un libro y un encuentro para exponer el drama
de la obstrucción del vínculo paterno-filial
Claudia Peiró
Infobae, 6 de
Junio de 2022
Niños que se
niegan a ver a uno de sus progenitores pese a que no existe justificación
alguna; padres o madres víctimas de falsas denuncias de abandono, maltrato,
violencia y hasta abuso, privados de ver a sus hijos mientras la justicia se
toma años para dilucidar el caso y aun después de haber sido absueltos;
progenitores que se niegan a acatar las disposiciones judiciales sobre visitas,
revinculaciones o terapias familiares para impedir que se reanude el vínculo
del hijo con la ex pareja…. es el tipo de situaciones de injusticia, dolor y
daño psíquico que causa la alienación parental.
Mauricio Mizrahi,
ex juez de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de Capital, es a la
vez autor de un libro y organizador de unas jornadas interdisciplinarias en el
Colegio de Abogados de San Isidro, que tendrán lugar los días 9 y 10 de junio
próximos, sobre “Responsabilidad parental” y problemáticas del ámbito familiar,
como la violencia doméstica, las leyes referidas al tema y su aplicación por
los jueces, las deficiencias del sistema y las respuestas para su superación;
y, dentro de lo específico de la alienación parental, los intentos de
revinculación, la aparición de la oposición del niño y cómo encararla, los
tratamientos terapéuticos y abordajes judiciales para remediar la anomalía
familiar.
El título del
libro de Mizrahi -Alienación parental: niños huérfanos de padres vivos (Ed.
Astrea, 2022)- alude claramente a la problemática sobre la cual quiere atraer
la atención: la que según su propia definición surge “cuando un hijo rechaza
sin razones justificadas a uno de sus progenitores como consecuencia de
acciones de descalificación, abiertas o encubiertas, promovidas por el otro, de
mala o buena fe, destinadas precisamente a lograr ese rechazo”.
“Es una suerte de
emprendimiento o cruzada, consciente o inconsciente, que lleva a cabo el
progenitor alienante con la finalidad de eliminar la presencia afectiva,
psicológica y física de ese otro padre en la vida del niño”, explica el autor.
Mizrahi recuerda que la manipulación del hijo por uno de sus padres y la
inoculación de un discurso en el menor es una problemática reconocida por el
Comité de Derechos del Niño, encargado de interpretar la convención, cuando
señala “la necesidad de que el niño se exprese auténticamente, con libertad”. Y
agrega el Comité que “el niño no puede ser manipulado ni estar sujeto a una
influencia o presión indebidas”.
Un mecanismo
central en la alienación parental es el impedimento de contacto, logrado por el
progenitor obstructor mediante denuncias falsas y otras estratagemas. En el
tiempo en que el niño no ve al otro progenitor, el que lo tiene a su cuidado
termina por “anular la voluntad propia” del menor que, por temor al desamparo,
se aferra a este padre o madre que lo cuida y busca agradarle en todo.
“En esas
condiciones, el hijo se encuentra totalmente manipulado, queda seducido,
captado y colonizado afectivamente y así se convierte en un vocero y portavoz
del progenitor excluyente”, escribe Mizrahi, que fue juez civil por casi 30
años y es profesor titular consulto de la Universidad de Buenos Aires.
En el libro, refuta
las críticas y objeciones que se han formulado a este concepto de alienación
parental por parte de quienes niegan su existencia y lo ven solo como una
coartada de padres abusadores; describe los diferentes grados a que puede
llegar esa alienación, cita casos y jurisprudencia, y señala el camino para la
superación de esta alienación, cuyo prolongación en el tiempo puede dejar
secuelas graves en el psiquismo del niño.
En la descripción
que hace el libro de los signos, conductas y estratagemas que configuran la
alienación parental, cualquiera podrá reconocer rasgos de conflictos familiares
-en particular de divorcios litigiosos- de los que se puede haber sido
protagonista o testigo -más o menos cercano-; aun así, muchos niegan la
existencia de este tipo de distorsiones en la relación parento-filial, basados
en dos premisas muy en boga pero carentes de sustento científico-profesional:
los niños nunca mienten y las madres siempre dicen la verdad.
La segunda premisa
se ha ido diluyendo de la mano de la difusión de la coparentalidad, señala
Mizrahi, dado que cada vez con más frecuencia el progenitor obstructor es el
varón.
Por lo general, la
motivación del progenitor que actúa de modo obstructivo es una herida
narcisista abierta por la ruptura del vínculo de pareja; un detonante o
disparador de la conducta alienante suele ser el hecho de que el o la ex forme
una nueva pareja; también puede deberse a que el mismo obstructor vuelva a
iniciar un vínculo sentimental y desee que el nuevo compañero sea también el
nuevo padre del niño; en la alienación se involucra a otras personas:
parientes, amigos, terapeutas, abogados, todos deben cooperar en la exclusión
del “malo de la película”; entre las estrategias usadas está la de superponer
actividades placenteras para el niño en los días y horarios en que debe ver al
otro progenitor, ocultarle los gestos de cariños o buena voluntad -regalos,
mensaje, aportes monetarios- del otro padre o madre; hablarle mal de éste;
marginar a ese progenitor de todos los eventos importantes en la vida del niño
-cumpleaños, actos escolares, competencias deportivas-; involucrar al niño en
el conflicto de pareja; e implantarle falsos recuerdos de situaciones
desagradables vividas con ese otro progenitor. “Los niños son mucho más
propensos que los adultos a la falsificación de la memoria”, señala el autor.
La herramienta
para resolver estos graves conflictos familiares, dice Mizrahi, es la terapia
bajo mandato judicial. “La intervención debe ser combinada, judicial y
terapéutica”, escribe. Y la interconexión entre jueces y terapeutas es
indispensable “habida cuenta de que los terapeutas necesitan del poder de los
jueces para implementar sus recomendaciones, y la justicia precisa de los
terapeutas para conducir la terapia adecuada”.
Preguntamos al doctor
Mizrahi acerca del motivo por el cual el concepto de alienación parental es tan
resistido, y cómo es que algunos llegan al cinismo de proponer una “terapia de
resignación” (sic) para el progenitor excluido en base a estas estratagemas.
— ¿Por qué existe
tanta resistencia al uso del término “alienación parental” pese a que en muchos
fallos judiciales ya se reconocen sus características, tales como la
manipulación, la obstrucción de vínculos o la implantación de falsos recuerdos?
— Esa resistencia a
reconocer la alienación parental se da en dos niveles. Hay una corriente que
reconoce la manipulación de los hijos y la obstrucción de vínculos, pero se
abstiene a llamarla alienación parental. Pero en otro nivel la cuestión es
todavía más grave: directamente descartan la posibilidad de que haya hijos
manipulados, argumentando que los niños, en sus declaraciones, siempre dicen la
verdad. Se ignora una realidad evidente y científicamente probada; y es que el
hijo captado en una relación simbiótica con el progenitor carece por completo
de autonomía y de discurso propio. Ese niño no tiene una verbalización genuina;
opera como si fuera una prolongación del padre o madre de quien depende, y por
eso en los hechos es su vocero y portavoz.
Patricia
Anzoátegui y Rubén Melione Anzoátegui, abogados de familia que respaldan la
lucha de los progenitores víctimas de impedimento de contacto con sus hijos
Patricia
Anzoátegui y Rubén Melione Anzoátegui, abogados de familia que respaldan la
lucha de los progenitores víctimas de impedimento de contacto con sus hijos
— Unos la niegan,
otros no la nombran…
— La resistencia a
emplear la denominación por parte de quienes reconocen que la obstaculización y
obstrucción existe es para evitar el lobby de los que reniegan de la alienación
parental; para que no se planteen reclamos contra ellos y evitar tener
eventuales denuncias por el mal ejercicio de su función, se trate de jueces o
terapeutas. En suma, es un particular recaudo que toman esos profesionales con
el fin de evitar problemas. Pero el tema es delicado porque mal se puede
terminar con una disfunción o anomalía si no se la identifica primero con su
verdadero nombre.
— ¿Qué argumentan
quienes niegan la alienación parental?
— Si descartamos
la mala fe, que puede existir, los que niegan que existan obstaculizaciones y
obstrucciones a los vínculos parento-filiales lo hacen por desconocimiento e
ignorancia; se limitan a repetir lo que escucharon, sin realizar ninguna
indagación. Afirman monótonamente, cual un discurso aprendido sin racionalizar,
que todo es un invento de pedófilos para mantener su impunidad; con lo que se
ignora también que en la alienación parental se excluye, por definición, a
todos aquellos padres que maltratan y abusan. El abuso y maltrato y la
alienación parental son incompatibles. Sin embargo, el concepto de alienación
parental cada día se abre más paso y tendrá su pleno reconocimiento en una
época no lejana. Existen en los tribunales leading case que admiten con todas
las letras la existencia de la alienación parental. En un fallo del 1º de
diciembre de 2021, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala J, hizo
mención a que en la familia en cuestión el hijo estaba “atado a su madre por la
manipulación”, “que lo que verbalizaba no era auténtico”, por lo que “se trata
de un caso de alienación parental”.
— ¿En qué
proporción diría usted que la justicia actúa correctamente en casos de
alienación parental?
— No dispongo de
estadísticas como para decir en qué proporción la justicia actúa correctamente
en casos de alienación parental; tampoco creo que las haya. No obstante, mi
experiencia de más de medio siglo, como abogado y juez de Cámara, me enseña que
las causas en las que ha mediado una actuación correcta de los tribunales, en
los problemas de alienación parental, no deben superar más del diez por ciento,
y tal vez menos. Es que aunque la justicia, de una u otra manera, admita la
alienación parental, lo habitual es que no acierten en el tratamiento para
neutralizarla. Sucede que la única manera correcta de actuación es mediante la
designación de un equipo de terapeutas especializados y muy avezados que actúen
coordinadamente, interconectados y en red. Sin embargo, ello acontece sólo en
supuestos excepcionales. Por lo común, en las resoluciones judiciales, se
tolera la psicóloga particular del niño, se admite a cada uno de los
profesionales que tratan a los padres, etcétera. O sea que, en la práctica, se
suele avalar los tratamientos individuales, independientes y desconectados
entre sí; todo lo cual es iatrogénico, porque lleva a que se afiance y
consolide aún más la alienación parental.
La obstrucción del
vinculo en la alienación parental suele afectar a toda la familia del
progenitor excluido: abuelos, tíos, primos...
La obstrucción del
vinculo en la alienación parental suele afectar a toda la familia del
progenitor excluido: abuelos, tíos, primos...
— Usted afirma
que, a partir de una denuncia, bastan horas para tomar decisiones de suspensión
de un vínculo, perimetrales, etc. Y luego pueden transcurrir años hasta
resolver el caso y reparar el daño. ¿Por qué los jueces no usan más las
herramientas de que disponen para evaluar estos casos con mayor celeridad?
— Son varias las
causas. Entre las más relevantes están la falta de verdadero compromiso por
parte de muchos jueces, su desconocimiento de las diferentes situaciones -su
impericia-, cuestiones de infraestructura, la falta de recursos que a veces se
observa en el funcionamiento de la justicia, la abundancia de causas judiciales
que no se compadece con el personal de los juzgados y que impiden una atención
personalizada, etcétera. Yo diría, en síntesis, que la responsabilidad es del
Poder Judicial, en el que incluyo al Consejo de la Magistratura, y del Poder
Ejecutivo. Del Poder Judicial y Consejo de la Magistratura porque,
lamentablemente, no selecciona a los mejores y más dotados jueces. Hay una
normativa que permite la burla de los concursos. Mediante estos manejos si, por
ejemplo, para los cargos de tres jueces se anotan 40 postulantes, no sucede lo
debiera ser: es decir, que resulten elegidos los que por sus notas y
antecedentes ocuparon, digamos, del primero al quinto lugar. De repente se
designa juez a un postulante que quedó ubicado en el puesto 38; o sea, uno de
los últimos por sus pocos antecedentes y bajo rendimiento en los exámenes. Esta
es la triste realidad. En cuanto al Poder Ejecutivo, que es el que debe
determinar estas acciones de mejoramiento, por lo común el buen funcionamiento
de la justicia no se encuentra entre sus prioridades.
— ¿De dónde surge
el concepto de “terapia de resignación”? ¿Quiénes promueven eso? ¿Cómo lo
fundamentan considerando que se trata de sancionar una injusticia y dar
impunidad a un accionar contrario a los derechos del niño?
— Se trata de una
corriente de psicólogos que proponen lo que oficialmente denominan
“desvinculación constructiva”. Es lamentable. Se la fundamenta en que no
corresponde disponer terapias compulsivas, esto es, obligatorias, porque hay
que respetar los derechos de los niños. Es decir, afirman que no se los puede
obligar a revincularse forzadamente con su padre o madre. De ese modo, se
oficializa la ruptura del vínculo, se impulsa al progenitor desplazado a
elaborar el duelo, como si el hijo hubiera muerto, y se invoca la esperanza de
que en algún momento el hijo pueda cambiar y decida conectarse con el
progenitor excluido. Esta postulación hace agua por donde se la mire. Por lo
pronto, es muy contradictoria, diría de un modo insalvable. Porque se trata de
terapeutas que reconocen la existencia de la manipulación del hijo por un
progenitor, con lo cual se admite tácitamente que el hijo en esos casos queda
convertido en un títere. ¿Cómo entonces se dice que hay que respetar la
voluntad del niño de no revincularse con su progenitor? Digo, ¿de qué voluntad
hablan? Ese hijo, seducido y captado, carece por completo de voluntad, no es
propiamente un sujeto de derecho sino un mero apéndice del adulto que lo
manipula. La voluntad propia acá no existe. Por otro lado, no se puede hablar
de “constructivo”, porque no hay nada constructivo, no lo puede haber, en la
ruptura de los vínculos y relaciones entre padres e hijos. Esta construcción
comporta además un claro y terminante reconocimiento del fracaso de las
terapias de revinculación. Finalmente, las terapias voluntarias, que postulan
estos profesionales, son la herramienta clave que tiene el progenitor alienante
y manipulador para asegurarse de que la revinculación no se producirá;
precisamente porque es voluntaria. Es otorgarle a este padre la carta de triunfo
de su acción destructiva. Inexplicable.
Marcha de
familiares en abril pasado
Marcha de
familiares en abril pasado
— Las jornadas que
está convocando, ¿son las primeras de esta índole?
— El 9 y 10 de
junio próximo se celebrarán las Jornadas Interdisciplinarias sobre
responsabilidad parental, de las cuales yo soy el Presidente. La organiza el
Colegio de Abogados de San Isidro y el link de inscripción es https://www.casi.com.ar/INFANCIA12
. Hay tiempo para inscribirse hasta el miércoles 8 de junio, inclusive. Allí se
presentará el libro que acabo de publicar, porque la alienación parental es uno
de los temas centrales de esas Jornadas, y son las primeras de esta índole en
particular por su condición de interdisciplinarias: van a concurrir jueces,
defensores de niños, abogados, psicólogos, psiquiatras, terapeutas familiares,
asistentes sociales, etcétera.
— ¿Qué resultados
espera de esta actividad?
— Esperamos
importantes resultados de estas jornadas; precisamente porque reunimos, en
armonía, dos disciplinas totalmente diferentes. Aspiramos a que este encuentro
sirva para que se tome debida conciencia de la importancia de los vínculos
parento-filiales y de que todos –cada uno en su lugar— debemos realizar el
máximo de nuestros esfuerzos para preservar esas relaciones. Es la lucha para
que se termine de una vez por todas con los niños huérfanos de padres vivos. Se
trata de preservar la salud psíquica y emocional de los menores. Es que el
corte de vínculos significa amputar al niño de la mitad de su linaje, afectando
su identidad. No hay posibilidad de desarrollo sano alguno de un niño,
despreciando, sin justificación, a uno de los progenitores. Para este niño será
como rechazar una parte de sí mismo; y por eso estas falencias suelen generar
una muy baja autoestima y provocar auto odio.