientes del Estado. No muy distinto de lo que sueñan los
biconeros, para ser sinceros. Otro día habrá una nota sobre eso.
El tratado de la
salud pandémica y colectiva es parte de ese proceso. Porque utiliza al miedo
como herramienta de justificación de confiscación, de emisión, de aumentos
impositivos, de inflación y de miseria generalizada. Y utiliza también el
miedo, como hizo el FMI para sostener el principio keynesiano de que “ante la
gravedad de la situación, no es momento para preocuparse por los presupuestos y
el déficit” frase que presagia el desastre. Y de paso, tiende a seguir
despojando a las naciones y a las sociedades de su soberanía sobre cualquier
tema. La Sociedad Mundial con la que siempre soñaron los estatistas tiránicos.
Es que el mentado
Reseteo 2030 o el Gran reseteo, no será el fruto de un proceso de evolución de
la teoría, ni una consecuencia de efectos del mercado, ni la aplicación de una
teoría superior mágicamente encontrada. Es el efecto de un empobrecimiento deliberado
e instantáneo, de la dependencia del individuo del estado y del miedo que
justifica la pérdida de libertad. Las organizaciones escondidas detrás de la
ONU, como la OMS, son las encargadas de generar esa situación caótica y fatal.
No le preste atención a nada de lo que digan. Aunque le juren que va a caer un
meteorito. Eso sólo lo creen Meryl Streep y Leo Di Caprio.